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Desde cerro Felipe. Historia de la hegemonía y la despolarización en Venezuela  (Etapa: Dr. Ramón J. Velásquez. Mayo de 1993 al 2 de febrero de 1994)  | Por: Héctor Díaz

Sentido de Historia

por Hector Díaz
21/09/2025
Reading Time: 6 mins read
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Parte XIII

 

El quinquenio de Carlos Andrés Pérez estuvo marcado por una transición de diez meses dirigida por el senador e historiador Dr. Ramón J. Velásquez, quien había sido en la etapa de Rómulo Betancourt, secretario privado de la Presidencia de la República. Las medidas económicas de Carlos Andrés habían chocado drásticamente con los sectores más vulnerables de nuestra población, aunque existieron planes para amortiguar el impacto de toda una serie de medidas económicas, las mismas no eran suficientes para el consumo de la cotidianidad de aquellos sectores que veían cómo su status de vida cada día mermaba más, no solamente eran los artículos de primera necesidad, los costos de los servicios públicos se emparejaban con la inflación y desatando un espiral inflacionario que hacía desaparecer el salario como por arte de magia.

Mientras esto ocurría, la dirigencia política en función de gobierno, no daba muestras de una realidad latente, simplemente maquillaba la crisis. pero no direccionaba una salida o por lo menos que diera muestras de corregir en esa política de embudo; los propios sectores internos del partido como la CTV, la Federación Campesina, los gremios profesionales, la fracción parlamentaria y los sectores universitarios empezaron a fijar posición sobre aquella locura económica que disparaba al estómago del venezolano y el descontento empezó a hervir a niveles peligrosos en el asfalto caliente. Pero también hay un elemento que tenemos que abordar como era el cambio de conducta en el panorama ideológico de Carlos Andrés Pérez, la propia juramentación en el Teatro “Teresa Carreño” daba una sensación de un acercamiento con los sectores de la izquierda latinoamericana, la propia presencia del Frente Sandinista de Liberación Nacional (Nicaragua), del Frente Farabundo Martí (El Salvador), del M19 de Colombia, de Fidel Castro y los invitados especiales del Medio Oriente como la Organización de Liberación de Palestina (OLP) era la evidencia más grande de un viraje en el plano ideológico y eso, por supuesto, lo veía con cierto recelo el Departamento Norteamericano.

Las propias publicaciones en artículos de opinión, ensayos y estudios de análisis políticos como lo fue el trabajo del socialdemócrata venezolano Demetrio Boersner en su libro ¿Qué es el socialismo democrático? La social democracia en Venezuela, editado por Nueva Sociedad en 1988 y precisamente con prólogo de Carlos Andrés Pérez. Otro investigador, ministro de Carlos Andrés Pérez y figura de Acción Democrática como lo fue el Dr. José Francisco Sucre Figarella, publicó un libro titulado “Del Marxismo a la Perestroika”en 1988, donde se leía una serie de reflexiones sobre el nuevo fenómeno soviético y daba entender que se estaba moviendo el piso de las ideas dentro de Acción Democrática.

El sector conservador de Acción Democrática empezó a moverse para enfrentar lo que catalogaban como un peligro interno en ese nuevo estilo de abordar la declaración de principios y la doctrina del partido en función de gobierno, la crisis obligó a retomar las propuestas de la COPRE en la descentralización y aprobar algunas tímidas reformas como la elección directa de gobernadores y alcaldes, reforma a la Ley del Sufragio, reforma a la Ley Orgánica del Poder Municipal, pero todo fue producto de la insurrección del 27 de febrero, del histórico Caracazo, donde se generó la mayor crisis política y de luchas de masas desde 1959. Ni el movimiento guerrillero, ni los intentos de sublevación militar como los del Carupanazo y el Porteñazo, habían generado una crisis en el régimen de la alternancia de Punto Fijo tal y como fue provocada en 1989. El 27 de febrero fue una acción espontánea de los sectores populares que salieron a las calles a enfrentar las fuerzas del orden al sentirse engañadas por Carlos Andrés Pérez y su nuevo programa económico y fue una acción generalizada por el propio pueblo que afectó todo el país y todo el orden institucional democrático de la nación.

