Sin que nos demos cuenta el ser humano habla varios lenguajes en el mismo instante y lo hacemos en cada una de nuestras apariciones en que nos toca actuar e incluso en las que dejamos de hacerlo pues nuestra ausencia o nuestro silencio también es una manera de transmitir o comunicar lo que queremos, lo que somos y en lo que andamos. Sin que nos demos cuenta somos todo mensaje y queramos o no siempre estamos transmitiendo una nota que define nuestro pensar y nuestro hacer.
El verbo es la expresión digamos que más notoria y dice de manera expresa, directa y enfática el mensaje que queremos comunicar y veces lo que no queremos decir. El discurso, la narrativa lo podemos amoldar de acuerdo a lo que queremos que el otro escuché, además el discurso está acompañando de los gestos que refuerzan la contundencia del mensaje.
Las miradas también constituyen señales a la hora de transmitir nuestro mensaje. La manera como tratamos al otro y el tipo de vestido que usamos refleja lo que somos y como vivimos.
En las reuniones a las que algunas a veces asistimos nos topamos con rechonchos voceros del gobierno quienes dejan ver su mensaje que los distancia perfectamente de nosotros y muestra lo que realmente son. El vestido que exhiben los delata y sin darse cuenta nos envían el mensaje que nos recuerda que ellos son el gobierno nosotros la plebe. Usan zapatos de esos que llaman de marca, ropa planchadita y nueva que descubre los buenos gustos por las cosas caras y bonitas.
Esos estrafalarios gustos los distancia del pueblo y coloca una barda que los diferencia de nosotros. Es fácil notar que no están pasando trabajo ni de refilón siquiera, lo dicen las sendas naves en las que se trasladan y los cachetes inflados por el exceso de comidas abundantes y jugosas mientras el resto de mortales, esos que en sus discursos llaman pueblo y que acuden religiosamente a votar, conforman el grueso de la gente, quienes se las ven negra para mirarle el rostro a la arepa cada día.
No son meras críticas u observaciones vacías, a través del lenguaje del atuendo y los gestos nos recuerdan quien ostenta el poder. Pa’que nunca se olvide nos repiten a diario ¡Recuerden bien quien es el jefe! Los campesinos vemos en esas estruendosas naves y en esos trajes y zapatos de marca como se dilapidan los recursos del estado que bien pudieran ser usados en beneficio colectivo. El vivir sabroso es igual que la tos, difícil de ocultar.
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