Desde el conuco / Por: Toribio Azuaje.
«Existen empresas en las cuales el verdadero método lo constituyen un cierto y cuidadoso desorden».
Herman Melville
Un largo año:
Un año entero batallamos los caficultores para cosechar nuestros granos, durante ese largo año, es mucho el sudor que emana nuestro cuerpo arropado por el sol y la lluvia, durante este tiempo son muchos los tropiezos que debemos sortear para sobrevivir. Un compañero ayer me comentaba, a propósito de los bajos precios del café, «son numerosas las serpientes con las que debemos lidiar en nuestro cafetales, y numerosas son las picadas avispas, de gusanos y otros riesgos que corremos en el campo, y al final nuestro café no vale lo que cuesta». Durante ese largo año, hay que hacer malabarismos para sostener una familia que depende de este mágico grano que tanta riqueza genera a nuestra patria.
Llegan los tiempos de cosecha que son los meses de alegría, pero la economía del desorden se traga nuestro esfuerzo. Cómo por arte de la magia de los centros de poder, bajan los precios del café y nos arruinan la sonrisa que apenas se asomaba entre los granos rojos del nuestros sembradíos.
Un perfecto desorden:
Hoy deberíamos estar en nuestros cafetales, agarrando el grano maduro, cosechando el producto de un año de trabajo, deberíamos estar ocupando nuestro tiempo dándole el tratamiento correcto al grano cosechado, deberíamos estar en nuestro cafetales asumiendo las tareas del día para un manejo post-cosecha del grano que nos garantice un café de buena calidad.
Hoy deberíamos estar en nuestras tareas cotidianas. En un país organizado y serio, así sería, pero no señor, de ninguna manera, en esta patria rica, no es así. Cada año en la cosecha de café, el campesino debe salir a la calle a pelear por un trato justo y un precio adecuado para su cosecha. Los caficultores casi que ya nos acostumbramos a la permanente interrogante ¿A cómo nos irán a pagar este año?. El Estado no asume con entereza la protección de su gente. La economía del desorden es su patrimonio para generarle beneficios a la agroindustria y no al productor primario.
En el marco de una política cafetalera seria y comprometida con los campesinos y caficultores, se adoptarían medidas de protección al caficultor en tiempos de dificultades económicas como el que actualmente padecemos. Si tuviéramos una verdadera política cafetalera, nuestros campesinos productores de café no estuvieran «del timbo al tambo» y a merced de la agroindustria depredadora y desleal cada vez que comienza la cosecha. Nos toca construir esa política cafetalera.
El gobierno se hace el bolsas:
Hoy estamos en la calle protestando de nuevo para que sean respetados los acuerdos de precios, y eso nos quita tiempo y entorpece la dinámica natural de la caficultura. Exigimos la firma de la modificación de la gaceta 42303, acordada entre caficultores, agroindustria y la CVC. Ya existe un acuerdo, pero pareciera que no hay voluntad de firmarlo y activarlo.
La economía del desorden promovida desde los centros de poder, solo benefician a los sectores económicos que dominan el mercado del café, mientras el sector primario lamentablemente tienen que aguardar un año para ver concretado el fruto de su trabajo.
La organización:
Pero también nosotros a lo interno del movimiento de caficultores, requerimos corregir nuestro comportamiento. Hay que avanzar hacia la modernización de la caficultura venezolana. Nuestra tarea inmediata es continuar avanzando en la constitución de la UNIÓN NACIONAL CAFICULTORA DE VENEZUELA -UNACAFEV-. Desde esa trinchera de lucha aspiramos dar las respuestas y propuestas necesarias para modernizar, fortalecer y estabilizar la caficultura venezolana.