Por: Francisco González Cruz
Una nueva utopía para Trujillo es necesaria, es de vida o muerte, en medio de esta soledad de ideas que es nuestra tierra natal. Siento que nos hace falta una inspiración profunda, auténtica, radical, audaz, capaz de movilizar las indudables energías positivas que tenemos como pueblo, como colectivo cuya cohesión es sustantiva, pero que ha dejado de ser inspiradora, movilizadora, creadora y desafiante.
Nos parecemos a las colas que cientos de paisanos hacen para poder comprar un kilo de leche en polvo, en medio del sol que abrasa pero que no calienta los espíritus, ni produce rabia. Algo muy grave nos pasa a los trujillanos. Y eso exige muy buenos diagnósticos y mejores remedios. Vamos para atrás. No hay sueños. Ni proyectos. Y los que existen dan pena, por su falta de imaginación, por su escasa innovación y por su poca trascendencia.
Es imperativo volver a nacer para que nuestra tierra no siga por este lento y aburrido deterioro. Tener de nuevo la fuerza creadora del germen inicial, de la energía original, de los sueños que alimentaron los mejores años de Trujillo. Hace falta anclar la esperanza en algo que nos sea familiar, conocido, posible, pero que tenga la virtud de despertarnos, de animarnos, de darnos la enorme dosis de energía que necesitamos para cambiar.
Trujillo quiso ser un centro de talento en las nuevas tierras americanas. Y lo intentó en serio y lo logró en parte. En sus primeros ciento veinte años fue un despliegue de iniciativas, de expansión, de inspiración. Fueron los mejores años de su historia. Vamos a ver que pasó en esos primeros tiempos para volver a ese nacimiento. A tomar esa energía inicial que nos trajo al mundo y nos dio esa impronta primigenia, tempranamente abortada por el Corsario francés.
La tarea es derrotar al pirata Granmont que se instaló aquí y pareciera que no se ha ido desde 1678. Parecía derrotado por las iniciativas de los años finales del siglo XIX y primeros del siglo XX (1840 – 1940). Pero nada, estamos sin esa fuerza primeriza, audaz, nueva. Tenemos un cansancio histórico. Una modorra atávica. Que es necesario sacudírsela con mucha fuerza. Con mucha determinación.
Buscar un punto de apoyo para construir la esperanza. Encontrar una base firme para anclar los nuevos sueños. Establecer un punto sólido válido para el arranque definitivo a lo que podemos ser como pueblo trujillano, merecedor de mejores perspectivas.
El sueño inicial me parece lógico. Volver al punto de partida luce apropiado al desafío. Y alimentarlo con lo mejor que hemos sido. Como personas, como cultura, como trabajadores, como íconos. Conversar sobre esto es necesario. Reunirnos para esto es vital. Nos tocó este tiempo y nos toca no ser parte de esa cola conformista, sino de la vanguardia que mueve, promueve y acciona.
FGC/julio/2013