“Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”.
Thomas Carlyle
El caficultor venezolano sigue subsistiendo en su perenne lucha en medio de un mundo irracional que cada año y con mas fuerza le “golpea y golpea”. Persisten las inconsecuencias en cuanto a la ausencia de una política agrícola cafetalera de Estado, que proporcione estabilidad en el rubro y nos encamine hacia un crecimiento sostenido que garanticen mejores condiciones de vida. En esta realidad, quienes mas sufren son los más pequeños.
Es común escuchar entre nosotros la conseja, ¡No te “preocupés”, el próximo año será mejor!, expresión usada como aliciente a un año tortuoso por la falta de buen precio del café verde y la brutal explotación comercial que debemos sufrir.
La cosecha está a la vuelta de la esquina y nuevamente entramos en la espiral mortal de una dinámica en que la colocación del producto se da en condiciones de profunda desventaja. De nuevo se avizora una cosecha sin una política de precios clara para los caficultores, mientras los industriales y la nueva burguesía se prepara para hacer de esta cosecha su acostumbrado “agosto”.
No se observa claridad en el ambiente, la realidad pais supone altos niveles de conflictividad que no son para nada beneficiosos. Nos gustaría una situación normal pero todo parece indicar que no será así. Total, a los dirigentes poco le interesa la gente, su preocupación es su comodidad.
Lo que si es cierto, es que no podemos continuar en el mismo dilema en nuestro lucha. Es necesario organizarnos; lamentablemente, hemos sido permeados brutalmente por los dardos de la politiquería, y las divisiones internas se agudizan, mientras tanto otros seres disfrutan de nuestra desunión y de las incongruencias organizativas. Mercenarios han hecho su trabajo y hasta ahora todo le ha salido muy bien.
No hay que seguir perdiendo el tiempo, debemos reorientar nuestra actividad agrícola para mejorar nuestra situación económica. Ya lo hemos dicho, avanzar en cuanto a darle valor agregado a nuestro producto y diversificar nuestra actividad productiva.
No hay milagros, hay resultados producto de un trabajo. Me reencuentro cada noche en la meditación obligada del momento con el pensamiento puesto en una expresión que he escuchado muchas veces “Buscamos oro y estamos parados en tierra de diamantes”.