Escribir sobre un tema profundo, complejo, el que se anuncia en el título, desde el punto de vista jurídico, ético o religioso, requeriría un espacio mayor. Las circunstancias obligan a estimular la reflexión sobre lo que cada día produce más preocupaciones: los ciudadanos venezolanos, demócratas o no, (todos no, por supuesto) se comportan de manera ligera, irreflexiva e irresponsable. Hay un Mandamiento de la Ley de Dios que señala: “No levantarás falsos testimonios, ni mentirás”. Lo menciono -un recordatorio- para quienes honestamente creen en las enseñanzas de Jesús Cristo, pues forma parte de 10 Mandamientos que nuestro Padre dio a Moisés, para que orientara y guiara, la conducta de los humanos, en una época también compleja. La calumnia, palabra que viene del latín, “calvi”, engañar; se la usa a menudo para explicar que algo dicho no es verdad: “me están calumniando” se comenta, o, es “una calumnia”, para expresar: “no es verdad”. Desde el punto de vista jurídico, la calumnia, es un delito contra la Administración de Justicia. Dicho de manera resumida, ocurre cuando alguien -conociendo la verdad de un hecho delictivo- le oculta a quienes la ley obliga a investigarlo, la verdad del hecho y cambia – ex profeso- el rumbo de la investigación. Se considera grave, aproximadamente 10 años de cárcel. Por otra parte, están la difamación y la injuria, que progresivamente, en todo el planeta se aspira a eliminarlas como delito. Se trata de los insultos, (injuria) delito de menor cuantía, mientras la difamación, es cuando se expone a una persona al desprecio u odio público o, que resulte ofensivo a su honor y reputación. Señalando situaciones expresamente determinadas. Es un delito de acción privada, donde la intención de dañar debe ser probada, cuestión que no es fácil. Son delitos subjetivos, de alguna manera expresan una opinión. ¿Puede ser la opinión un delito? Allí está el quid del problema. Contrasta la ley, con la forma terrible que desde los medios oficialistas ciertos programas denigran contra personas de la oposición. Es por la vía de las redes sociales, donde hay una especie de competencia para ver quien dice las cosas más terribles sobre nuestros luchadores y sacrificados líderes. Muchos de quienes se dicen opositores, escriben sin pensar, no miden las consecuencias de lo que dicen, son peores que el gobierno, al que dicen adversar. No es una situación acabada. Volveré sobre ella.
* Profesora UCV