24 de diciembre de 2017 4º domingo de Adviento
Ciclo B Color: Morado
PRIMER LECTURA (2Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16)
Lectura del segundo libro de Samuel.
Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña”. Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”. Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: “Ve a decirle a mi servidor David: ‘Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre’”.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor
SALMO RESPONSORIAL (Sal 88, 2-5. 27. 29)
R. Cantaré eternamente el amor del Señor.
Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: “Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo”. R.
Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”. R.
Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. R.
SEGUNDA LECTURA (Rom 16, 25-27)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: ¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la buena noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha manifestado! Éste es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor
EVANGELIO (Lc 1, 26-38)
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar este saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor; que se haga en mí según tu Palabra”. Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.
A. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Pbro. Tomas Fernando Espinosa Aguilar
En esta noche santa, donde Dios invisible se hace visible, en esta noche santa donde El me ve y yo le veo… Muy estimados hermanos y hermanas, desde que iniciamos el camino del adviento, nuestra oración llena de esperanza y gozo nos ha ayudado para prepararnos interiormente, prepararnos espiritualmente para celebrar la navidad. Como decía san José María “Dios se ha hecho así de pequeño, un niño, para que nos acerquemos a él con confianza” Misterio de amor, que nunca termina de sorprendernos. En esta noche santa, donde Dios Padre habla a cada uno, cristiano y no cristiano, nos habla de corazón a corazón, desde el corazón de su hijo Jesús. Decía el Papa Francisco en estos días “La navidad es la manifestación de Dios por cada uno de sus hijos, por ti, por mi, por todos, para salvarnos, levantarnos de nuestras miserias, levantarnos de nuestras dificultades, de nuestras culpas”. Dios viene a visitarnos con su paz, su presencia nos llena de alegría, porque el transforma nuestro corazón, el Belén de nuestro corazón, donde se une el cielo y la tierra. La invitación para cada uno, a entrar y contemplar como los pastorcitos, y dejarnos envolver del misterio de la historia de nuestra salvación. Dejémonos transformar de la humildad del pesebre, donde ha querido nacer el Hijo de Dios. Ahora bien, es necesario el silencio y así poder escuchar lo que nos viene del alto, entrar con el deseo de verle, liberándonos de la esclavitud de la exterioridad, vaciándonos de nosotros mismos, para llenarnos de Dios. En esta noche santa donde Dios toca nuestro corazón, y nosotros tocamos el suyo. Dios con nosotros, presente…a nuestro lado. Pidamos en esta Navidad que celebraremos hoy, pidámosle a Jesús que venga en el belén de nuestro corazón, en nuestras familias, en nuestros hogares, que entre en nosotros, en nuestra alma, que su luz nos rodee, que su amor nos envuelva, que su presencia nos proteja, transformándonos, renovándonos. En la noche santa, en la que Dios se manifiesta en la humildad de un niño recién nacido, pidámosle que la alegría de este día nos haga verdaderos hijos de Dios. Vayamos pues con alegría al portal de Belén, vayamos pues con alegría de la mano de José y María, al encuentro de su hijo Jesús. A todos les deseo una serena, santa y feliz Navidad.