A partir del mes de junio de 1891, se plantaron sobre el Valle de La Puerta, las crueles botas de los poderosos hacendados y gamonales, ante las inermes y sorprendidas miradas de sus ancestrales propietarios: los Bomboyes; plantón, fruto del indecente maridaje del poder y la alevosía. Un par de ellas, las calzaba un coronel de notable barbarismo en los combates en que participó; la mayoría durante las revueltas fratricidas de los Araujo y Baptista (ponchos), adversando a los llamados “lagartijos” de tendencia liberal.
Su bien ganada fama de hombre fuerte, hizo captar el respeto de los terratenientes y oligarcas de la región, aparte de los destrozos y pillerías de las montoneras de aquellos años, que quedaron en el recuerdo de la tradición oral, en esas mezclas de política post procerato, venganzas, saqueos y matanzas. Los caudillos, figuras presentables, se caracterizaban por ir bien trajeados, con cordobanes y polainas, finos tirantes, faltriqueras con morocotas, pero algunos, cargaban además, un elemento que representaba el respeto: el rejo. Uno de ellos, Eulalio Ruz.
Avanzada la segunda mitad del siglo XIX, Eulalio Ruz, presenció cantidad de hechos bochornosos y sangrientos y en muchos de ellos, participó; eso, le fue labrando su misterioso destino. Sus propias montoneras cuchicheaban con horror, pasados los años, los momentos de persecución a los vencidos y las llamadas “carga a machete”. Es parte de la historia de la barbarie, en una época en la que se construía la República Liberal, bajo la égida de los hijos y descendientes de los próceres independentistas. Historia, que aun escuchamos en nuestros campos.
Los primeros Ruz que se avecindaron en tierras del occidente venezolano, lo hicieron a mediados del siglo XVIII, de origen Al andaluz (Andalucía, España), fueron hacendados en los pueblos del Sur del Lago de Maracaibo. Ligado a la lucha política, uno de ellos José Domingo Ruz, fue Rector de la Universidad de Caracas, y diputado godo por Venezuela ante la Corte de Cádiz (Reino de España).
Los que se enraizaron en La Puerta, se ubicaron en un sitio denominado Los Aposentos, colindante con Timotes de Mérida, en la Serranía de La Culata. Como el nombre indica, es un bonito y fresco lugar, algo retirado, cuyo boscoso paisaje lo hace placentero para vivir y hasta para trabajar la agricultura. Allí, José Ysidoro Ruz, fundó su familia con María del Carmen Moreno de Ruz “Carmelita”, procrearon varios hijos, entre ellos, el que sería coronel de montoneras Eulalio Ruz, a Francisco Javier Ruz, y al que sería con el paso de los años, el legendario general Sandalio Ruz, el justiciero. Su familia estuvo dedicada a la agricultura y a las revueltas y revoluciones,
Eulalio Ruz Moreno, nació en 1851, en Los Aposentos, lugar bajo la jurisdicción de Timotes, pero de agregación social, económica y cotidianidad compartida con la población de La Puerta. Estudió en su hogar y en la escuela rudimentaria de primeras letras que se estableció en la serranía, donde obtiene las iniciales luces y su fina escritura. Como todos los Ruz, se formó para la ocupación de agricultor, comerciante y jefe de montoneras.
Los complicados y enrevesados caminos de los Ruz
Por aquellos angostos, grises e inclementes caminos, sólo se oían los cascos de las mulas de los Varones de la Sierra de la Culata, alzando el reguero de polvo tras las bestias. Los troperos de Sandalio, Francisco Javier y Eulalio, hoscos, de fea estampa, armados con filosos machetes, andaban en esos parajes al cobijo de esa aureola de tierra plomiza que atemorizaba a cualquier cristiano.
En la década de los 80 del siglo XIX, en la Sierra de la Culata, sólo se le tenía temor a esta montonera, a raíz de la llamada por la historiografía liberal, la “Revuelta de Sandalio” que fue <<un movimiento revolucionario que acaudillaba Sandalio Ruz, quien por ser enemigo de los González (liberales o lagartijas), en su primera aparición se vino al Burrero a saquear el respetable hogar; y fueron los libros científicos, los instrumentos de cirugía y todos los aparatos que el joven médico trajo de Francia, el botín de aquellos salvajes>> (Gabaldón , 25); era la revancha por las atrocidades y saqueos cometidos por el gobernador Emigdio González, jefe de la “Gonzalera”, en las posesiones familiares de los Ruz y las de otros conservadores.
