Después del 16 de noviembre ¿Qué sigue?

El efecto contagio de Bolivia que anhelaba la oposición no se ha producido, al menos de momento

La oposición venezolana esperaba que la renuncia de Evo Morales como presidente boliviano y su salida del país en medio de acusaciones de fraude electoral y presiones de la cúpula militar, animarían a sus seguidores a echarse de nuevo multitudinariamente a las calles contra Maduro, como sucedió en los primeros meses del año, después de que Guaidó se declarara presidente encargado y fuera reconocido como tal por Estados Unidos, y la mayoría de países de la Unión Europea y Latinoamérica.

Pero las protestas del pasado sábado, como otras convocadas últimamente, estuvieron lejos de ser masivas y la permanencia de Maduro en el poder no parece más amenazada que antes.

Los venezolanos, que vivieron grandes manifestaciones y semanas de choque entre detractores del chavismo y sus fuerzas de seguridad en 2013, 2014 y 2017, se abstienen ahora mayoritariamente de participar en protestas de contenido político, una actitud que contrasta con la conflictividad creciente en otros países de la región.

A la caída de Evo Morales en Bolivia, se suman las semanas de contestación a las que se enfrenta el gobierno de Sebastián Piñera en Chile y un inminente paro nacional en Colombia.

Antes de eso, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, tuvo que anular la retirada de un subsidio a la gasolina que había anunciado ante la respuesta que encontró en las calles.

Aunque en Venezuela sigue habiendo con frecuencia pequeñas protestas por la falta de agua, gas o gasolina que sufren sus comunidades, las grandes movilizaciones han dejado de ser la tónica.

¿Por qué la tradicionalmente agitada Venezuela va ahora a contracorriente?

 

La oposición venezolana dejó de convocar protestas en las calles cuando el pasado mayo se inició -con la mediación de Noruega- una negociación con el gobierno.

El proceso fracasó, igual que el celebrado en República Dominicana entre 2017 y 2018, reforzando los argumentos de los sectores del ala más dura de la oposición, encabezados por María Corina Machado y su partido Vente Venezuela, que rechazan cualquier negociación con el chavismo.

Impacto internacional

El efecto contagio de Bolivia que anhelaba la oposición no se ha producido , al menos de momento.

Si Morales renunció cuando el alto mando militar y policial de su país le pidió que lo hiciera, en Venezuela, salvo esporádicas deserciones, las Fuerzas Armadas continúan del lado del gobierno.

La falta de concreción de las amenazas de Estados Unidos contra Nicolás Maduro ha sido otra de las razones que han hecho desinflarse a la oposición.

Washington repitió muchas veces aquello de que «todas las opciones están sobre la mesa» para derribar a Maduro, lo que parecía abrir la puerta a una intervención militar en Venezuela.

Pero el paso de los meses parece haber dejado claro que el gobierno de Donald Trump no va a ir más allá de la imposición de sanciones y la presión diplomática contra el mandatario chavista.

Por qué se cuestiona el liderazgo de Guaidó

Guaidó volvió a prometer el pasado sábado «mantener la protesta hasta lograr la libertad».

«¿A quién vamos a poner en su lugar?», se preguntan reiterativamente ciudadanos adversos al chavismo. Pero encuestadoras como Delphos detectan ya un descenso de su crédito entre la población.

Su rival Maduro tampoco sale favorecido en los sondeos y en las marchas progubernamentales, muchos de los asistentes suelen ser empleados públicos o pensionistas que reciben alguna compensación por acudir.

Pese a que a principios de año, Guaidó trató de descabalgar al chavismo mediante acciones fulgurantes y de impacto, como el intento de ingreso de la llamada «ayuda humanitaria» el 23 de febrero o el frustrado levantamiento militar del 30 de abril, ahora insiste en que «no hay una fecha mágica».

Pero en un país con una historia llena de golpes militares y caudillos que lo gobernaron de manera autoritaria, resulta difícil hacer que ese mensaje cale. Por ello muchos se preguntan qué hacer luego del 16 de noviembre.

Dolarización

 

Mientras tanto, ya Maduro habla sobre aceptar  la dolarización de la economía venezolana, la cual afirma no ve tal proceso como malo. Del otro lado los dirigentes de oposición parecen distraídos en una pelea visceral partidista entre sí. Si el chavismo oficializa esa dolarización, no solo el panorama económico puede mejorar, la coyuntura política también lo puede hacer, y una vez más se habrá perdido la oportunidad de capitalizar tan marcado rechazo popular a la llamada «revolución», rechazo que desde hace ya un tiempo atrás es más que suficiente para desplazar al chavismo del poder.

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