Una de las cosas más sorprendentes es el caso de personas que tienen un gran desarrollo mental en una o varias dimensiones de su personalidad, pero en otros aspectos pueden manifestar un subdesarrollo que puede llegar a extremos patológicos.
En el caso de la historia de las naciones ha sido planteada lo que se conoce como ‘Ley del desarrollo desigual y combinado’. En efecto, el dirigente político ruso León Trotsky (1879-1940) en su conocida ‘Historia de la Revolución Rusa’ (1930), en el Capítulo 1 plantea que en el planeta las naciones se han desarrollado a diferentes ritmos, de tal manera que unas naciones se han desarrollado mucho mientras otras han permanecido relativamente atrasadas. Pero también ha sucedido que una nación atrasada ha incorporado en su sociedad factores avanzados y entonces los factores atrasados coexisten de manera combinada (y a veces contradictoria) con los factores avanzados. Ese planteamiento luego fue conocido como ‘Ley del desarrollo desigual y combinado’. Posteriormente el filósofo norteamericano George Novack (1905-1992), en su obra ‘Comprendiendo la Historia’ (1972) ilustró tal ‘ley’ con ejemplos de otras áreas distintas a la historia de las naciones. Por ejemplo, el eminente paleontólogo estadounidense George Gaylord Simpson (1902-1984) señalaba que en la evolución biológica en el transcurso de millones de años o miles de millones de años, hay linajes que cambian muy rápido (taquitélicos), otros linajes que cambian lentamente (braditélicos), y otros linajes que cambian a un ritmo intermedio que no es ni rápido ni lento (horotélicos). Entonces en un ecosistema pueden coexistir formas vivientes que han evolucionado muy rápidamente con formas que han evolucionado con gran lentitud (1). También hay casos de linajes que han permanecido casi iguales en el transcurso de miles de millones de años y el paleobiólogo estadounidense J. William Schopf (nac. 1941) acuñó el término ‘hipobraditélicos’ (2).
Quizás podríamos extrapolar esa concepción del desarrollo desigual y combinado a la mente humana. Porque resulta demasiado obvio que la mayoría de las personas manifiestan un desarrollo desigual en ciertas dimensiones mentales y emocionales de su personalidad. En algunos casos ese desarrollo desigual llega a ser de tal magnitud que sorprende a los conocidos…¿Cuántas veces hemos conocido personas que impresionan por su brillante inteligencia en ciertos aspectos, pero en otros aspectos, manifiestan atrasos o hasta patologías?…Obviamente ese desarrollo desigual y combinado puede generar severas contradicciones y puede ser muy perjudicial. El psicólogo estadounidense Daniel Goleman (nac. 1946) en el año 1995 publicó su obra ‘Inteligencia Emocional’ que marcó un hito en la historia de la psicología. En esa obra plantea que la inteligencia emocional puede ser más importante en la vida que la llamada ‘inteligencia tradicional’ medida como ‘cociente de inteligencia’. En efecto, una persona puede tener un cociente de inteligencia (IQ) muy elevado, pero si su inteligencia emocional es muy baja, puede estar muy limitada en la vida.
El príncipe y filósofo escita Anacarsis (siglo VI A. de C.) dijo: “¿Cuál es el mayor enemigo del hombre? Cada cual es el peor enemigo de sí mismo” (3). Eso que dijo Anacarsis quizás sea exagerado, pero indudablemente tiene gran parte de verdad. Porque todas las personas sin excepción, cuando llegan a cierta edad y miran retrospectivamente lo que ha sido su vida, se percatan de la cantidad de errores que cometieron por los cuales sufrieron perjuicios. Lo más grave es que esa conciencia frecuentemente se adquiere cuando ya es muy tarde para remediar las cosas. Los antiguos filósofos griegos y romanos insistían mucho en el desarrollo armonioso y equilibrado de la personalidad del joven, y la educación actual debería dar a tal desarrollo la importancia que amerita.
Probablemente todos estaremos de acuerdo en que un desarrollo mental armonioso es muy importante en la vida. En tal sentido, vamos a recordar a la escritora francesa-estadounidense Anais Nin (1901-1977) que se hizo famosa por la publicación de sus ‘Diarios’ (1931-1966). En uno de ellos escribió: “Nosotros crecemos a veces en una dimensión, y no en otra, crecemos de manera desigual (…) Somos maduros en un aspecto, infantiles en otro” (4). Eso que dice Anais Nin es una gran verdad que todos hemos comprobado conociendo a las personas. Por ejemplo, hay personas que pueden ser muy inteligentes pero son unas sabandijas en el aspecto moral…Y de igual manera podríamos referir muchos otros ejemplos de desarrollo desigual.
