Lo que antes eran edificaciones provechosas y para el esparcimiento comercial, económico y recreativo, hoy no son más que fantasmas de bloques y concreto sin utilizar, ni mucho menos tomadas en cuenta por los gobiernos de turno para su restauración, inversión y servicio en favor de la ciudad.
Muchas han sido olvidadas por sus antiguos dueños; algunas la hiperinflación que atraviesa el país no las dejó seguir levantándose y a otras les hace falta un “cariñito” por parte del Estado.