Matamoros (México), 6 mar (EFE).- El desmantelamiento del campamento de la fronteriza ciudad mexicana de Matamoros simboliza el fin de la brutal política migratoria del expresidente estadounidense Donald Trump, mientras decenas de personas llegan de nuevo a la localidad buscando cumplir el sueño americano.
Con el paso del último grupo de solicitantes de asilo a Estados Unidos, este viernes las autoridades del Instituto Nacional de Migración y del municipio de Matamoros, aceleraron la limpieza del sitio que por casi dos años fue habitado por centroamericanos, mexicanos y personas de otras nacionalidades.
Lo que en el 2019 «floreció» como un campamento, a orillas del río Bravo, bajo condiciones inadecuadas, quedó reducido a pilas de casas de campaña y toneladas de desechos que se calcula sean removidos en una semana.
«Fue una realidad muy triste, muy trágica, que nunca debió haber existido, pero existió. Ahora se corrigió, esperemos que jamás vuelva a pasar lo que hemos visto aquí», declaró a Efe la coordinadora de Caridades Católicas en el Valle de Texas, Norma Pimentel.
El asentamiento irregular, que colindaba con la ciudad de Brownsville, Texas, fue escenario de imágenes fatídicas como la muerte de Óscar y Valeria, padre e hija migrantes, que fallecieron ahogados cuando intentaban llegar a Estados Unidos.
El pasado 12 de febrero, el Gobierno de Joe Biden anunció la reapertura a partir del 19 de febrero de los casos de los solicitantes de asilo devueltos a México por un programa del expresidente Donald Trump.
Este programa, conocido como el Protocolo de Protección de Migrantes (MPP, en inglés) o «Remain in Mexico» (Permanecer en México), obligaba a estas personas a permanecer en México a la espera de sus citas en cortes de inmigración estadounidenses.
FUTURO INMEDIATO
En el campamento se llegaron a contabilizar más de 2.000 habitantes, pero con el paso del tiempo y el endurecimiento del Protocolo de Protección a Migrantes (MPP en inglés), muchas las familias abandonaron el lugar, mientras que otras, cansadas de las precarias condiciones, alquilaron casas en Matamoros y el número se redujo a 700 migrantes.
Tras 8 días del comienzo del cruce de familias a Estados Unidos, proceso en el que se dio prioridad a los del campamento, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reportó al viernes un total de 731 aspirantes a asilo que ya están reunidos con sus familias en territorio estadounidense.
«El campamento se cierra completamente. Todo migrante que está en México, que está en MPP, va a continuar con el proceso de Acnur», dijo Pimentel.
En la zona quedaron algunas personas que no han logrado ser llamadas por el Gobierno estadounidense, pero que tendrán que trasladarse a la Casa del Migrante para seguir con el trámite porque el área ha sido clausurada por las autoridades mexicanas.
UNA PREOCUPACIÓN MÁS
La reapertura de la frontera México-Estados Unidos a los solicitantes de asilo ha propiciado la llegada de grupos a la zona del Puente Nuevo para esperar una oportunidad, mientras niños y adultos ya duermen a la intemperie en colchonetas.
«Es preocupante, porque muchos grupos están llegando de todas partes a apostarse en las inmediaciones con el propósito de cruzar a Estados Unidos. No es posible», expresó el representante de la Casa del Migrante, Juan Antonio Sierra Vargas.
El Grupo Beta -agentes que orientan y asisten a migrantes- sostuvo una reunión con los migrantes que permanecen en el exterior de un edificio oficial sin uso, ubicado cerca de la aduana del cruce fronterizo, pero las familias no se retiraron del lugar.
LA MISMA HISTORIA
Medio centenar de ciudadanos de Honduras, El Salvador y Nicaragua viven hacinados en un espacio y enfrentan la dificultad que hace dos años vivieron los adscritos al MPP cuando fueron retornados de Estados Unidos.
«No hay albergues y nos hemos quedado aquí. No tenemos comida», expuso César Moncada, de origen hondureño.
Algunos activistas ya han comenzado a actuar, como el Resource Center Matamoros, para habilitar un refugio y atender la demanda que ha estallado en las últimas semanas.
«El campamento lo están desmantelando, no lo van a abrir y no tenemos posibilidad de entrar ahí», dijo el migrante que llegó acompañado de su esposa y dos hijos.