Desacreditar y evadir las Primarias: ciega ambición del sectarismo que no se conduele del sufrimiento venezolano | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Creíamos que iban a respetar los propósitos de Legitimación y Primarias para alcanzar la ansiada Unidad, pero no. Ya nos damos cuenta de que estas nobles intenciones han caído en el saco roto de quienes con cinismo y atrevimiento han mostrado su preferencia por la pugnacidad intra e inter partidista opositora, colocándose a espaldas del interés nacional.

Con su desdeñosa e indigna catadura medran por ‘reivindicar’ sus mezquinos intereses sin importarles un comino los valores democráticos y patrióticos. Ni porque en tan aciagas circunstancias realmente se necesita conciencia y músculo patriótico para salir de esta tragedia que ellos hacen más dolorosa.

A esa oposición partidista incompetente y perniciosa que no ha trabajado por la Unidad sino por todo lo contrario, para satisfacer sus deseos personales, debe dársele de baja, colocándola al margen de las luchas democráticas. Bien merecen la indiferencia de los electores.

Observar a Nicmer Evans y a Antonio Ecarri justificar su ‘escepticismo’ ante las Primarias es si acaso deprimente.  Ellos han demostrado lo que tenían que demostrar antes de argüir las ‘verdaderas’ razones de hegemonía, ventajismo y engaño del ahora G3, del que se sospecha todo eso. Evans tiene poca credibilidad por su procedencia chavista, y Ecarri —aunque utilice la memoria de Uslar Prieti—, para pandearse al decir con recóndita satisfacción que las ‘Primarias están muertas’, no asume tan lastimosa circunstancia con lamento sino con estridente regocijo, exacerbando mala impresión.

Seguramente podrían suscitarse más deserciones al deseo de participar en las Primarias, porque con las ejecutorias de quienes las sostienen [del G3], están siendo socavadas desde adentro, suponiéndose su implosión. Momento estelar que aprovecharían los cogollos partidistas —los conciábulos— para adjudicarse la candidatura presidencial opositora aunque no sea la única, y ‘garantizar’ que nadie se quede inconforme respecto a ‘sus aspiraciones’. Este supuesto es un escenario potencial ante el desgajamiento partidista.

Con todas estas ‘excentricidades opositoras’ tal vez sus intérpretes creen que son ocurrentes u obtienen respaldo popular, olvidándose de la predisposición en la que se encuentra el electorado, reflejado en las encuestas, respecto a la poca reputación [rechazo] que tienen los partidos, incluso aquellos que están libres de sospechas de cohabitación. Porque aquí también pagan justos por pecadores.

La Iglesia Católica venezolana ha vuelto a la palestra para denunciar y advertir que no debemos asumir como incautos ser parte de esa burbuja en la que solo viven muy bien y relativamente un 10% de los venezolanos, mientras el 90% padece de necesidades básicas insatisfechas. La Iglesia, a través de sus representantes, llama a la participación ciudadana para alcanzar la liberación que nos retornará al Estado de derecho, a la democracia, al ansiado y requerido bienestar.

La Iglesia Católica podría realizar un gran rol en beneficio de una solución política si participara permanentemente en la conquista de la Unidad, y sobre todo en la integración de una comisión ad hoc en la que los venezolanos se sientan representados y los gobiernos amigos con interés de una interlocución seria. Incluso, los partidos que se han interpuesto como dueños y señores de la representación nacional [usurpándola]. Si de verdad no fuera así, deberían invitar a la Iglesia Católica a formar parte del Diálogo en México. Con ello se reduciría la incertidumbre y aumentaría la confianza [y la fe] del pueblo venezolano. También los partidos en dichas faenas bien podrían recobrar algo de credibilidad y, en caso de que se nieguen, sucumbir en sus posturas pseudo políticas.

La expectación sobre el Diálogo en México sigue mermando, porque la flacidez opositora debido a sus incongruentes procedimientos recién asumidos han desajustado ese engranaje que se creía algo compacto, aunque realmente no ha tenido capacidad negociadora propia, porque, como sabemos, la Casa Blanca es quien tiene las fichas en sus manos y las juega.

Aunque se ha venido criticando el desempeño de Gerardo Blyde, como representante de la Plataforma Unitaria Democrática en el Diálogo, debido a su transigencia frente al oficialismo y a supuestos vínculos con gente muy cercana al gobierno cuestionado, Leopoldo López ha intercedido a su favor revistiéndolo de capacidad y confianza opositora.

En las urgidas prioridades del presidente Biden no está la precaria situación de Venezuela a la que ha puesto en la cola a esperar, con el agravante de que no hay forma de que el oficialismo vuelva al Diálogo si antes no se liberan 3.200 millones —retenidos en bancos internacionales— y se ponen a su disposición.

De la liberación de los presos políticos no hay intención oficial conocida —a excepción de la inusitada liberación del general Rodríguez Torres [identificado al chavismo], tal vez apadrinada por el ‘intrépido’ Rodríguez Zapatero que con patente de corso navega a su antojo los cúmulos del chavismo—.

Todo este panorama sombrío no deja vislumbrar aún las Elecciones Libres.  L a m e n t a b l e m e n t e.

 

 

 

 

 

 

 

 

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