Por otra parte, algunos autores han diferenciado lo que es la ‘inteligencia teórica’ y lo que es la ‘inteligencia práctica’. El filósofo y matemático inglés Alfred North Whitehead (1861-1947), en su obra: ‘La Función de la Razón’ (1929) distingue entre ‘Razón de Platón’ y ‘Razón de Ulises’. Recordemos que el filósofo griego Platón (427-347 A. de C.) en muchos de sus escritos presenta a Sócrates (469-399 A. de C.) dialogando de manera crítica y lógica sobre diversos temas como ética, el mejor gobierno, etc. El personaje Ulises, también conocido como Odiseo, es el protagonista de la obra: ‘Odisea’ atribuida al poeta Homero (siglo IX A. de C.) y se destaca por su capacidad para superar escollos y situaciones peligrosas. Es decir, la ‘Razón de Platón’ se refiere a la capacidad de indagar racionalmente sobre todo como un fin en sí mismo y no con el objetivo de resolver problemas particulares. En contraste la ‘Razón de Ulises’ se refiere a la capacidad de lograr objetivos en la vida práctica. Whitehead dice: “Razón de Platón y Razón de Ulises, la Razón que busca un entendimiento completo y la Razón que busca un método inmediato de acción” (Cap. I). Algunas personas tienen mucha ‘Razón de Platón’ pero poca ‘Razón de Ulises’ y viceversa.
Por otra parte, es pertinente recordar que el antiguo dramaturgo griego Sófocles (496-406 A. de C.) en varias de sus tragedias representa a Ulises como un individuo muy habilidoso para lograr sus objetivos, pero carente de escrúpulos éticos en sus métodos para conseguirlos. En efecto, en su tragedia ‘Filoctetes’, el personaje Filoctetes es uno de los héroes aqueos que se dirigieron a Troya para la guerra descrita en la Ilíada. Pero no pudo llegar a Troya porque durante el viaje fue mordido por una víbora en el pie, lo cual le produjo una herida muy dolorosa y hedionda. Entonces los aqueos, a instancia de Ulises, lo bajan del barco y lo abandonan en la isla desierta de Lemnos porque no soportaban el hedor y sus quejas. Pero después de 10 años de asedio de Troya los aqueos no habían logrado conquistarla. Un adivino troyano llamado Héleno que había sido hecho prisionero por Ulises, dice a los aqueos que solamente con la presencia de Neoptólemo, que era hijo del gran guerrero Aquiles, y la presencia de Filoctetes, que tenía el arco y las flechas de Hércules, lograrían la conquista de Troya. Entonces Ulises y Neoptólemo viajan a la isla de Lemnos para buscar a Filoctetes con su arco y llevarlo a Troya. Pero Ulises no puede mostrarse ya que Filoctetes le odia porque sabe que fue el instigador de su abandono en la isla. Ulises le plantea a Neoptólemo que es necesario engañar a Filoctetes porque si le dicen la verdad se opondría rotundamente a colaborar con el ejército griego. Neoptólemo reconoce la importancia de conquistar Troya y se deja convencer por Ulises, pero obra contra su propia conciencia y a la larga es presa del remordimiento y le cuenta la verdad a Filoctetes. En la tragedia se confrontan dos estilos de comportamiento: el de Neoptólemo que, digno hijo de Aquiles, actúa siempre con la verdad y nobleza, y el de Ulises, que siempre recurre a la astucia y a arteras mañas para lograr sus propósitos. Así, Neoptólemo, al escuchar el plan que le propone Ulises le dice: “Yo cuando algún proyecto me molesta al oírlo, también su realización detesto (…) No nací para hacer nada con malas artes, ni yo ni, según dicen, aquel que me engendró. Presto estoy a llevarme por la fuerza a nuestro hombre pero no con engaños (…) y yo prefiero obrar lealmente sin éxito, que conseguir el triunfo con maldad” (líneas 86-95). Ulises le responde: “mi experiencia ahora me ha hecho ver que en la vida del hombre la lengua domina y no los actos” (líneas 96-99). Ulises le convence de que por la fuerza no lograrán llevarse a Filoctetes y que deben engañarle. Neoptólemo acepta a regañadientes pero luego dice: “Todo son repugnancias cuando uno renuncia a su propio ser y hace lo que va contra sí mismo” (líneas 902-903), y le cuenta todo a Filoctetes. En esta tragedia se ilustra que la ‘Inteligencia Práctica’ siempre debería estar regida por principios éticos…¡A Whitehead le faltó plantear este requisito moral!!!
Por otro lado, podemos plantearnos la disyuntiva entre tener un conocimiento restringido especializado o tener un conocimiento amplio. El famoso poeta griego Arquíloco (Siglo VII a. de J.C.) dijo: “La zorra conoce muchas cosas, pero el erizo conoce una cosa grande” (5). El erizo es un pequeño mamífero insectívoro de la familia Erinaceidae distribuido por Europa, Africa y Asia. Este animal tiene el lomo recubierto de espinas eréctiles y cuando es agredido se enrolla y convierte su cuerpo en una bola espinosa.
