Dominicus

31 de diciembre de 2017  /  La Sagrada Familia de Jesús, María y José

Ciclo B Color: Blanco

PRIMERA LECTURA (Gn 15, 1-6; 17, 5; 21, 1-3)

Lectura del libro del Génesis.

En aquellos días, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: “No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande”. “Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?”. Después añadió: “Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero”. Entonces el Señor le dirigió esta palabra: “No, ése no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti”. Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: “Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Y le dijo: “Ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que Yo te he constituido Padre de una multitud de naciones”. El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa. En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano. Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le puso el nombre de Isaac.

Palabra de Dios.

A. Te alabamos, Señor

SALMO RESPONSORIAL (Sal 104, 1b-6. 8-9)

R. El Señor, se acuerda eternamente de su Alianza.

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas; canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! R.

¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro! R.

¡Recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca! Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido. R.

Él se acuerda eternamente de su Alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac. R.

SEGUNDA LECTURA (Heb 11, 8. 11-12. 17-19)

Lectura de la carta a los Hebreos.

Hermanos: Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. También por la fe, Sara, siendo estéril, recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quien se había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

Palabra de Dios.

A. Te alabamos, Señor.

EVANGELIO (Lc 2, 22. 39-40)

(breve) Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.

A. Gloria a ti, Señor Jesús.

 


Reflexión

Pbro. Tomas Espinosa

Muy estimados hermanos y hermanas, hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, fiesta para contemplar en Jesús, María y José, la mejor escuela, escuela de piedad, escuela de amor. En la familia de Nazaret, la familia cristiana encuentra un modelo de vida, un faro de luz. Hasta ahora se discute sobre la definición de una familia. Lo que a menudo se olvida es que la familia se define ante todo por el cuidado que se dan los unos a los otros. Una familia puede estar compuesta por todos los miembros ideales que se puedan desear, pero si esto no está acompañado de una fidelidad real en cuidarse los unos a los otros, la imagen ideal no servirá para nada. Esto mismo es válido para las comunidades. Las hay que tienen una forma “ideal”, en cuanto al número, a la variedad de edades, de los talentos, por la estabilidad, etc, pero si no se considera importante “tomar consigo” con verdadero cuidado a los y a las que Dios nos confía, la comunidad no será viva ni fecunda. Hoy más que nunca debemos poner atención sobre los valores que deben iluminar nuestras familias, el amor, la fe, la esperanza. En la Sagrada familia contemplamos como los problemas y las dificultades no turbaron su armonía, para ellos el centro era Jesús, y con la mirada fija en El, pudieron  pasar las vicisitudes. El amor de José y María afronto momentos difíciles  en Nazaret, en Belén, en Egipto, ensenándonos que en la prueba el amor se renueva, en los momentos difíciles el amor se hace fuerte. La santidad del núcleo familiar de Nazaret reside propiamente aquí, en la fe en medio de las tempestades, no en la tranquilidad exterior, sino en esa fe inquebrantable donde actúa la gracia de Dios. María y José nos enseñan a abrazar y acoger a Dios en el seno de nuestras familias, en nuestros hogares, pues es así, que Jesús al centro nos irradia su luz, nos protege y  nos fortalece. Como escribe el Abate Mario “ María y José nos enseñan a vivir toda relación familiar y comunitaria con el corazón atento a la presencia de Cristo en medio de nosotros, que es una presencia divina hecha Niño, hecha pobre, frágil, incluso amenazada, para hacernos sensibles a la ternura que pide cada corazón humano. Para vivir en comunidad, para vivir en familia, para vivir en la Iglesia de Dios, el amor necesita estar de acuerdo con la fragilidad que el Hijo de Dios asumió a lo largo de toda su vida humana, desde el pesebre hasta la cruz”.  Que la Sagrada Familia de Nazaret proteja a nuestras familias y nos enseñen a vivir con fe, amor y esperanza en el camino de la vida, confiados plenamente en Dios Nuestro Señor ¡Feliz domingo para todos!

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