Francisco Rodríguez, asesor económico del candidato presidencial Henri Falcón, asegura que “lo urgente” para Venezuela “es darle un vuelco a la economía del país” y para eso es necesario cambiar la forma de pensar en el ámbito económico. Enfatizó que “todos los venezolanos están de acuerdo” con la premisa de que “en estos momentos Venezuela no está funcionando”. Defiende la propuesta de la dolarización, a su juicio, este es el mecanismo “más sencillo” para acabar con la hiperinflación. “No es la única forma que hay, pero sí la más rápida”, recalca
100 $
“Durante el primer año de un eventual gobierno de Falcón, la meta es que el salario mínimo sea de 100 dólares”: Francisco Rodríguez
Para el asesor económico del candidato presidencial Henri Falcón, Francisco Rodríguez, dolarizar la economía con el objetivo de “parar la hiperinflación en seco” durante el eventual primer mes de gobierno de Falcón, daría paso a una transformación económica nacional casi de manera inmediata.
Explica que durante el primer año de un eventual gobierno de Falcón, la meta es que el salario mínimo sea de 100 dólares para luego incrementarlo paulatinamente, a 400 dólares. “Eso es lo que queremos llegar al final del primer año de gobierno. Y todavía ese sería un salario relativamente bajo con respecto al del resto de la región, que está alrededor de 400 dólares, al que estimamos podemos converger en los primeros cuatro años”, agregó.
El plan, llamado “La gran transformación”, tiene previsto recuperar la economía con una serie de acciones que involucran la dolarización y el regreso de empresas expropiadas al sector privado. Rodríguez asegura que con el uso de esa divisa en Venezuela se logrará detener la hiperinflación porque “no hay ningún país dolarizado que tenga una hiperinflación, ya que el gobierno no puede imprimir dólares”.
También puntualiza que hay otras formas de salir de la hiperinflación pero que son procesos que tomarían mucho más tiempo, colocando como ejemplo a Argentina. “Este país (Venezuela) no aguanta 6 años más de hiperinflación”, recalca.
La propuesta
La propuesta central de Francisco Rodríguez es llevar adelante una enmienda constitucional para cambiar el artículo 318 de la Carta Magna, permitiendo así la libre circulación del dólar. En ese sentido, propone una caja de conversión que asegure que los bolívares en circulación van a estar respaldados por dólares.
Reiteró la propuesta de la tarjeta solidaria, que otorgará 10 dólares a niños y 25 dólares a adultos como programa de ayuda en el proceso de transición que asegura “será dificultoso”. Esta idea no ha sido muy bien vista por los economistas, al considerarla similar al la presión deficitaria que suma la reciente práctica populista y clientelar de repartir “bonos” a través del carnet de la patria, los cuales no son fruto de un mejor desempeño productivo.
Paso seguido, tienen previsto levantar el control cambiario para el “restablecimiento de la libertad económica”. Para salir de la crisis también se pretende pedir financiamiento para impulsar todos los sectores y así, recuperar las industrias que van a generar ingresos. Estiman que van a requerir entre 15 mil y 20 mil millones de dólares. Y finalmente aclaró que la deuda que deje el presidente de la República, Nicolás Maduro, no será pagada hasta que se estabilice la economía.
Muchas preguntas por contestar
El economista Ricardo Hausmann es uno de los duros críticos del un proceso de dolarización en el contexto venezolano. Insiste que debemos preguntarnos si, a largo plazo, la dolarización es el esquema monetario más adecuado para Venezuela.
“Eso depende de si los salarios en Venezuela, medidos en dólares, pueden ser relativamente estables a lo largo del tiempo. En un estudio comparativo de unos 50 países publicado en 2006, Roberto Rigobón, Ugo Panizza y yo estudiamos la inestabilidad a largo plazo de una estadística equivalente al salario de equilibrio medido en dólares. Demostramos que esta variable es en promedio 3 veces más volátil en países en desarrollo con respecto a países desarrollados. El más volátil de la muestra fue Nigeria, seguido de Venezuela. Resultados similares los obtuvo mi colega Miguel Ángel Santos en un estudio en que encontró que los salarios y el desempleo en Venezuela son mucho más volátiles que en EEUU y no están sincronizados con éstos. La implicación es que, si Venezuela se dolariza, va a enfrentar un importante dilema: o los salarios van a ser estables, pero el desempleo va a ser muy inestable o el desempleo va a ser estable, pero los salarios en dólares van a tener que ser muy inestables, con largos periodos de caída de salarios y de deflación, cosa que podría ser un inconveniente y además inconsistente con la legislación laboral vigente”.
Esta es la razón por la cual Hausmann se pregunta: “El que proponga la dolarización en Venezuela nos tiene que decir, en detalle, ¿cómo va a hacer para cuadrar las cuentas fiscales?, pues la dolarización va a hacer esa tarea más difícil. Nos tiene que decir, en detalle, ¿cómo va a aumentar la capacidad de importación del país?, porque la dolarización nos lo hará más difícil. Nos tiene que decir, en detalle, ¿cómo va a obtener financiamiento externo?, si la comunidad internacional se opone, como probablemente lo hará, a apoyar la dolarización. Y nos tiene que decir, en detalle, ¿qué reformas a las actuales leyes laborales y de seguridad social van a proponer para hacer que los salarios y pensiones puedan adecuarse en el tiempo a los vaivenes de una economía tan volátil como la nuestra?”.
En la opinión de otro economista, Víctor Álvarez, en el corto plazo, el beneficio de dolarizar es que se frenaría en seco la hiperinflación. Explica que Ecuador sufrió inflaciones de dos dígitos a lo largo de veinte años, pero a partir de la dolarización en el año 2000, el promedio de inflación apenas llega a 3,8 %. Desde entonces, el ingreso per cápita ha crecido 114%, liberando a más de tres millones de ecuatorianos de la pobreza extrema y ahora el desempeño del Ecuador dolarizado está entre los mejores en América del Sur.
Sin embargo Álvarez añade: “cuando un país subdesarrollado, con una baja productividad, adopta la moneda de una potencia económica que lo supera ampliamente en niveles de productividad, difícilmente la producción agrícola o industrial del país dolarizado podrá competir internacionalmente”.