Es lamentable ese título que hoy le hemos colocado a nuestra columna de opinión, pero es la pura realidad por la que estamos pasamos los venezolanos en los primeros veintidós años de los inicios del siglo XXI, hemos perdido el sentido común de la historia, de la concepción de Estado, de partidos políticos, de institucionalidad como instrumento jurídico, ya no existe la sindéresis para abordar cualquier tema en discusión; ahora lo que existe es la ofensa, la bagatela, las expresiones de desprestigio y un elemento quizás el más grave, la falta de conocimiento y de análisis.
Las redes sociales son excelentes instrumentos para elevar el nivel cultural y el conocimiento general sobre innumerables aportes en distintas materias, hoy son unas cloacas y un vertedero de cualquier bolsiclón que opina sin conocimientos de causa; aquello se ha convertido en hablar por hablar (no le coloqué la palabra opinar porque la misma es de mucho respeto). Cualquier imbécil dice sandeces, nada más por decirlo y muchas veces hasta sin sentido, es un fenómeno donde medimos la baja calidad, por no decirlo pésimo, de la formación política e ideológica del individuo y muchas veces hasta con títulos y maestrías, pero quedan en plena evidencia al escribir la poca capacidad que lograron obtener en una aula universitaria, es decir, son simples pergaminos que sirven de adornos de pared o de gases para inflar el ego personal. Es lamentable lo que está ocurriendo en el país con la llamada generación de relevo, algunos les dicen generación de cristal, creo que es mucho nombre de “cristal”, pero que en todo caso dista mucho de aquellas generaciones que dieron origen, desde la época de la independencia hasta nuestro siglo XX.
En una oportunidad alguien escribió “La generación que no alcanzó al cojo” haciendo mención muy especial a la generación de periodistas, escritores, pintores, poetas, ideólogos que trabajaron arduamente con Leoncio Martínez (Leo) en el Cojo Ilustrado. Andrés Eloy Blanco, Rufino Blanco Fombona, Julio Garmendia, Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Valmore Rodríguez, Arturo Uslar Pietri, Pedro Emilio Coll, entre otros. Justamente esa generación se abrió paso a punto de creatividad en los distintos campos del quehacer cultural, eran momentos de grandes definiciones en el mundo ideológico y en el mundo artístico-literario, de allí que aquella generación hacia grandes esfuerzo intelectuales para ubicarse en el tiempo y el espacio. Hoy, en el ya caminado siglo XXI, trae las mismas exigencias de las definiciones, pero en esta oportunidad con otro elemento evolutivo como es la tecnología y el avance científico de una nueva época, es dejar atrás las viejas concepciones que en una oportunidad dividieron al mundo, es acoplarnos a un nuevo concepto de mundo o vida con todas las variables del pensamiento: en lo económico, lo social, filosófico, sociológico, la medicina, la teología, la política como instrumento de conducción de un estado o un municipio, la nueva geopolítica frente al derrumbe de viejos paradigmas, los avances financieros con las nuevas tecnologías, la nueva pedagogía del siglo XXI.
La nueva generación debe asumir su protagonismo ya que es una necesidad histórica, pero lamentablemente, hoy observamos como la generación que sustituyó a la generación del 45 y del 60 fracasó ya que fue una generación formada en los cuarteles y bajo la óptica de un fanatismo ideológico, convertida en simples borregos de un mesianismo que pretendió borrar la historia de Venezuela, pero al llegar al poder destruyeron todo el aparato productivo que había costado décadas en construirlo, el caso de la industria petrolera, el sistema financiero y la economía, aunado a una destrucción masiva del aparato político-partidista como sostén de la democracia y la institucionalidad del Estado. Es un nuevo reto que tenemos que asumir como lo es la construcción de una nueva Venezuela, muy distanciada de lo que fue la llamada cuarta república y lo que es hoy la mal llamada quinta república, es decir, es la generación del 2028 la encargada de darle un nuevo estamento a la sociedad venezolana para que retorne nuevamente el sentido común y la sindéresis.
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