Por: Toribio Azuaje
Llega agosto ya comienza la cosecha como todos los años pero esta vez se nos vino encima como desnudando lo rápido que transcurre el tiempo y lo viejo que nos vamos poniendo, los preparativos están apuraítos, el churo, el cataure, los sacos para resguardar los granos maduritos, las preparaciones de la troja y los patios para secar y arrequintar el pergamino que luego se transformará en grano de oro, dejando el tamo a un lado que se convertirá mas tarde en abono para las cafetos. Otros afinan sus secadoras a gasoil, y sus presecados artesanales para esperar el visitante que cada año se desprende madurito de la mata.
En estás lides campesinas nada se desperdicia, todo es un ciclo integrador aprovechable y útil. La pulpa del café sirve de abono al igual que el tamo del pergamino al cual le agregamos tierra negra, bosta de vaca, melaza, microorganismos de montaña, ceniza, levaduras y así el resultado será un bocashi excelente para esparcirlo luego alrededor de la pata de la planta de cafeto y de otros frutales dispuestos en el conuco. Nuestros cafetales son conucos, no se como hay quienes hablan despectivamente del conuco como si ser campesino y conuquero resulte una deshonra. Nuestros cafetales son bosques alimenticios dónde encontramos diversidad de arboles frutales que conviven junto al árbol de cafeto que es «el hermano mayor» este nos dispensa por estas fechas la alegría de ver convertido nuestro sudor en grano de oro que irá a parar a la taza de pobres y de ricos, de mendigos y acaudalados. El café tiene la virtud de ofrecer a pobres y mendigos una humeante taza de una infusión que nos despierta. El más pobre hogar venezolano siempre tiene una taza de café que degustar, así ha sido siempre y así seguirá siendo. Tampoco entiendo cómo hay quienes se resisten ante una taza de café, no sé a que vinieron a este mundo.
El tema del combustible se ha tornado insoportable para nuestros campesinos que sustentan el secado del grano con gasoil, quienes deben abastecer sus anaqueles para esta temporada. Está vez al menos en Biscucuy y en Chabasquén el ministerio de agricultura está suministrando de manera gratuita el gasoil lo que viene a ayudar al campesino que la ha pasado negra para garantizar el funcionamiento de sus secadoras. He visto en una o dos oportunidades la preocupación de la CVC en este caso, al menos una que se anoté ante tanta desidia que nos han dispensado eternamente.
Ciertamente, el uso del gasoil en el secado de café no es lo más recomendable para el tratamiento de un grano de calidad, debemos transitar hacia otros métodos que nos permita menos contaminación y producir un grano con características de especialidad. El secado al sol o bajo sombra, en trojas o en camas africanas son alternativas para darle al grano un tratamiento que lo ubique en un nivel de producción de café de alta calidad, además que desde el punto de vista ecológico es este el tratamiento adecuado que debemos practicar. Si logramos trascender hacia el mundo ecológico sería un gran avance el el futuro de la producción de café en el campo venezolano y además resulta una caricia que le haremos a la madre naturaleza ante tanto desorden ecológico.
De cualquier modo el inicio de la cosecha de café después de un año de espera es motivo de fiesta en nuestras casas. Bienvenido nuestro «hermano mayor» el café.