Decencia

…la noble decencia honra a quien la usa.

Simón Bolívar, 1823

 

Auténtica indignidad de parte de los funcionarios asignados a las bombas de gasolina. Lástima e indignación siente la mayoría de los que nos vemos en la necesidad de hacer  estas largas,  interminables colas para surtir este importante líquido. Operación morrocoy, a eso nos someten, sintiéndose plácidos, felices, importantes, poderosos… en humillar a su  misma gente. Sepan que Venezuela/venezolano(a) les queda demasiado grande, al igual que a aquellos(as) que se valen de enfermedades y tapabocas, extensivo al inmenso monopolio de la venta de gasolina. Todo un monopolio/comercio informal desde vehículos modestos hasta de lujo, con personajes increíbles de creer se presten a semejante deshonestidad y atropello…

Esto, entendamos, es parte de una política de Estado y el que tomen la placa una “burla”  tajante y sucia. Lo que nos  lleva a lo dicho por el Libertador “… la destrucción de la moral pública causa bien pronto la disolución del estado” (1829). Porque, “… no hay justicia donde no se encuentra ni equidad ni talento para manejar los grandes negocios, y negocios de los que depende la vida del estado” (1823). Éste mi país  “…Venezuela, cuya suerte no me puede ser indiferente ni aun después de muerto” (1828).

Convencidos deberíamos estar, vista la realidad a la que hemos/estamos sometidos, que las acciones individuales, de beneficio propio nos atañen y perjudican a todos por igual como sociedad cada día más marginal… Deberíamos tomar conciencia de nosotros mismos, de nuestra existencia, de nuestra realidad y en lo que nos hemos convertido. Conciencia también que debemos comunicarnos de igual a igual, reconociéndonos en valores, que se interinfluencian y que somos necesarios los unos a los otros.

Conscientes de nuestra trascendencia como sociedad venezolana, de nuestra capacidad para transformarla, descubriéndonos y asumiendo de manera responsable con sentido de lucha, lucha de hombres y mujeres, que en presencia activa y de su realidad construyen juntos su propia realidad, su propio valor, los condicionamientos en que vive. Así, rompe la ilusa percepción y logra ver con realismo las contradicciones determinadas por la  situación  que confronta día a día…

 

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