“La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega”.
Leonardo Da Vinci
Desde temprana edad comenzó a mostrar interés por el dibujo y la pintura, estudió en el Liceo Fernando Delgado Lozano y allí comenzó a incursionar en el arte que más tarde se convirtió en su pasión y su oficio.
Desde el liceo lo recordamos por haber ganado el maratón más emblemático que en esos tiempos se realizaba en cada aniversario de nuestro centro educativo. Su condición física de baja estatura y aparente flaqueza, no era encono para hacerse acreedor de las medallas de casi todas las carreras.
Arturo Monsalve ha pintado casi todo el pueblo, con sus pinceles mágicos ha construido los más disimiles paisajes, letreros, y retratos de las personalidades más destacadas de la historia del Biscucuy de ayer y de hoy. Nadie se salva de los trazos del pincel que ha dejado una estela de pinturas, algunas conservadas y otra borradas por la brocha indiscreta y voraz de la historia.
En cualquier calle te encuentras con sus murales; casi toda las salas de las casas de Biscucuy, muestran colgando en la pared una pintura de este amigo que recorre el pueblo dejando su huella teñida de colores.
Biscucuy, destaca por acumular en las páginas de su joven historia, un grupo importante de destacados pintores, encausados y motivados en el legado dejado por el pintor universal Mauro Mejías, el más grande de todos los pintores Biscucuyenses. Arturo Monsalve es uno de los más conocidos, al igual que el magistral muralista Luis Ramón Uzcategui “Faena”.
En cualquier calle, nos topamos con Arturo, llevando en sus manos bosquejos de trabajos o pinturas concluidas que han sido encargadas previamente y que serán entregarlas a sus dueños. El maletín de macundales siempre le acompaña; en él, entre pinceles y acuarelas, espirituosas botellas que le calientan la garganta, le afinan las ideas y le nivelan el pulso de sus manos que toman el pincel del arcoíris para darle forma a sus sueños.
Arturo Monsalve se da el lujo de ser reconocido y admirado por pintores destacados, como Néstor Betancourt, uno de los más prolíficos pintores que ha tenido este prodigioso pueblo al que queremos tanto, que destaca por ser la capital del buen café.
La magia del pincel plasma las formas y los colores que entre bacónicas conversas con su “yo” solitario, recrean proyectos que posteriormente ven su luz en cualquier lienzo, pared, cartón o retablo.
Recién, me lo encontré frente al antiguo liceo, hoy sede de la Unidad Educativa Guillermo Gamarra Marrero; allí pintaba un bello mural alusivo a “El Túnel de los Bambúes”, que por cierto, no se por que razón, alguien autoritariamente, se ha empeñado en cambiarle de nombre. “El túnel de los Bambúes” fue el nombre que la gente del pueblo le dio a ese espacio creado muy acertadamente a la entrada del pueblo y que ya está en el subconsciente de la gente, y así se llamará por los siglos de los siglos. Además, el poeta y cantor Biscucuyense Eliel Escalona, se ocupó de escribirle y componerle una bella canción que ya se convirtió en patrimonio nuestro. Que manía tienen algunos gobernantes de querer cambiar la historia de los pueblos a su antojo.
Más allá de esas cosas que no deberían ser; hoy quiero rendirle merecido homenaje al amigo, al pintor popular. Abrazos a, Arturo Monsalve, El juglar de los pinceles mágicos.
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