Desde el conuco | UNA VISITA Y UNA BUENA CONVERSA| Por: Toribio Azuaje

 

Ayer de tardecita Carlos, quien frecuenta visitarnos se acercó por la casa, viene desde «La Barrialosa» un caserío enclavado montaña arriba en estas serranías biscucuyenses. Luego de caminar seis largas horas cuesta abajo acompañado de su esposa y un casar de pequeños chavalos los vi llegar arropados para protegerse de la lluvia que había estado cayendo desde temprano en la mañana.

Prendimos el fogón y arrimamos una olla con agua para colar café y calentarnos un tantito el cuerpo, a la par le pusimos la toca a un racimo de topochos del patio que fue a parar a hervir en una improvisada sopa aderezada con aliños de la huerta para ahuyentar el rugir de las tripas. Mientras el agua del café hervía, los saludos y las anécdotas se entrecruzaban poniendo al descubierto el dialecto campesino que nos distingue como oriundos de estos montes.

¡Uno sabe cuándo sale pero no cuando llega! salimos a las once de la mañana, el aguacero nos retardó un tantico el viaje, cerro abajo nos resguardábamos en las casas que conseguíamos en el camino y fíjense a la hora en que llegamos.

¡Tienes suerte, te conseguí la semilla de café, en la próxima menguante te las bajo! Hay que aprovechar estas lluvias que están muy buenas pa’ sembrar. -Cierto, ya estoy preparando el terreno para sembrar  unas quinientas matas de cacao las voy a colocar onde está el cambural, ahí vienen saliendo unas bonitas matas de samán que son muy buenas pa’ la sombra. -Siembrele candilero hermano-

Así, mientras más se atizaba el fogón más cuentos se venían desmenuzando en una alegre noche que comienza a amenazar con dar paso a una larga conversa. La esposa de Carlos fue mi alumna en la Escuela Técnica, así los cuentos a ratos nos retraían a los momentos compartidos en aquella institución que formó tantos muchachos y muchachas afianzando la vocación agrícola de los hijos de nuestros campesinos. ¿Cómo es eso que el profe Ernesto se nos fue pa’ la España? -Bueno, su esposa es hija de español así que a las muchachas les dio por hacer vida por allá y a él no le quedó otra cosa que acompañarlas en el viaje, y por allá andan probando suerte como diría Guachanga su papá, Dios lo tenga en la gloria-

Fijáte que el otro día que pernoctamos aquí, al llegar a la casa nos encontramos conque se esbarrancó un árbol que alcanzó a llegar a metros de la casa, la borrasca lo arrancó de pata «emparo». Pa’ allá arriba hay árboles grandotes hermano, -La montaña está llena de peligros y sorpresas, son los riesgos de vivir en el campo que la gente citadina no conoce-

Entre anécdotas y cuentos llegaron las 11 de la noche, entonces decidimos dar un freno en la tertulia para ir a descansar. Mañana, ellos se van al pueblo a hacer sus diligencias y yo con mis obreros a socalar el terreno para sembrar la semilla que de muy buena fe me traerá el amigo en la próxima menguante.

 

 

 

 

 

 

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