Desde el conuco | ENTREVERAO | Por: Toribio Azuaje

 

“En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.

Nicolás Maquiavelo

 

En este mundo, la desdicha se mete por cualquier rendija, los campesinos, no por ser campesinos, sino por ser seres humanos como todos, tienen que afrontar situaciones adversas cuando menos lo esperan. Esta vez, Heriberto, apenas comenzando el primer “graneo” de la cosecha, fue víctima de un accidente en su vehículo que puso en riesgo su vida y estropeó su trabajo. Inhabilitado de su mano derecha por largo tiempo, tendrá que reiniciar su trabajo de recolección de la cosecha en esas condiciones. Además de su traumatismo físico, las pérdidas económicas son sustanciales. Afortunadamente él es un joven activo, emprendedor y optimista. Ayer lo ví subiendo de nuevo hacia a la montaña, luego de permanecer más de una semana recluido en el hospital del pueblo.

Para nosotros la cosecha es el momento en que se despiertan los entusiasmos y la alegría. De no ser por la eterna batalla sobrehumana que tenemos que sobrellevar para conseguir vender el café a buen precio, ese sería un momento realmente feliz. Pareciera que estamos condenados a soportar por siempre vender por debajo de los costos de producción, esta absurda realidad provoca la  precarización del trabajador y tiende a agudizarse cada vez, más aún, en estos tiempos de desorden irracional de un estado de cosas que limita, retrasa y obstruye el crecimiento económico del país.

Si quieres saber que es un trabajo precarizado, venga y eche un ojo por las zonas cafetaleras,  observe al pequeño caficultor teniendo que empeñar su cosecha para poder alimentar a su familia durante el año. ¿Han escuchado ustedes el tener que empeñar la cosecha o parte de ella a La dobla?. Significa quitar prestado el valor de un saco de café y pagarlo en cosecha con dos sacos, de modo que, si son dos sacos debe pagar cuatro y así sucesivamente. Esto es una monstruosa práctica que se ha extendido en nuestros campos y que arruina al pequeño y mediano caficultor, dejando una estela de familias campesinas en situación realmente precaria.

Esta semana vi descargar un inmenso camión de manguera para repartirla montaña arriba, esta es una vieja y mala costumbre, la más  vulgar de todas las prácticas de populismo y clientelismo político en nuestros campos. Por cierto, muy usada en la cuarta república. Nada resuelve un campesino con un rollo de manguera. Por Dios, por qué no usar esos recursos para implantar modestos sistemas de riego en nuestras caseríos y así diversificamos la actividad cafetalera y se promueven otros cultivos de acuerdo a las características de la zona; promoviendo además, el uso adecuado y racional del recurso agua en la actividad agrícola. Tan solo imaginen ustedes, cuántos pequeños sistemas de riego podrían construirse y cuanto beneficio se proporcionaría a las comunidades campesinas pobres. Pero más puede el clientelismo y el populismo que la razón. Esa es una vulgar manera de dominar los núcleos humanos.

¡Ánimo, ánimo!, no todo puede ser negativo, la cosecha ya está con nosotros, ya llegó; ¡bienvenida!, veremos cómo salimos está vez.

toribioazuaje@gmail.com

 

 

 

 

 

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