Gabaldón de tendencia liberal, apuntó que la acción de Sandalio fue tan traumática para los González, que <<La monstruosidad de tal horda decepcionó al Dr. Manuel (González), y en protesta abandonó la profesión para dedicarse…a las intrigas de la política>> (Ídem), igual cambio adoptó el Dr. Rafael González Pacheco, quien se convertirá en los años siguientes en jefe de los liberales trujillanos.
El progreso, a cambio del desalojo indígena en La Puerta.
La ruptura con su hermano el general Sandalio
Alrededor de 1890, cuando se construía el ferrocarril de La Ceiba- Motatán, un grupo de hacendados, entre ellos Eulalio Ruz, guiados por el conservador oligarca Leopoldo Baptista, desarrolla el plan de despojo de tierras que pertenecían a los indígenas de La Puerta, sobre lo que no estuvo de acuerdo Sandalio Ruz (Conversación con Carlos Ruz, nieto de Francisco Javier Ruz. Enero 2023). Eso representó ciertos derechos para Eulalio, en este plan y le fueron adjudicadas tierras indígenas. Su hermano Francisco Javier, también Coronel de montonera, aparece como uno de los 55 beneficiarios de tierras señalados en el Juicio de Partición de las Posesiones del Resguardo Indígena de La Puerta; sin embargo, Francisco Javier Ruz (1849-1919), nunca tuvo casa ni solar ni tierras en La Puerta. Induce a pensar que representó a Eulalio, en esta repartición.
El grupo de ambiciosos terratenientes, comerciantes nacionales y extranjeros, y gamonales de Montecarmelo, Mendoza, Valera, Timotes, Jajó y Pueblo Llano, pregonando que las tierras de La Puerta tenían que servir al progreso de la agricultura y el comercio del Valle y de Trujillo, y para emprender un nuevo poblamiento con gente nueva y con extranjeros, sacando a los indios que solo se mezclaban con otros indígenas, lo que representaba un atraso y pobreza, se ingeniaron un plan legal y judicial para despojar las casi 2 mil hectáreas de tierras de la pequeña Comunidad Indígena Bomboy, ubicadas en las Posesiones del Resguardo Indígena de La Puerta (una parte es lo que hoy constituye el área urbana de La Puerta). Lo que lograron mediante un fraudulento Juicio de Partición, produciendo además, la extinción de dicha comunidad víctima y borraron su existencia histórica, cultural, espiritual y física.
La familia Ruz, con importantes posesiones en los Aposentos, Altamira de Garabulla y Timotes, vio con extrañeza que Eulalio, el mayor de los varones, se uniera a este plan, y fuese quien con su montonera, asumiera la responsabilidad del desalojo de los indios, mientras otros, les quemaban y destruían las viviendas, lo que duró varios años. Como consecuencia de esto, su hermano, el coronel Sandalio Ruz (1856-1929), rompió las relaciones personales con el hermano mayor, y le quitó el respaldo político y militar (Conversación con Carlos Ruz. 2023). Sandalio, no podía estar de acuerdo por una razón principal, cuando arremetió con sus montoneras contra la estancia y haciendas de los González «Lagartijos», además del saqueo de tierras a los hacendados de La Puerta, fue que el Dr. Emigdio González, le quitó malamente las tierras a los indígenas del Burrero; siendo así, cómo le iba a avalar a Eulalio, lo de La Puerta.
La “pacificación” de La Puerta
Para sus socios del plan de despojo de tierras indígenas de 1891, como para los que iban a imponer su autoridad, suponían que él, representaba la fuerza, la tiranía, el abuso, la injusticia, el despotismo, la tortura, la violencia de un caudillo opresor, él lo resumía todo. Era su responsabilidad, porque Eulalio Ruz no era ignorante, ni vulgar, ni analfabeto, ni tonto, tampoco un fanático y menos aún, estaba en estado de pobreza. Controversial sí, quizás atrabiliario o aventurero, también.
No fue una labor fácil, a finales de siglo XIX. Luego del efectivo desalojo y la quema y demolición de las viviendas indígenas, los nuevos vecinos, comenzaron a construir sus casas. Abriendo el siguiente siglo, tuvieron que hacer rondas de vigilancia en las noches recorriendo las calles y protegiendo las pocas casas, contrarrestando las tentativas y acciones de los que habían sido despojados de sus tierras, quienes hacían sus necesidades fisiológicas en las entradas de las casas y zaguanes o lanzaban piedras sobre los techos y ventanas, que insistían en que les devolvieran sus tierras. En esas guardias, participaron los hermanos Lamus, Chuecos, Carrasquero, Araujo, Abreu, González, y los italianos, que cuando no podían mandaban un macoreto, un aconchabado o alguno de sus peones. Esta situación dio pie, al tejido de cuentos y leyendas de espantos y aparecidos de La Puerta, que conserva aún la memoria oral y que algunas han sido reseñadas en 1955 por la historiografía, como parte del folclore de este pueblo desolado y misterioso (Aretz). Repoblado el sitio, ellos, se convirtieron en las autoridades civiles, judiciales y policiales del nuevo Municipio. La guardia, la dirigió el coronel Eulalio Ruz.
