Desde cerro Felipe | Las consultas democráticas | Por: Héctor Díaz 

 

Los partidos políticos, los gremios de profesionales-técnicos y laborales, los movimientos comunales, las universidades autónomas, el movimiento estudiantil con la Constitución Nacional están sometidos (en el buen sentido de la palabra) a consultas permanentes en la escogencia de sus voceros o miembros de sus estructuras de conducción. Es un mecanismo de avance democrático y de participación ciudadana la nueva cultura que regula la Ley Orgánica de Procesos electorales, la Ley de Partidos Políticos y la propia Constitución Nacional en su capítulo IV de los derechos políticos y del referéndum popular cuando establece en su artículo 62 (Crbv) “Que todo ciudadano (a) tiene el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos.

Está nueva cultura democrática implementada desde la reforma constitucional no ha sido entendida claramente por el ciudadano común ya que la camisa de fuerza sustentada por el partido político que ostenta la administración del Estado se caracteriza por una carga ideológica que choca con el principio constitucional, el debate es capcioso y manipulador que refleja claramente la dictadura de partido; es una copia al carbón del manejo de las viejas estructuras marxistas de la Europa del Este o en América Latina el caso del Prin mexicano, o del Apra peruano y del partido comunista cubano donde la organización partidista o partido como vanguardia de la sociedad era quien desidia las políticas de Estado, incluyendo el manejo de toda la administración pública y la ejecución de planes.

Cuando surge el modelo democrático en nuestro país en 1959 con el Pacto de Punto Fijo, se le da participación a dos instrumentos vitales de la sociedad, el sector económico y el sector del movimiento laboral, eran las piernas que sostenían el acuerdo de gobernabilidad que aunque era la alternancia de partidos políticos, también se reflejaba la participación de la sociedad civil en las políticas del Estado. El mejor ejemplo lo tenemos a nivel económico y cultural. Los acuerdos en materia salariales se daban por la vía de las comisiones tripartitas (gobierno-empresarios y sindical) eso permitía la dinámica económica en materia de costos, precios, salarios y subsidios, pero con la opinión de esos tres factores de la sociedad; es decir, que se aplicaba lo que hoy establece el artículo 62 de la Constitución. Otro elemento era el área cultural, cuando se crea en 1974 la Biblioteca Ayacucho en el momento del auge de una literatura innovadora en América Latina y cuyas estructuras administrativas (imprenta, comercialización, investigación) estuvieron a cargo de intelectuales ligados a la izquierda democrática y al pensamiento de avanzada de nuestro país; los propios canales de televisión del estados, en sus programas culturales y literarios eran dirigidos por intelectuales muy distantes del partido que ostentaba el gobierno. Era la Venezuela donde se compartía los espacios del poder sin fanatismo ni dogmas ideológicos, cada quien en su trinchera de pensamiento, por supuesto, todo en el marco del respeto y del libre ejercicio democrático.

Hoy observamos la decadencia de las estructuras de la sociedad y eso ha dado pie a un enfrentamiento con el partido que ostenta el poder, caso muy particular con el movimiento sindical y el movimiento comunal donde amarran la participación del ciudadano común que no recibe líneas de algún partido político y quiere ejercer su participación libremente, allí la camisa de fuerza se impone por quienes no tienen ni la más mínima idea de lo que significa los principios democráticos constitucionales y pisotean el artículo 62 cuando le cercenan el derecho a convertirse en protagonista en un Estado democrático y social, de derecho y de justicia que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político (artículo 2 de la Constitución Nacional). Para seguir avanzando tenemos que exigir respeto a la Carta Magna y así evitar la dictadura de partido, venga de donde venga.

*Ex Concejal

 

 

 

 

 

 

 

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