Por: Héctor Díaz*.
Los sistemas totalitarios o dictaduras de partido único, siempre van llenando los espacios de realidades bajo niveles de conflictividad, de elementos tóxicos, de lavados de cerebros y de psiquiatría ideológica, esta última es sumamente peligrosa ya que moldea la conducta humana para adaptarla a los designios de su base programática y atornillarse en el poder, pero generándole al individuo una ceguera mental. Las experiencias de los países comunistas luego del triunfo de la revolución bolchevique (1917) en Moscú, la revolución cultural en la China de Mao Zedong (1949) y la más reciente, la revolución cubana (1960). Son tres experiencias comunistas, cada uno con su enfoque de costumbres y tradiciones sociológicas, pero con un solo fin la instauración del marxismo y del proletariado como partido único en la conducción del Estado.
Mao Zedong desde un principio tuvo ciertas reservas con la cofradía soviética y las distintas formas del aparato partido-estado, esto generó profundos debates ideológicos en la Europa del Este y en el continente asiático, extendiéndose hasta América Latina cuando los partidos políticos social demócratas como el APRA Peruano, el PRIN Mexicano y Acción Democrática en Venezuela, comenzaron a generar una revisión profunda sobre el papel histórico de las organizaciones, en función de la conducción del Estado y la realidad, en que tenían que aplicar para efectos de lograr distanciamientos, entre el revisionismo marxista y la tesis cultural maoísta. En América Latina se generaron tres grandes experiencias políticas; en Argentina con el Peronismo, en México y el Perú con las dictaduras de partido del Apra y el Prin, y la experiencia de Rómulo Betancourt con AD, cuando asumen el poder en 1959 hasta 1968 cuando le entregan el poder al partido Copei y reafirman el pacto de Punto Fijo en la alternancia y el respeto a las instituciones democráticas del país; esos diez años continuos de AD en el poder, permitió una estabilidad económica, pero en medio de una conflictividad política ya que está organización, sufrió tres divisiones muy fuertes, más el surgimiento de movimientos guerrilleros.
La guerra fría, determinó la bipolaridad política internacional, creando espacios de realidades cónsonas con nuestra acervo cultural latinoamericano, hasta 1993 cuando surge el rompimiento del bipartidismo bajo la figura del Dr. Rafael Caldera y su Convergencia, allí comenzamos a transitar las zonas desconocidas de la incertidumbre ya que los liderazgos naturales, había quedado rezagados a un segundo plano, era el agotamiento de un modelo que durante cuarenta años había llevado la conducción del Estado venezolano, con todas las críticas y observaciones que le hacían aquel modelo llamada “la cuarta república” frente a lo que tenemos y hemos transitado actualmente, desde la llegada del comandante Chávez, podemos expresar que estamos viviendo la peor etapa de vida republicana. Hoy las realidades que se nos quieren imponer tiene un marcado acento militarista y de dictadura de partido, por cierto, etapas ya superadas en la historia contemporánea; tenemos encima un peso de una realidad ficticia, pero que obstaculiza cualquier idea que quiera tomar vuelo en búsqueda de salidas pacificas para el retorno del hilo democrático normal.
La única manera de romper ese hechizo de la realidad ficticia, es una masiva votación de los factores democráticos y crear las condiciones para un nuevo liderazgo, que no solamente compita numéricamente, también que llene los espacios de una nueva perspectiva en función de rescatar el Estado del partido único, que se vuelva atractivo en la psiquis del elector, convencido en el cambio drástico del modelo, pero que también llegue a los descontentos y disidentes del partido de gobierno. Eso generaría una gran masa para aplicar aquel principio de física fuerza, (votos, desplaza masa y ocupa el espacio) y de esta manera, aquella realidad impuesta por un aparato ideológico-psiquiátrico quedaría para la historia política del país.
Estamos en los umbrales de nuevos espacios, donde quedaran dos elementos rezagados, los viudos de la Cuarta República y los viudos de la Quinta República, ambos buscaran reacomodo en los nuevos factores de poder, que lentamente se abrigaran espacios, a medida que vaya avanzando la nueva realidad en el tiempo y espacio político del país. Vamos al encuentro de nuevos modelos económicos, de nuevas ideas y dejamos atrás el modelo de caudillismo, de estructuras leninistas y de partido único, como conductor de Estado.
*Ex concejal