En 1895, es designado Jefe Civil, para
la nueva era de La Puerta
En tiempos del gobierno del general Joaquín Crespo, en el que se impuso una política de equilibrio entre los “ponchos y lagartijas”, se designó al general Rafael Reyes Gordon, en 1895, como Gobernador del estado Trujillo. Este nombra a su vez a Eulalio Ruz, como jefe civil y autoridad policial de La Puerta. A pesar que estuvo en los primeros tiempos al frente del gobierno municipal, cuando fue sustituido, de hecho, la autoridad seguía siendo él, el caudillo, con el respaldo de los peones de sus fincas y algunos parientes, además del apoyo político que tenía de los oligarcas trujillanos. Ese año, se concluía la obra del Gran Ferrocarril de La Ceiba, que llegaba hasta Motatán, lo que le daba impulso y motivación a que las mejores tierras que estaban en este Valle, se pusieran a producir.
Si bien anduvo armado de su revólver, nunca dejaba de llevar el rejo, que también se le llama “chucho”, lo portaba en sus manos y solía propinar fuertes latigazos al que se le alzara, lo que mantenía a la gente siempre cohibida y temerosa; no dejaba de ir a rezar en las tardes al templo de San Pablo Apóstol.
Al igual que los otros hacendados, ocupó y cultivó amplios lotes de tierras en el Valle indígena del Bomboy, que puso a producir, obtuvo buenas cosechas y le dio buenas ganancias.
Las casas de Eulalio Ruz en La Puerta
Cansado de guerrear y del ejercicio de la autoridad civil y policial, se retira a sus actividades privadas. En 1905, vive en una amplia casa, en la antigua Calle Real de La Puerta, luego avenida Bolívar, quedó asentado así: <<18. Don Eulalio Ruz, natural de Timotes, estado Mérida>>; aparece en el inventario de las casas de La Puerta y sus habitantes (Año 1905), de José Rafael Abreu. Inmueble que estaba a pocos metros de la Iglesia. Don Eulalio, fue un católico que iba a rezar todos los días que podía al templo de San Pablo Apóstol.
Asimismo, tuvo otra casa en la parte sur: <<23. Don Eulalio Ruz (esquina del terreno que hoy ocupa la Escuela de Música)>> (Abreu Burelli, Alirio. Un valle, una aldea, un río. pág. 202. Caracas. 2008), vecino a la casa del maestro Lucio Augusto Viloria y familia, y la de los Abreu.
¿Cómo era La Puerta en 1899, bajo la orientación
y vigilancia de Eulalio Ruz?
El general Perfecto Crespo en sus Memorias de un Soldado Trujillano, nos describe en forma sencilla y sentida, lo que era La Puerta, para aquel tiempo <<En la tarde de ese día 29 de julio (1899) acampamos en el Municipio La Puerta, en aquel lugarcito, al pie de los páramos, me tocó el turno de hacer vigilancia y servicio con mi guerrilla en la Esquina Noroeste de la Plaza. Fue una noche terrible por el frío; el sargento Abdón Espinoza me decía: “Mi teniente, si así seguimos voy a amanecer con los dientes pelados”. Al fin después de una noche sin abrigo…Puse mi gente de pie…. Seguimos ese día nuestro desfiladero, contemplando aquellos parajes llenos de luz y colores, el sol mañanero acariciaba con la bendición de sus rayos aquellos trigales. Tal o cual gañan dejaba el arado solo por la presencia de los grupos armados. …trepamos la cuesta de La Mocotíe, que nos rememoró, con su desfiladero agrio y su mudez heroica, el drama del mes de abril de 1892>> (Crespo, 62). Eulalio y su tropa, habían abandonado el pueblo, para irse a la guerra. Un lugar íngrimo y ermito. La última expresión de Crespo, se refiere a la batalla de La Mocotí-El Portachuelo (La Puerta), donde triunfaron los liberales sobre los oligarcas, bastión este, al que pertenecía Eulalio Ruz.
El férreo Coronel Ruz, con casi 60 años de edad, sintió que su tiempo en La Puerta llegaba a su final. Además, sentía miedo de ser sorprendido, y en la soledad de su vivienda, por momentos se armaba con su apreciada escopeta, fortificándose y observando la calle real tras la ventana. Entre los bucares, guaduas y alisos, transitaba por el pedregoso camino paralelo al río Bomboy, donde podía permitirse como único jinete, una ruda y delirante galopada.
