Desde el conuco | Asuntos del café | Por: Toribio Azuaje

 

Por: Toribio Azuaje

«A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad»

Victor Hugo

 

La comercialización:

Insisto en que los caficultores debemos transitar la ruta de la comercialización del café, para ello es obligante y urgente construir una plataforma organizativa y operacional que nos  permita entrar orgánicamente en este nivel de la actividad cafetalera. Comercializar el café en sus diversas modalidades y presentaciones, café verde, café molido y café en la taza. De no hacerlo nosotros otros lo harán.

La comercialización ha sido coto exclusivo de la agroindustria y sus aliados, los caficultores no tenemos incidencia precisamente en el eslabón más lucrativo; menos aún los pequeños caficultores, los llamados caficultores de subsistencia que son la mayoría en este país tan rico. La historia nuestra nos dice que nos hemos dedicado a sembrarlo y producirlo, hasta allí llega nuestro accionar, sin entender que en materia del café el negocio está en la taza. Decía mi padre, lo que no se comienza no se termina, esto no es cuestión de un día para otro, «no es soplar y hacer botellas», pero si no comenzamos no terminamos nunca.

Los agronegociantes no invirtieran comprando nuestro grano si no le  produjera jugosas ganancias. Para completar su negocio ellos requieren de nuestro café y nosotros lo tenemos, esta condición nos hace poseedores del poder; el caso es que no terminamos de entenderlo y nos negamos a trabajar en asociatividad. El individualismo, el egoísmo y la ceguera política de los dirigentes nos atrapa en sus redes mortales y nos condenan al aislamiento para siempre.

 

El negocio está en la taza:

Se las pongo fácil; basta con revisar esta cuenta; un quintal de café para la exportación representan 60 kilos de café verde, (café crudo listo para tostar), de allí se obtienen aproximadamente 50,4 kilos de café tostado y molido; de este modo, Si consideramos que de un kilo de café molido se obtienen al menos 100 tazas de café (pueden obtenerse hasta 120 tazas), siendo moderados y para ilustrar más fácil el asunto; si a cada taza le asignamos un valor de 1$, entonces un kilo de café molido pude arrojar un total 100$ que al multiplicarlo por 50,4 kilos a los que se reduce el quintal de café verde una vez tostado y molido, esto nos arroja un total de 5.040$; es decir, en taza, apenas dos kilos de café molido superan con creces lo que para el caficultor constituye el valor de un quintal de café verde; sin duda, «el negocio está en la taza». Por supuesto, a todo ello hay que descontarle los gastos inherentes al proceso de transformación de café verde en café tostado, molido y llevado a la taza. Aún así, sigue siendo un gran negocio.

 

Los monopolios:

La constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela en su artículo 113 prohíbe la existencia de los monopolios; sin embargo, escuchamos que «El monopolio del café lo controla la Corporación Venezolana del Café». Son ellos los que tienen el control, tienen el sartén por el mango como dicen algunos. La CVC  siembra café, compra café, importa café , exporta café, procesa café, tuesta y muele café, vende café, tiene torrefactoras por doquier, incluyendo las ubicadas en el caribe; mueve el mercado internacional del café y muy bien que lo hace. Están en el negocio, siempre lo han estado, pero se hacen los locos y pretenden que creamos que solo la agroindustria privada es la encargada de este asunto. Nos ponen a pelear entre nosotros y quizás la CVC resulte ser más perniciosa que los privados por cuánto fingen ser nuestros aliados; de este modo, nos atrapan y nos lanzan a la jaula de los leones, literalmente nos tienen nadando en su piscina.

 

Juegos capitalistas:

¿Quién detrás de la exportación de los cafés normales y especiales?, ¿Qué misterios se mueven tras bastidores?. ¿Quién compra quién exporta; quien se queda con los beneficios?. Es el juego del capital y de los capitalistas; son los mismos intereses de siempre con distintos actores; el neoliberalismo muy bien camuflado muta y te confunde. Hemos sido víctimas de un robo descarado y perenne. El Estado y sus instituciones, lejos de ser nuestros aliados se constituyen en nuestros verdugos.

 

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