Diana Rengifo, el niño Mario y el burrito | Por: Pedro Frailán

 

«Quiero iniciar este relato con una crónica muy trujillana aunque yo no soy trujillana, al llegar aquí a la ciudad de la Tierra de María Santísima como lo sostuvo Mario Briceño Iragorry en su libro “Mi infancia y mi pueblo”. Me hice amiga de doña Victoria Manceda de Maldonado, excelsa maestra de aquí de Trujillo y quien le impartió clases a Mario Briceño Perozo. Comenta ella que el niño Mario llegaba en un burrito, en él traía una sillita o banquito y una pizarrita. Recuerda que para esa época, el alumno contribuía con el inmobiliario para cumplir con sus estudios. El niño Mario en el tiempo de la clase, en varias oportunidades pedía permiso para ir a darle una vueltica al burrito.

Cuando llegó aquí a Trujillo en la década del setenta, venía con buena formación académica, ya era egresada en Historia, de la Universidad Central de Venezuela, educada por buenos maestros entre ellos recuerdo a Germán Carrera Damas, Federico Brito García, Manuel Caballero, entre otros. Además, había tenido la oportunidad de doctorarme en Historia en la Universidad Complutense, en España, y traer el título del diplomado en Archivología de la Biblioteca Nacional de Madrid.
Al llegar nuevamente a Venezuela, trabajé en la Academia Nacional de la Historia, en el Departamento de Archivo con el Dr. Guillermo Morón, eminente historiador de corriente académica adversa a la UCV, era director de la Revista Shell, y mi padre que era de formación comunista (César Rengifo), no quería que trabajara ahí. Me fue muy bien, aprendí mucho del maestro Guillermo, fue un gran guía y amigo hasta su reciente muerte, la cual he sentido mucho.

Al llegar a Trujillo a trabajar en el Núcleo Universitario “Rafael Rangel” de la Universidad de Los Andes, ambientarme me costó un tiempo, no se crea una sociedad pequeña comparada en la que yo me desenvolvía, era conservadora, por tanto un poco cerrada. Fuimos varios de la Central que llegamos al Núcleo. Que está próximo a cumplir cincuenta años. Lo que fue la UCV, la UCAB, la diáspora chilena, la LUZ, contribuyeron mucho con el personal académico para esta extensión, más que la misma ULA – Mérida. Quien venía de allá lo hacía en un sentido de castigo.

Aquí, en primer lugar se planteó ser un núcleo para la carrera de Educación, luego Lengua y Literatura, Historia, Geografía, Lenguas Modernas, Ciencia de la Tierra, Ciencias Agrarias, Ingeniería Agrícola y la de técnicos superiores se inició en la sede de Carmona. Recuerdo que el primer vicerrector elegido por votación popular fue Jesús Enrique Zuleta. Quien estuvo por un periodo de más de dos años. El equipo estaba integrado por Jorge Linares, coordinador académico, Armando González, coordinador administrativo, Dimitri Briceño, extensión y cultura. Yo estuve en la dirección de la biblioteca.

Esta fue una época dorada. Recuerdo que nos planteamos hacer un curso de cocina vegetariana para compartir en equipo y también nuevas estrategias de trabajo. Se dieron algunos problemas y Zuleta renunció. Lo sustituyó Henry Montilla, ganando el siguiente período y prosiguió en la conducción del gobierno universitario. En ese tiempo nos mudamos para la Villa, eso fue durante el gobierno de Jaime Lusinchi. Fue una etapa dura, sobre todo de ambientación, el calor era infernal, poco arborizado, un desierto, los alumnos se desmayaban, eso nos correspondió como fundadores.

El Núcleo llegó a tener uno de los mejores centros de investigación del país en Literatura, es que Isidoro Requena, estimulaba mucho a su equipo de trabajo, a Víctor Bravo, Nereida Parada, entre otros. Así, varios centros de investigación publicaban sus revistas, libros, fascículos, memorias de los eventos. Recuerdo otros vicerrectores como: Marifé González, Conrado Daboín, Juan Carlos Delgado, Gladis Gutiérrez, Ramón Pachano, Erick Brown, todos elegidos por votación popular; los últimos tres han sido nombrados a dedo, Ebert Lobo, Efrén Pérez y Geovanny Castellanos.

Son muchos los eventos que se han realizado en este tiempo, recuerdo los simposios de historia regional realizados en Trujillo, Valera, Boconó. Entre otros pueblos que fueron sede están San Lázaro y Santiago; la temática fue amplia, siempre desarrollando y discutiendo diversos temas de nuestra identidad, se había planificado en la zona baja, pero no se llegó a realizar. En los tres primeros simposios se editaron las memorias. También realizamos el Congreso de Federación del que se publicaron dos tomos.

En cuanto al Centro de Historia, yo soy individuo de número desde el 2003. Trabajé con el Dr. Marcos Rubén Carrillo, con mucha cordialidad y sin imposiciones. Esta fue una institución fundada por don Mario Briceño Perozo “el niño del burrito”, cuando fue gobernador de transición del gobierno de Larrazábal. Después de la era de Marcos Rubén, llegué a ser la presidenta del Centro de Historia, para mí un gran honor. Dolorosamente me correspondió estar presente por la intervención y desarticulación por parte del gobernador Hugo Cabezas, un crimen a la cultura trujillana».

 

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