Hoy el Dr. José Gregorio Hernández será nuevamente homenajeado por todos sus creyentes desde cada rincón del país y el mundo, a propósito de celebrar su nacimiento y su primera fiesta litúrgica como beato de la Iglesia Católica. El equipo de Diario de Los Andes visitó el Santuario Niño Jesús, de Isnotú, para captar testimonios de vida, esperanza y favores concedidos por el venezolano del futuro, el Beato José Gregorio Hernández.
Son muchas las historias sobre José Gregorio, cada una más impactante que la otra, como el caso de las gemelas Yeslaín y Yesleidi, quienes superaron una fuerte meningitis a los 9 meses de vida, cuando los doctores sólo preveían su muerte o el relato de Fanny Briceño, a quien José Gregorio no solo salvó de un accidente de tránsito, sino que además la visitó cada jueves durante sus ocho meses de embarazo.
“Mano Goyo” también está en las oraciones del pueblo trujillano y venezolano; pues como decía uno de los más reconocidos sacerdotes de Isnotú, Monseñor Prudencio Baños; “Él es nuestro Ángel de La Guarda” y añadía que los isnotuénses son afortunados por tener “Un Santo” en su propio pueblo.
Milagros de vida
Fanny Briceño, residente de Isnotú, cuenta que ha sido bendecida con la intervención del Dr. José Gregorio Hernández en par de ocasiones: “El primer milagro fue hace 39 años, cuando yo tenía 19 y estudiaba en la Universidad de Los Andes. Recuerdo que soñé durante tres noches seguidas que el jueves sucedería una tragedia, pero el sueño no dejaba claro qué pasaría; sentí miedo, y aquel jueves decidí dejar mi residencia en Carvajal e ir a mi casa, sin saber lo que me esperaba…”, relata Briceño.
“Al llegar al terminal y subirme en el vehículo, noto que viajaba una persona muy extraña entre el chofer y yo; llevaba un traje negro, corbata, sombrero y maletín, y aunque nadie vestía de esa manera para la época, lo más extraordinario era su actitud rígida, silenciosa y con mirada fija al frente del camino”, cuenta Briceño. “En la recta de Sabana Libre nos volcamos, yo salí proyectada del vehículo, los demás quedaron aprisionados dentro de él y cayeron a un precipicio; perdí el conocimiento, cuando abro nuevamente los ojos siento que estoy siendo llevada hacia la orilla de la carretera por un hombre, pero no logro ver su rostro. Las personas llegaron al sitio y yo les gritaba que rescataran a los demás. Cuando todos fueron auxiliados el carro explotó”, detalla.
Fanny cuenta en su testimonio que todos se salvaron, el chofer, los tres pasajeros del asiento trasero y ella, sin embargo, el sexto pasajero desapareció sin dejar rastro, nunca lo hallaron. “Cuando los cuerpos policiales nos llamaron a declarar, todos dijimos que en el vehículo íbamos seis personas; ellos investigaron y un año después nos citaron nuevamente, todos reiteramos la presencia de seis individuos, pero los funcionarios nos suplicaron que dijéramos que eran solo cinco para poder cerrar el caso. Tuvimos que mentir, pero estoy convencida que ese sexto pasajero fue José Gregorio Hernández”, sentencia.
Briceño expresa que el segundo milagro recibido por parte de José Gregorio Hernández fue la concepción de sus hijos: “Recién casada tuve una pérdida y allí descubro que tengo una malformación en mi útero, sin embargo pude quedar embarazada y dar a luz a mi hijo; mi alegría fue tanta que quise tener también una niña, pero mi cuerpo rechazaba los embarazos con solo un mes de gestación; tuve tres pérdidas, y aunque médicos y familiares me decían que desistiera, permanecí con mi fe intacta durante seis años, hasta que finalmente mi cuerpo aceptó la formación de un nuevo bebé”, dice Briceño y relata que sufrió mucho durante los ocho meses de embarazo, no obstante soportó el dolor porque cada jueves recibía una visita muy especial…
“José Gregorio Hernández me visitaba cada jueves, en mis sueños, me inyectaba el brazo izquierdo y me hablaba cosas muy claras, como el vislumbramiento que sería una niña y la advertencia que sufriríamos en el parto, pero que ambas sobreviviríamos”, Fanny detalla que efectivamente sufrieron muchísimo durante el nacimiento, ella perdió el conocimiento y su hija estuvo hospitalizada durante más de quince días.
“Al llegar a casa, tras un tiempo de recuperación en el hospital, el Dr. José Gregorio volvió a visitarme, esta vez estando consciente y me dijo que podía tener calma, que todo estaría bien. ¡Fue la última vez que lo vi!”, sentencia Briceño, quien hoy celebra la vida de su hija (27 años de edad) y la de su nieto (2 años de edad).
Los médicos no sabían
Un caso parecido es el de Elisa Pérez, oriunda de Acarigua, estado Portuguesa; madre de las hermanas gemelas Yeslaín y Yesleidi, quienes fueron diagnosticadas con meningitis a los nueve meses de vida: “Los doctores no daban esperanzas de vida, pero yo oré muchísimo y le encomendé al Dr. José Gregorio Hernández la salud de mis hijas. A los tres días de estar en emergencias, las niñas despertaron y lloraban con energía para que fuesen alimentadas, los médicos no se explicaban qué sucedía; pero yo sabía que era un milagro hecho por José Gregorio”, confiesa Pérez.
Devoción infinita
Aunque el Santuario de Isnotú ya no recibe la misma cantidad de visitantes que en otrora, la devoción hacia el Dr. José Gregorio Hernández mantiene vivo un pequeño movimiento de creyentes cada semana; como la familia Méndez Torres, de Boconó, quienes desembarcaron en el recinto eclesiástico para dar gracias al Dr. José Gregorio y adquirir una nueva imagen del beato para su hogar.
“Le pedimos a todas las personas que mantengan la fe y la esperanza que José Gregorio pronto será santo”, dice la madre de familia y desea bendiciones para todos los hogares venezolanos: “Que cada día estemos mejor”, sentencia.
Siempre me responde
Manuel Salvador Aguilar, habitante de la calle El Rosario, en Isnotú; cuenta que fue operado del corazón hace 14 años y confiesa que cada vez que visita el Santuario para dar gracias a José Gregorio, el beato siempre le contesta: “Actualmente me duelen las piernas, pero hoy estuve aquí, conversando con él y confío en que pronto estaré mejor. Él siempre me responde”, dice Aguilar.
“Quiero que todos vean a José Gregorio de una forma admirable, que tengan fe y devoción hacia él. Yo le pido, con mucho amor, que no desampare a Isnotú, que ya no tengamos que estar pidiendo tanto, que sea un pueblo bueno y próspero, que haya agua, luz y comida. ¡Que pronto todo se nos dé!”, sentencia, con esperanza, el abuelo, Aguilar.
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Por: Samuel González
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Fotos: Marcos Villegas
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