Desde el conuco | Conozcamos la Cadena de valor del café | Por: Toribio Azuaje

“Que no sabemos lo que nos pasa: eso es lo que nos pasa”.
José Ortega y Gasset
Todas las cosas en la vida tienen un camino que recorrer, una ruta que debe seguir. La dinámica natural de la existencia es en si misma, un recorrido que debemos transitar desde el inicio hasta el final de la vida.
En el caso del café, cuando hablamos de cadena de valor, nos referimos a todo el recorrido del grano, desde que lo introduces en la tierra convertido en semilla, hasta que es saboreado en la taza en un lujoso o en un modesto espacio, de este mundo que nos tocó vivir.
Este es el camino del café desde que es soterrado para verlo germinar, hasta convertirse en producto final que puede ser una bebida, un medicamento u otro producto; recuerda que, del café pueden obtenerse muchos derivados que aún desconocemos.
A eso se refiere la cadena de valor. Todo un recorrido que implica una actividad realizada por las manos y el intelecto humano. En ese recorrido están presentes diversos actores que actúan dando forma a la industria del café. Todos esos actores son necesarios e interactúan entre sí haciéndose interdependientes uno del otro. Los industriales del café dependen del grano producido por el sector primario representado por nuestros campesinos caficultores. Del mismo modo la actividad cafetalera no tendría sentido si no existiera quien lo compre y lo transforme. Como ambos se necesitan debe existir entonces, reglas claras de funcionamiento que permitan una justa y digna relación entre todos sus actores, aplicando para ello normativas que protejan al sector más débil de la cadena que somos nosotros los caficultores. En esto último, es justamente donde recurrentemente estamos fallando. No hay medidas de protección al caficultor y menos aún para los pequeños caficultores de subsistencia que representan cerca del 80% de los caficultores Venezolanos.
Ahora bien, ¿Cómo está conformada esta cadena productiva?
Podemos resumirla así:
Producción: compuesto por los campesinos caficultores.
Acopio: representado por los intermediarios locales.
Procesamiento: representado por el beneficio y el tostado.
Comercialización: estos son los exportadores y distribuidores.
Finalmente, nos encontramos con el Consumo: representado por las cafeterías y consumidores.
Pareciera sencillo, si todos somos necesarios, pues deberíamos interactuar “en modo respeto”, pero el capitalismo no funciona así. En esta cadena se produce una lucha infernal donde el poderoso impone sus normas. Así funciona el capital, voraz e irracional.
Vemos que en el tiempo, se desmontó una vieja estructura de la industria del café, para construir apresuradamente una nueva burguesía que da sustento económico a los nuevos actores políticos que batallan por consolidarse. En ese afán, aceleran “con carburo”, el crecimiento de los nuevos potentados del café a expensas del sudor y del trabajo del campesino caficultor.
El café es más que una bebida, es una actividad económica que conecta día a día a los campesinos venezolanos con el mundo. Ese mundo, mírelo por dónde usted lo mire, es irracional, injusto e inmoral, pero es el mundo en el que nos tocó vivir y actuar.
toribioazuaje@gmail.com
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