“En general, quienes no tienen nada que decir invierten el mayor tiempo posible en no decir nada”.
James Russell Lowell
El café mueve pasiones, despierta, entusiasma, y se expande por todos los rincones del planeta. Se da por cierto que es la bebida mas consumida en el mundo solo superada por el agua. La industria del café crece cada día y los beneficios económicos son monopolizados por la agroindustria y los centros de poder gubernamental, mientras los caficultores apenas recibe entre un 2 o 3% de utilidad total.
En esa búsqueda incesante por hacer de este cultivo, una actividad rentable que pueda generar condiciones de vida un poco más placenteras para los campesinos caficultores, nos pasearemos por la idea de fomentar y despertar en nuestra gente, el interés por el turismo de café, una experiencia ya vivida en otras localidades cafetaleras del mundo.
El cultivo del café generalmente se realiza en clima de montañas, este paisaje resulta ser muy apetecible para turistas que prefieren disfrutar de la naturaleza y transitar a lo largo de un viaje sensorial que puede llevarlos desde la semilla hasta la taza, disfrutando de un hermoso recorrido por el apasionante mundo del café.
Tomemos como referencia los avances logrados en esta materia por países como Costa Rica, Colombia y Brasil, quienes han consolidado destinos turísticos que ya son emblemáticos en el mundo. Alajuela en las faldas de volcán poás, Monteverde, Turrealba, en Costa Rica. En Colombia el emblemático triángulo del café muestra un potencial turístico impresionante y muy movido internacionalmente.
Los turistas suelen fascinarse con toda la muestra cultural que conlleva la faena del café, en la que están presentes toda una complejidad de factores artesanales y culturales de origen, que le dan valor agregado a esta actividad productiva.
En esta actividad se hallan envuelta un conjunto de acciones que convocan a quienes se plantean disfrutar de la naturaleza y de la actividades que el mundo café lleva consigo, desde la visita a fincas cafetaleras dónde pueden participar de actividades como recolección del grano, el manejo post-cosecha, talleres y muestras de cata de café, actividades culturales con la esencia ancestral de la zona. Las culturas locales y las costumbres en las actividades cafetaleras le incorporan un interés extra al turismo.
Muchos turistas con mayor sensibilidad social, valoran altamente las prácticas de sostenibilidad de la actividad agroecológica cafetalera y su impacto social en las comunidades, el comercio justo y las prácticas amigables con la naturaleza. La observación de aves, por ejemplo, es un atractivo espectacular.
La riqueza de la gastronomía campesina es otra ancla para la actividad turística. Los platos típico locales, las distintas maneras del arte culinario campesino son una pieza clave para el disfrute de los turistas.
Para emprender en el turismo de café, debe consolidarse una red de hospedaje en la ruta cafetalera. Esta debe ser estéticamente aceptable manteniendo las particularidades del ambiente y paisaje local. Los usuarios del turismo de naturaleza, saben que van a la montaña, al campo, por tanto los hospedaje y hotelería deben mantener este paisaje.
Todo debe activarse de forma planificada de manera que los turistas y visitantes sepan de antemano las temporadas de floración, cosecha o los festivales o festividades locales que allí se realizan, de esta manera pueden planificar sus viajes. Los turistas viajan para disfrutar, descansar, recrearse, como actividad terapéutica o científica. De regreso siempre se llevan un ‘suvenir” de la localidad, por lo que debe considerarse espacios para la venta de “suvenir”, artesanías y arte popular vinculado al café y a las tradiciones culturales de la localidad.
El turismo es una industria sin chimenea y nos corresponde a nosotros los involucrados en la actividad cafetalera explorar ese espacio que permanece virgen en el país. La organización es cosa vital. No esperemos que vengan a hacerlo por nosotros.