Muchas de las cosas que contiene esta columna han sido dichas y repetidas. Pero los problemas del ciudadano común, lejos de resolverse o aliviarse, se agravan progresivamente. De allí este llamado a todos los auténticos políticos de este tiempo a cumplir con la obligación de ejercitar la razón frente a la realidad.
Personalmente, al igual que algunos más, estoy harto de acumular hechos y noticias inútilmente. Cada día me siento más solitario. Impresionado por la inercia mental y las destrezas abstractas de dirigentes “opositores” que generan graves errores y peligrosas desviaciones. Ya basta de manosear torpemente la realidad sin tratar de cambiarla. El peligro está en que se genere más confusión, resignación y rechazo ante la ausencia de un verdadero pensamiento Político, con P mayúscula y principios firmes. Aunque existan dirigentes que hablen de política, no se está haciendo Política verdadera.
¿Qué puede sustituir a la Política cuando ésta va reduciéndose progresivamente? Recordemos que los vacíos políticos se llenan. Los espacios son ocupados por acciones de otra naturaleza originados por múltiples presiones económicas, militares, demagógicas o derivaciones del narcoterrorismo. La democracia desaparece cuando los dirigentes por temor, por cansancio, por escepticismo, por la naturaleza del electoralismo agudo, evitan enfrentar los problemas reales. Se colocan al margen de lo fundamental.
Todo tiene que ver con la Política. Invito a que analicemos más allá de los esquemas electorales y de las aspiraciones candidaturales, legítimas o no, la problemática nacional. Pero con honestidad, sin disimulos ni maniobras subalternas.
Yo vengo de una familia que sembró en nosotros inquietudes políticas. Quizás por eso me inscribí en la Juventud Revolucionaria Copeyana –JRC- a los quince años de edad recién cumplidos, a la caída de la dictadura perezjimenista. Desde diversas posiciones tanto en el partido COPEI, como en el Congreso y en otras actividades siempre vinculadas a lo mismo, traté siempre de dar al máximo. Pero confieso que al desaparecer la inmensa mayoría del liderazgo anterior a nuestra generación y muchos de la actual, una extraña sensación de soledad nos obliga a reflexionar sobre el presente y futuro que debemos afrontar.
Debo decir con claridad que yo no soy fiel al pasado. Lo mío sigue siendo fidelidad al futuro. A proyectos y metas no conquistados aún. No quiero limitarme a ser fiel a lo que ya he sido o hecho, sino a aquello que quería hacer y aún no lo he logrado. Pero, sin abandonar nunca los principios fundamentales que nos sembraron desde muy jóvenes fundamentados en la Doctrina Social de la Iglesia, cada día más vigentes y de necesario desarrollo.
Comparto plenamente lo señalado por la Conferencia Episcopal Venezolana desde hace bastante tiempo. Es necesario refundar la República, para lo cual es indispensable ponerle punto final al régimen actual.
@osalpaz
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