Los dotes de Don Bosco eran infinitos, entre ellos tenía uno de gran significación y que fue muy importante para edificar su obra con Los Salesianos, y es que era capaz de hacer sentir a todos sus muchachos, y a cada uno en particular que eran queridos, que eran magníficos, estupendos y que tenía grandes planes para cada uno de ellos, porque eran los planes de Dios.
De hecho, con fuerte convicción, Don Bosco tenía la gran capacidad de hacer que sus muchachos experimentaran la vida como fiesta y la fe como felicidad.
Ese fue el gran don o uno de los grandes dones de Don Bosco. Tenía la capacidad de hacer de la vida ordinaria, cotidiana, pesada, cansada, con hambre y sed no pocas veces, un motivo para vivir en fiesta. Y tal como era don Bosco, ayudando a sus muchachos a sentirse muy felices al amar a Dios y ser amados por Él. Digno y propio de un verdadero genio de la pedagogía.
En lo anteriormente expresado Don Bosco lo puso de manifiesto con: Pablo “Pablito” Albera, quien luego siendo ya Salesiano contaba esto, en referencia a esa famosa fotografía en la cual don Bosco está “posando” confesando a uno de sus muchachos y con otros muchos alrededor, escribió: “ ¡Don Bosco era amor el que atraía, conquistaba y transformaba nuestros corazones!… Todo en él ejercía en nosotros una poderosa atracción: su mirada penetrante y a veces más eficaz que una predicación; un sencillo movimiento de cabeza; la sonrisa que le florecía continuamente en los labios, siempre nueva y diferente, y sin embargo siempre serena; la flexión de la boca, como cuando se quiere hablar sin pronunciar palabra”.
Muchas de esos pensamiento se vieron reflejados, cuando hace mucho se proyectó la película ‘La vita è bella’, la misma conmovió profundamente, el amor de un padre y también la genialidad que tenía de hacer vivir a su hijito el horror del campo de concentración como una aventura, como un juego a veces, como un motivo para sorprenderse. Alguien podrá decir que ese padre lo único que hacía en la película era engañar a su hijo. No. No es así. Ese padre tuvo la genialidad, por amor, de hacer que su hijo viviera la realidad (la única que existía) de tal modo que el horror de cada día no lo destrozara, permitiendo que la sonrisa y la luz del rostro no desaparecieran nunca.
Don Bosco fue un maestro en esto. Fue un genio en saber encontrar felicidad y motivos de esperanza en las pequeñas cosas, en las atenciones que se dedican a todos, en los gestos sencillos que pareciera que se perdían en lo ordinario de cada día pero que tienen una gran importancia y un grandísimo valor.
Preciosa herencia
Y esta es una herencia preciosa que ha dejado Don Bosco a sus Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, a toda su familia salesiana: la de ser hombres y mujeres que buscan cada día el don de la simpatía para el encuentro con los muchachos y muchachas, con un sentido muy concreto y real del encuentro con cada persona, también con el más tímido, con el que se siente con menos cualidades y dones. Mujeres y hombres, capaces de dar siempre el primer paso cuando se trata de llegar a los jóvenes, que buscar acercarse a todos con respeto, con el deseo de comprender y ayudar, con la alegría de estar presentes entre ellos en particular los más necesitados. Esta es la ‘amorevolezza’ salesiana: un verdadero afecto como educadores en el que hay al mismo tiempo calor humano y delicadeza espiritual.
Por esto y mucho más cada muchacho del Oratorio de Don Bosco se sentía el más querido por él, como si fuese único. He aquí un hermoso motivo para celebrar a lo grande su fiesta en este año 2022, viniendo de un año difícil a causa del Covid-19 y sus consecuencias, mientras confiamos en que lo podremos superar pronto, cooperando entre todos con el cuido y prevenciones.
Hagamos del espacio educativo, de nuestra casa Salesiana y Parroquia María Auxiliado, de cada encuentro personal, un motivo para sentir que la vida es bella, es bonita, merece la pena que sea vivida como lo que es, don de Dios, y por lo mismo ser vivida como una fiesta aún en los días grises, y llena de la luz que viene del abandonarse y confiar en el Dios de la vida.
Que la Fiesta de Don Bosco esté llena de las bendiciones de Dios y de la presencia materna de María, La Madre Auxiliadora.
LA HISTORIA DE DON BOSCO Y PABLITO
El muchacho que está confesándose con Don Bosco en medio de un montón de niños y jóvenes en aquella foto famosa de 1861, es Pablo Albera, un muchacho que se convirtió en Salesianos y fue el segundo sucesor de Don Bosco.
“¡Vení, Pablito, vení!”, lo llamó, invitándolo a ocupar el reclinatorio para esa foto que será por sí sola toda una catequesis, una descripción del ambiente de escucha y de confianza que Don Bosco siempre quiso crear entre sus muchachos. Pablo Albera sea un nombre digno de recordar en la memoria salesiana. (Con Información de: Salesianos Valera, Parroquia María Auxiliadora y Boletín Salesiano.)
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Por: Elvins Humberto González