DESAPARICIÓN DEL ESTADO VENEZOLANO

Por: José Francisco Conte C.

Conforme a la Enciclopedia Jurídica (Edición 2020) desde el punto de vista sociológico se concibe al Estado como una especie particular de sociedad política que resulta de la fijación en determinado territorio de una colectividad humana relativamente homogénea, regida por un poder institucionalizado que tiene el monopolio de la sujeción organizada (especialmente el monopolio de la fuerza armada). Desde el punto de vista jurídico, en un sentido amplio el Estado es la persona moral titular de la soberanía; en un sentido más estricto y concreto el Estado es el conjunto de los órganos políticos y de los gobernantes, en contraposición a los gobernados (por ejemplo, cuando se dice que el Estado es invasor, que hay que reformar el Estado, etc.).

El catedrático español Luis Sánchez Agesta define al Estado como una comunidad organizada en un territorio definido, mediante un orden jurídico servido por un cuerpo de funcionarios y definido y garantizado por un poder jurídico, autónomo y centralizado que tiende a realizar el bien común, en el ámbito de esa comunidad. Desde el punto de vista del concepto más usual del Estado, se consideran elementos del mismo el pueblo regido por él, el territorio sobre el que ejerce su poder, y el poder mismo que ostenta.

En el orden jurídico, el Estado se relaciona peculiarmente con dos ideas fundamentales. La primera – valedera solamente para el Estado constitucional, aunque con algunos antecedentes históricos muy notables- es la de estado de derecho, principio en cuya virtud el Estado queda sometido al ordenamiento jurídico. La segunda es la consideración del Estado como fuente del derecho, es decir, como creador principal del derecho positivo. De tal forma, el Estado es un agregado de territorio y población organizado en forma política de manera estable y con un ordenamiento jurídico determinado y sancionado por una autoridad. Es la forma política de organizar la convivencia humana que trae su origen en una milenaria evolución histórica. Entonces, encontramos como elementos característicos del Estado al gobierno, la población, el territorio y la soberanía.

El Estado organiza las estructuras establecidas por el ordenamiento jurídico para lograr la convivencia social, crea las leyes y garantiza su observancia y cumplimiento, instaura y reglamenta las instituciones, ejerce el monopolio legítimo de la fuerza responde y protege a la comunidad que representa. En un Estado Democrático se establece la división de los poderes públicos y las funciones de los mismos, su autonomía e independencia, con el fin de limitar el poder y de evitar los abusos, el predominio de una rama del poder público sobre las otras o bien la subordinación de uno de ellas sobre las otras.

Por su parte, la población es el conjunto de personas que habitan en un espacio físico determinado, asentado en un territorio específico y obtiene el carácter de comunidad cuando comparte rasgos históricos, culturales, religiosos y económicos. El territorio constituye el elemento geográfico del Estado y comprende el espacio terrestre, marítimo y aéreo sobre los que el Estado ejerce su dominio y soberanía. Es el perímetro espacial sobre el cual es válido el ordenamiento jurídico del Estado. L soberanía es un elemento de orden esencial, que asegura que el Estado sea real y legal. Implica la capacidad de mantener los territorios que posee bajo su control total y sin influjo externo. Sin soberanía un Estado no sería mas que una colonia de una o varias fuerzas extranjeras que la ocupan. El gobierno es transitorio, conformado por los individuos que ocupa y ejercen cargos en el Estado, lo administran, llevan a cabo sus políticas y obligaciones, toman decisiones políticas y administrativas y cumplen las funciones públicas. El Estado permanece, antecede y subyace a los gobiernos y es independiente de estos.

Si contrastamos lo anterior con la realidad que afrontamos en el país, encontramos que se ha producido la desaparición el Estado venezolano, transformado en una banda mafiosa de delincuentes, autores de violaciones a los derechos humanos y de delitos de lesa humanidad, que se han apoderado de todas las estructuras e instituciones estatales, las cuales son dominadas a través del terrorismo de Estado, la coerción arbitraria y discrecional, el pánico y la miseria de las mayorías.

En este sentido, acogemos la afirmación que hace la profesora Marta de la Vega V., en interesante artículo de opinión, intitulado ¿Quién tiene el control del Estado?, cuando afirma: » Venezuela pasó de ser un Estado forajido, subsidiario de Cuba desde que Chávez llego al poder en 1999, vinculado con el crimen organizado trasnacional y sustentado geopolíticamente por regímenes como Rusia, China, Irán y Turquía, todos contrarios a la democracia y con poderosos intereses económicos en el país, a estar a la deriva, sin Estado ni gobierno efectivos. La camarilla militar civil que Maduro preside no tiene interés en el bien común, ni en el bienestar de los ciudadanos, ni en una economía productiva, ni en servicios públicos extendidos a todo el país, eficaces y con mantenimiento preventivo, ni en la transparencia de la gestión pública ni en el respeto a la integridad, los bienes y la propiedad de los ciudadanos. Y cuenta con el silencio cómplice de oportunistas que pretenden acuerdos “parciales” con “quienes tienen el poder”.

Por consiguiente, para mantenerse aferrados al poder, observamos con asombro que se permiten toda clase de despropósitos, que van desde el menoscabo de la soberanía nacional, la cesión de zonas estratégicas del territorio a fuerzas extranjeras de ocupación como los cubanos, rusos, chinos e iraníes, o bien bandas criminales como Hezbollah o Hamas, o fuerzas irregulares provenientes de Colombia como el ELN y las FARC, hoy divididas entre los promotores de la nueva Marquetalia, alias Iván Márquez y Jesús Santrich, fuertes aliados del gobierno de Maduro, y la otra disidencia de la FARC dirigida por alias Gentil Duarte.

En consecuencia, nos encontramos frente a una ausencia absoluta del Estado venezolano, sin control del territorio, sin resguardo y protección de la población, sin soberanía y sin gobierno que busque el bienestar colectivo y el logro del bien común. Por el contrario, el gobierno basa su ejecutoria en la represión como medio absoluto de control social. Sobre este aspecto la autora antes nombrada, expresa que lo que existe es: “Anomía, anarquía, transgresión permanente de las normas, violación flagrante de derechos básicos. Permisividad con grupos criminales, cuyos combates en Arauquita han desplazado a miles de venezolanos hacia Colombia”. Del mismo modo, señala como ejemplos la invasión del Cementerio General del Sur por familias muy pobres ante la indiferencia de las autoridades; el asalto a un Comando de la Guardia Nacional en Caracas por la banda del “Coqui” en la Cota 905 para sustraer armamento de alto calibre; la voladura con explosivos de la sede de migración y aduana de La Victoria del estado Apure por de disidentes de la FARC. Por nuestra parte, agregamos a esta lista de hechos que muestran la ausencia absoluta y culpable del Estado venezolano, la celebración de bandas de delincuentes en sedes recreacionales de cuerpos policiales, la destrucción de la empresa petrolera venezolana por efectos de la corrupción, la toma de Caracas por bandas hamponiles, la politización de las vacunas contra el Covid-19, la hiperinflación y la devaluación de la moneda nacional, 320 presos políticos según la ONG Foro Penal, la crisis medioambiental generada por el propio gobierno por vertidos de petróleo y mercurio por la extracción del oro, entre otras graves situaciones.

Abogado y Profesor Universitario

 

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