El fragmento de Arquíloco ha sido interpretado de varias maneras. El zorro es un animal mamífero que puede tener un comportamiento muy diverso según las circunstancias, mientras el erizo tiene un comportamiento poco variado, ya que su manera de reaccionar ante el peligro siempre es la misma : se enrolla y se convierte en una bola de espinas. Pero cuando la zorra lo ha tratado de agredir, el erizo la ha sorprendido y derrotado con su poderoso y rígido método de defensa. Entonces, una posible interpretación del fragmento de Arquíloco es la siguiente: es preferible tener un conocimiento o habilidad que sea restringido pero sólido, que tener muchos conocimientos o habilidades superficiales. Si aplicamos el dicho de Arquíloco al mundo cultural y académico podríamos plantear la siguiente disyuntiva : ¿Qué es preferible entre tener un dominio sólido de una única especialidad y tener un conocimiento amplio pero no tan sólido sobre muchos temas?. Indudablemente lo ideal sería tener un conocimiento muy sólido sobre todas las áreas del saber, pero eso en la actualidad es sumamente difícil debido al vertiginoso avance del conocimiento. No obstante, quizás es posible conciliar el conocimiento del erizo y el conocimiento de la zorra de la siguiente manera: una persona puede adquirir un buen nivel de conocimientos sobre un tema específico y al mismo tiempo desarrollar múltiples inquietudes intelectuales, culturales y artísticas.
El conocido novelista francés André Malraux (1901-1976) en una ocasión conoció a un anciano sacerdote católico, que obviamente tenía una gran experiencia como confesor. Entonces Malraux le preguntó: “Padre, dígame qué ha descubierto en toda esta vida de confesor, qué le ha enseñado esta larga intimidad con el secreto de las almas…”. El anciano sacerdote reflexionó unos instantes y le respondió: “Le diré dos cosas. La primera, que la gente es mucho más desdichada de lo que creemos. La segunda, que no hay grandes personas” (6).
Esta referencia anecdótica es muy interesante porque nos ilustra que todas las personas tienen facetas deplorables en su personalidad, aunque muchas veces las disimulen. Precisamente el psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) diferenciaba en todo ser humano entre lo que llamaba ‘la persona’ y lo que llamaba ‘lo oculto’. La ‘persona’ es la máscara aceptada e impuesta por la sociedad. Pero debajo de esa máscara se desenvuelve el verdadero ego. La existencia de tal máscara es una necesidad social, pero según Jung, la contraparte de esa faceta de la personalidad aceptada y expuesta, es el ‘yo oculto’ o ‘sombra’, que consiste en el conjunto reprimido de emociones, deseos, frustraciones, desengaños, y complejos de culpa, que a veces afloran en los sueños o en la vida real en forma desagradable y hostil. Según Jung, toda persona rechaza ese ‘yo oculto’ pero no puede evitar que la acompañe a todas partes como su propia sombra. En tal sentido vale la pena hacer referencia a la famosa novela del escritor ruso Fedor Dostoievski (1821-1881) titulada: ‘Humillados y Ofendidos’ publicada en 1861. En esa novela el Príncipe Piotr Valkovski es falso, inescrupuloso, ambicioso, y solamente trata de conseguir mucho dinero, no importa de qué manera. En una ocasión invita al honesto escritor Iván Petróvich a beber unos tragos y cuando ya ha bebido bastante, le dice: “Si pudiera darse el caso (…) de que cada cual describiese su fuero interno sin miedo a exponer no ya aquello que teme revelar y que por nada del mundo revelaría ni siquiera a sus mejores amigos, sino sólo aquello que a veces teme confesarse a sí mismo, se levantaría en el mundo tal pestilencia que nos asfixiaríamos todos” (7)…Por supuesto muchas personas no son como dice el Príncipe Valkovski, pero unas cuantas sí son como dice él…En conclusión, lo ideal sería una mente armoniosa en todos los aspectos.
NOTAS: (1) Véase George Gaylord Simpson (1944) ‘Tempo and Mode in Evolution’. Columbia University Press (2) Pags. 212-213 en J. William Schopf (1999) ‘Cradle of Life. The Discovery of Earth’s Earliest Fossils’. Princeton University Press. También Pag. 162 en Donald R. Prothero (2007) ‘Evolution’. Columbia University Press (3) Citado por el recopilador griego macedonio Estobeo (Siglo V) en su obra ‘Florilegio II’, en la Parte ii, 1.43. (4) ‘El Diario de Anais Nin’ Vol. 14 (1971) (5) Pag. 23 en ‘The Oxford Dictionary of Quotations’. Edited by Elizabeth Knowles. Fifth edition. (1999). Oxford University Press. (6) Pag. 22 en André Comte-Sponville (2001) ‘La Felicidad. Desesperadamente’. Edit. Paidós. (7) F. Dostoievski ‘Humillados y Ofendidos’, Tercera Parte, Sección X, Pag. 189. Traducción de Augusto Vidal y Luis Abollado. Editorial La Oveja Negra (1985). Traducción cedida por Editorial Bruguera