“Tenemos arte para no morir de la verdad”. (Friedrich Nietzsche)
En algún momento en que me lo encontré en una de las calles de Biscucuy, con el tono característico de su ronca y acentuada voz, me dijo, “Esa pared es mía”, refiriéndose a un amplio paredón que cubría casi cincuenta metros. Ocurre, que nuestro personaje de hoy, anda en permanente búsqueda de un espacio adecuado para dejar salir el color que emerge lentamente de aquellos inquietos pinceles, que le acompañan siempre entre sus destellantes macundales de trabajo.
Esta pasión por el pincel y los colores, la heredó de su padre, conocido por todos como “Faena”, quien en su momento, fue el publicista de mayor renombre y popularidad de este pueblo cafetalero de Portuguesa. Luis Ramón Uzcátegui, es el mayor de una familia numerosa, hijo de la recordada maestra Lorca; quien de niña, tuvo la estrella de ser apadrinada en bautizo católico, por el gran poeta universal, Pablo Neruda, en su única visita a Biscucuy. Que orgullo, ser la ahijada del premio novel de literatura, el mismo de los veinte poemas de amor y una canción desesperada. Y que orgullo también, para nuestro pueblo, saber que Pablo Neruda, en algún momento saboreó, en nuestro territorio, el café de Biscucuy. Sin duda; Biscucuy, es la capital del buen café.
A nuestro amigo, lo vemos caminando cada calle del pueblo, mirando dónde estampar los trazos que le identifican y nutren su espíritu. Es una lastima, sentir que no hay el suficiente apoyo a tantos artistas populares, de las diversas artes, que viven en este pueblo de poetas, músicos y pintores.
Porqué no fortalecer una institución cultural, que pueda dar apoyo a tanto artista que se pierden en el anonimato y el paso implacable del tiempo, ante la indiferencia de instituciones indolentes, que bien pudieran ser puntal del desarrollo y fortalecimiento del arte, que descansa en tantas almas, que ven envejecer su creatividad, sin recibir el menor de los apoyos y oportunidades, para desarrollar el talento que se esconde entre tanto artista que nace en estás mágicas montañas.
Vale destacar, el novel aporte a la formación musical que comienza a dar la fundación Corazón llanero, recientemente activada en la antigua sede de la casa de la cultura, en la que fue la casa de habitación del maestro Guillermo Gamarra Marrero. Por cierto; Ese espacio, es el asignado a la Casa de la cultura, pero los devenires políticos, no ha permitido que siga siendo así; sin embargo, para la gente, que es lo que importa, esa seguirá siendo “La casa de la cultura Guillermo Gamarra Marrero”
Nuestro amigo, Luis Ramón Uzcátegui, suele recorrer el pueblo en un permanente trajinar de trabajo creador, dejando a su paso un arcoíris de colores, pintados con magistral desempeño que ha venido cultivando a lo largo del tiempo.
Pintar, es dar forma y color a la imaginación, al sueño y la creatividad; es expresar con trazos y colores, la visión de un mundo que otros no perciben. Pintar es soñar y recrear un mundo que sin saberlo, nos acompaña. Pintar, es juntar en armonía, todas las luces y las sombras, que constituyen el color de la vida.
A veces me pongo a pensar; cómo será un mural gigante, pintado por Luis Ramón Uzcátegui y Arturo Monsalve, donde se dibujen los rostros de los personajes culturales e históricos más importantes de mi pueblo.
La pasión por la pintura y el color, se expresa en estas almas que como Luis Ramón, viven amorosamente entre el bullicio de las calles y el transitar del tiempo. Sus destellos de luces parecieran alumbrar el camino de un sueño que vive en su interior, y que nos regala, para el disfrute de su gente.
Luis Ramón Uzcátegui, es uno de esos seres especiales, que anhelan un mundo mejor para todos, y ese sueño lo regala en cada pincelada que va dejando como estela de vida, en su eterno mundo de colores.
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