Abandona La Puerta, en su nostálgica marcha hacia Timotes
Al concentrarse el poder político y militar en manos de Juan Vicente Gómez, desarmando y desarticulando las montoneras locales y regionales, Eulalio abandonó La Puerta. El general Gómez, durante los primeros años de su gestión, logró la creación de un solo ejército, y la centralización del mando en una sola persona: Juan Vicente Gómez. Solo él mandaba en todos los lugares del país. La Puerta, uno de los pueblos de mayor resistencia y oposición a su gobierno, había sido neutralizado por hombres como Eulalio Ruz, a quien le decían Coronel.
En 1910, Don Eulalio realiza la marcha que venía meditando en los años previos. Al llegar a los Pozos, pasó a contemplar el valle que se extendía a lo largo del Bomboy, pero no era algo que mantenía su atención, ni le producía nostalgia. Sentía cierto fastidio, y además, las cosas pasaban tan rápido con la cabalgada que apenas tenía tiempo para recordar lo que abandonaba. Sobre el lomo de «Safrisca» su mula consentida, la que no lo abandonaba; se mudaba a otro pueblo en el que se sentiría más cómodo y podría olvidar, lo que realmente era y fue: el hombre del rejo escarmentoso y violento.
Como él, gran parte de los que participaron del despojo, vendieron las tierras indígenas, hasta el cura José Asunción León y su hermano Lucio, vendieron, dizque no se podía con los espantos y eso era asunto de exorcistas. Pocos de los adjudicatarios se quedaron a consolidarlo como pueblo.
La Puerta, continuará con su rumbo al progreso con otras gentes que llegaron de otros lugares, con ansias de trabajar y progresar, con otras visiones de sus nuevos caudillos, con sus virtudes y debilidades, sus creencias, tratando de superar sus dificultades colectivas.
De temido gamonal gomecista, se transformó en Don Eulalio Ruz
En 1911, se encuentra residenciado en Timotes, y establece ahí su centro de negocios; asimismo, se va vinculando a las autoridades y personalidades de poder de dicha población, que lo respetaron, ya que iba precedido de su fama de afecto a la dictadura gomecista. En este año, el padre Buenaventura Vivas, da inicio de los trabajos de construcción del templo de Timotes.
En el año 1914, quedó inscrito como uno de los más importantes colaboradores de la Iglesia, pues costeó el 4° Arco de la Basílica Menor Santa Lucía, obra impulsada por Monseñor Vivas, a quien le gustaba mucho el dinero. Cuando Don Eulalio se mudó a Timotes hace gran amistad con él, porque coincidían en algo: amasar y contar morocotas y quien le colaboraba en la construcción de la Iglesia lo libraba de pecados. Eulalio en Timotes, vivió solo con su personal doméstico, dedicado a su actividad comercial y a la Iglesia y era muy respetado por las autoridades porque se le tenía como un personero de la dictadura gomecista.
En el arco número 4 del templo, se puede leer lo siguiente: “Costeado por el señor Eulalio Ruz”; ya no se hace llamar Coronel. Posteriormente, en 1921, financia el Altar Mayor de esta basílica, lo que quedó asentado <<en uno de los escalones se puede leer «regalado por Eulalio Ruz, 1921»; y en el ala derecha del mismo, la misma inscripción: «regalado por Eulalio Ruz, 1921>> (Espinoza, 145). Con estas colaboraciones económicas, se fue ganando la indulgencia de Monseñor Vivas y la simpatía de la gente, su actividad comercial lo convirtió en un hombre sumamente rico y esto, además, le iba granjeando la fama de un buen ciudadano de dicha población.
Eulalio, tenía mucha tierra en los Aposentos, en donde sembraba trigo, maíz, arveja y papa y además, como fuerte comerciante, compraba cosechas enteras en el sitio a distintos agricultores, las cuales comercializaba con Timotes, donde tuvo su casa principal de negocios.
Entre 1891 y 1910, fue de hecho, Eulalio Ruz el “pacificador” violento que con la gavilla de los hacendados y gamonales, autorizados por el gobierno regional logró desaparecer todo vestigio de la Comunidad Indígena Bomboy, de La Puerta. A eso, debemos agregar que en el contexto del repoblamiento de La Puerta -sin negros y sin indios-, como proyecto oligarca de “progreso” de 1890, este antihéroe con sus virtudes y fallas, con sus cuestionadas acciones y ambiciones, conducta generalizada en los gobernantes y caudillos de aquel tiempo, fue una de las figuras destacadas entre los años finales del siglo XIX y los comienzos del siglo XX trujillano.