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Desde el conuco | LA ENVIDIA, PECADO CAPITAL | Por: Toribio Azuaje

por Redacción Web
25/07/2024
Reading Time: 2 mins read
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Por: Toribio Azuaje

 

¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta.

Víctor Hugo

Tal vez uno de los más dañinos sentimientos que al ser humano le acompaña, es la envidia. La envidia es hermana carnal del egoísmo, y es tan dañina que puede convertir a la gente en seres abominables capaces de provocar atrocidades al prójimo solo por querer alcanzar las virtudes o logros que otros obtienen con su esfuerzo.

La envidia construye seres destinados al fracaso, pues el envidioso solo destina el tiempo a adornarse de egos personales y a querer alcanzar, sin el mayor esfuerzo, lo que otros obtienen. La envidia no es buena compañera y ella se encuentra diseminada por todos los rincones, condenando al envidioso a una vida tortuosa convirtiéndolo en esclavo de la maldad.

La envidia no permite alcanzar la libertad, por el contrario, esclaviza a quienes le dan posada en su alma, convirtiéndolos en esclavos del prójimo, pues solo viven para anhelar los logros y virtudes que otros alcanzan.

Este mal destruye toda posibilidad de convivencia en las organizaciones de carácter colectivo, por eso vemos cuan difícil resulta la organización de los núcleos humanos. La envidia actúa desde dentro y va destruyendo paso a paso cualquier modelo de organización popular.

Definitivamente, la envidia no es amiga de nadie, ella siempre se hace acompañar del egoísmo y la mezquindad que son otros de los pecados capitales que persigue a los seres débiles de mente.

La organización popular de las masas, generalmente, se diluyen en el lodazal de la envidia y el egoísmo que ha sido inoculado durante tantos años de una sociedad corrupta e individualista.

Superar estos errores de la humanidad constituye una de las más difíciles tareas pues en definitiva es una épica batalla del bien contra al mal.

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Organización Campesina:

La urgente y permanente necesidad de lograr la organización del sector campesino, nos debe convocar a disuadir todo estos elementos disonantes para abordar niveles de solidaridad y participación que permitan construir la organización más adecuada a las realidades particulares del entorno natural donde se desenvuelven las comunidades campesinas. Muchas son las modalidades organizativas que se pueden experimentar para arribar a niveles aceptables de organización, cualquier tipo o modalidad de organización es valedera siempre que generen niveles de vida adecuadas para los campesinos y su entorno natural.

La organización debe ser considerada no solo para beneficiar a los núcleos humanos, sino también, y en primer orden, para proteger y dar vida sana a la naturaleza que habitamos.

 

 

 

 

 

 

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