En diciembre de 1989 con las tímidas reformas y según lo acordado políticamente, se producen las primeras elecciones de gobernadores y alcaldes cuyos resultados dieron una muestra del rechazo contundente al gobierno de Acción Democrática, un partido que había obtenido cerca del 50% en las elecciones presidenciales de 1988, bajó aceleradamente su votación en las elecciones regionales y municipales ya que solamente alcanzó el 39.5% de los votos. Los efectos de la crisis del régimen que había desatado y el 27 de febrero se hicieron sentir en dichas elecciones, aun cuando AD mantenía el primer lugar como partido político nacional. COPEI logró el 31.9%; MÁS 17.8%; Causa R 2.5% pero seguía creciendo el fenómeno de la abstención y no hay cosa más peligrosa que ese fenómeno del abstencionismo en un proceso democrático, porque eso representa los gritos del silencio de una sociedad y es una olla de presión sin válvula que en cualquier momento puede estallar con consecuencias impredecibles para todos.

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El 4 de febrero de 1992, en horas de la madrugada, estalla una rebelión militar la cual estremeció al país, un poco parafraseando aquella película “Amaneció de golpe”, desde hace años atrás no se sentía el ruido de los cuarteles; el trinar de las bayonetas y la pisada de la bota militar, se habían unido el descontento y la rabia en contra de una democracia que no tenía la culpa, la culpa era de sus conductores que manosearon la libertad para sus provechos personales y allí estaban los resultados en cuerpo presente. Fueron horas de angustia, de incertidumbre frente aquellos espacios noticiosos que cubrían minuto a minuto cada incidencia y no se coartó el sagrado derecho de la libertad de expresión. Los golpistas tuvieron la oportunidad de expresar libremente el “Por ahora” y su rendición, mientras que el gobierno explicaba con los nervios de punta los pormenores de los responsables de aquella salida abrupta de quienes habían jurado defender a la patria. El país volvió a la calma, pero no volvió a ser el mismo país, ahora tenía cicatrices y heridas.

Desde el Congreso Nacional se dieron discursos en un debate donde los factores allí presentes querían sacarle provecho y cálculo al máximo, más que pensando en una crisis profunda y de cómo salir de aquel atolladero empantanado, colocaron la vista a los intereses presidencialistas y de aparentar un mesías como salvador y se escucharon expresiones como: <No puede haber democracia con hambre>.

Rafael Caldera, como el único zorro político que quedaba del puntofijismo fue quien le sacó provecho al máximo ya que dentro de sus planes estaba la mira en la presidencia nuevamente y más aún, cuando en su partido COPEI se disputaban las elecciones internas entre Eduardo Fernández y Oswaldo Álvarez Paz y ambos mantenían un alto porcentaje en las encuestas por encima de Caldera, incluyendo al precandidato de AD, Dr. Claudio Fermín, lo que significaba que Caldera se encontraba en el foso de las aceptaciones y aquel 4 de Febrero le permitió ponerse en la ola de la simpatía.

En las elecciones de gobernadores y alcaldes de diciembre de 1992, AD que había obtenido el 50% de los votos presidenciales en 1988 había bajado al 39.5% en las primeras elecciones de gobernadores y alcaldes en diciembre de 1989 y en las elecciones de diciembre de 1992, bajó aún más a 31.3% de los votos. La hegemonía adeca iba en vías de desaparecer y el país se despolarizaba totalmente frente al bipartidismo del puntofijismo y los números de las elecciones así lo demuestran: AD 31.3%; COPEI 36.5%; MAS 13.3%; Causa R 8.0% y Proyecto Carabobo 3.1%.

La unidad en los Estados hizo posible tener gobernadores y alcaldes de distintos partidos políticos, pero también generó un acelerado descontento a punta de cacerolas, apagones nocturnos como forma de protesta colectiva en contra del gobierno y el temor a un nuevo “caracazo” se apoderaba cada día más de la población y fue cuando llegó el momento, cuando la oposición política e incluyendo AD, se presentó por acuerdo la salida de Carlos Andrés Pérez de la Presidencia de la República, la Corte Suprema de Justicia le dio el marco legal y el Congreso lo destituyó el 20 de mayo de 1993, cuando todavía le faltaban nueve meses para culminar el quinquenio presidencial y por primera vez en la historia un presidente electo era destituido por la mayoría del parlamento nacional y por mayoría fue nombrado el senador e historiador Ramón J. Velásquez. Comenzaba el país a trajinar un proceso de transición con un futuro incierto y una incertidumbre total que hoy todavía la vemos en el horizonte.

            Continúa.

 

 

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