Derrotar al gobierno

 

Hace años que digo que en Venezuela no hay sitio sino para dos grandes partidos. El partido que respalda al Gobierno, cada día más disminuido, y un gran partido que agrupe a todos los que queremos cambiarlo.

Lo que no ayuda para el cambio es la incapacidad de nuestro liderazgo de poner los intereses del país por encima de los intereses sectarios.

Líderes autoritarios han contado al comienzo con apoyo popular y mientras dura ese apoyo, convocan elecciones. Pero cuando pierden ese apoyo, se sostienen por la fuerza y desprecian las elecciones y a toda la institucionalidad democrática.

Las dictaduras se mantienen cuando la coalición de fuerzas que las sostienen es más fuerte que la fuerza que quiere cambiarlas y caen cuando esa coalición se quiebra.

Quebrar la coalición dominante requiere estrategia. La historia ha demostrado que no hay nada que contribuya mejor para romper la coalición dominante y lograr el fin de la dictadura que participando en las elecciones, siempre llenas de ventajismo y arbitrariedad, que ella convoca.

Pinochet convocó un plebiscito seguro de que lo ganaba. La oposición peleó, elaboró un mensaje, articuló y motivó a la población y ganó.

En Polonia el régimen comunista llamó a elecciones parlamentarias reservándose 67% de los cargos. Un líder sindical, Lech Walesa, decidió participar a pesar del ventajismo oficial y derrotó al gobierno en esas elecciones.

En Perú Fujimori convocó elecciones fraudulentas, la oposición participó y ganó.

Evo Morales convocó elecciones violando la constitución, la oposición participó, Morales intentó un fraude y tuvo que abandonar el poder.

Los ejemplos son muchos y no hay uno donde a partir de abstenerse se haya logrado algo.

Nada sería más efectivo para salir del Gobierno que 12 millones de personas votando. El Gobierno lo sabe y por eso trata de todas las maneras que la gente no vote. Las encuestas dicen que la gente no quiere votar.

La única forma de cambiar esa tendencia es que todo el liderazgo nacional se olvide de sus agendas parciales y construyamos juntos una plataforma electoral con una tarjeta única.

En ese esfuerzo, un grupo de venezolanos nos hemos comprometido con la tarjeta Unión y Progreso. No es un nuevo partido, sino un instrumento que pretende servir, para que esa voluntad mayoritaria que hay en el país, se pueda expresar de forma contundente contra el Gobierno.

 

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