Don Bosco, m a e s t r o e s p i r i t u a l

 En este tercer especial dedicado a  la palabra y obra de Don Bosco, tenemos como invitado al padre inspector de los Salesianos en Venezuela, Francisco Méndez quien nos abundó sobre el pensamiento y obra de Don Bosco enfocado en nuestras realidades

De Don Bosco se cuenta, que a pesar de los grandes problemas y contratiempos que sufrió, fue capaz de vivir la espiritualidad cristiana con alegría. Si no lo hubiera hecho así no hubiera sido capaz de convencer ni de acompañar a aquellos jóvenes en su maduración cristiana. Esta alegría de Don Bosco estaba fundamentada en la esperanza, y no en un inocente optimismo.

Y aunque llamados a vivir también nosotros con esta carga de alegría, no podemos dejar de hacer mención de lo que sentimos en estos tiempos difíciles vividos en el país. Es sano recordar que están con nosotros las preocupaciones y las alegrías. Ese binomio es parte del equipaje de cada uno, y es ilusorio dejar de responsabilizarnos de ellas, y pretender vivir sin esa realidad.

Maestro espiritual

En este tercer especial dedicado a la palabra y obra de Don Bosco, tenemos como invitado al padre inspector de los Salesianos en Venezuela, Francisco Méndez quien nos abundó sobre el pensamiento y obra de Don Bosco enfocado en nuestras realidades. “En su condición de maestro espiritual, Don Bosco tiene mucho que decirnos, por ello es oportuno que también hagamos el esfuerzo de asumir actitudes como las suyas ante nuestras alegrías y preocupaciones”, comenzó diciéndonos.

Se acentuó sobre la libertad en los hombres. “Es bueno recordar que gozamos de libertad para vivir preocupados o alegres, pero también conviene recordarnos la conveniencia de no sobrecargar en los hombros los desastres que no son sólo míos, y que me inmovilizan desde adentro. Nos puede ayudar el recordar aquella fábula: el hombre que va ante el sabio porque siente que en su interior hay una lucha: dos lobos, uno muy humano, dócil, amigo; el otro, feroz, violento, vengativo… y se pregunta a sí mismo y al sabio: ¿Cuál de los dos vencerá? El hombre sabio, sin titubear le responde: ¡el que tú alimentes!”

¿Qué es alimentar?

Alimentar las alegrías o las preocupaciones determina formas diversas de vivir la propia vida. Somos libres de hacer lo que creamos más conveniente. Por esto, es necesario revisar hoy, ante la demanda de alegría y esperanza, aquello con lo que estamos llenando a diario nuestro corazón.

Con intención de animarnos en la fe, el padre Méndez nos ofrece algunas «recargas» que nos vendrían muy bien para estos tiempos difíciles:

-Esperanza compartida: dice el papa Francisco que la verdadera esperanza consiste en la certeza de que «Dios se va a rebelar, por lo tanto no todo está terminado, ni decidido». Esta esperanza es esclava de uno mismo si no se comparte, es tímida si no se expresa, es irrelevante si no se contagia, es débil si no mueve corazones, manos y pies…

-Sentido crítico: es cierto que las verdades no se sacrifican, pero tampoco deben matar al contrario. Estamos llamados a tener criticidad, capacidad objetiva de ver lo bueno y lo malo, de sinceridad ante las situaciones; esto nos ayuda a no vivir autoengañados, a no autocensurarnos, a no utilizar la crítica para figurar y acabar con los otros.

Espiritualidad: una vida llena de Dios, pero del Dios verdadero, no seudoreligiosa, esclava de la autorreferencialidad, el individualismo y el espontaneísmo. Vivir unido a Dios es el deseo de toda religión o de búsqueda de trascender la humanidad; sacrificar lo grande de la persona, enmudecer ese deseo de «más» que todos tenemos.

Autoformación: sin formarnos perdemos el ritmo del tiempo, de la familia, de los muchachos, de la gente, de la historia. La responsabilidad en la propia formación va más allá de cualquier norma, es una respuesta a Dios, y a los hermanos, es un crecimiento responsable y adulto.

Paciencia laboriosa: sin apuros, pero no detenidos, no estancados, no apabullados por la flojera, los brazos cruzados. Quien cae en el juego de la paciencia pacífica podría perder los mejores años de su vida, los años más productivos, la claridad de los años dorados, la paz y libertad de los años seniles.


Un mensaje

“Espero que con esta conversación con Diario de Los Andes, podamos escribir una historia distinta, mejor, más digna del gentilicio venezolano, donde nos atrevamos a ser diferentes porque nos abastecemos de una fuente verdadera, Cristo, el Señor, que nos anima a vivir siempre apegados a la verdad y a la justicia”.

Recargados en la fe y esperanza de Don Bosco, podremos hacerle frente al mal tiempo, no sólo con una buena cara, sino con un buen plan para comenzar a levantar lo que haya que reconstruir. Todos podemos ser como Don Bosco, si soñamos y pensamos como él. ¡Dios nos acompañe en nuestros esfuerzos!

Todos somos Don Bosco, si soñamos y actuamos con él

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