Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr
Donald Trump anunció que está dispuesto a hablar con Nicolás Maduro para decirle que se tiene que marchar por las buenas o por las malas, pero esto Maduro no lo va a aceptar. ¿Entonces de qué más pueden hablar?
Nicolás Maduro no está en condiciones de hacer una demostración de fuerza ante la principal potencia militar del mundo y para lograr que Trump flexibilice su posición y cambie de opinión, seguramente apelará a la astucia política que le ha permitido sobrevivir a lo largo de todos estos años de sanciones, aislamiento diplomático y máxima presión.
Chávez inculcó a sus sucesores que los mejores estrategas se preparan para los peores escenarios y por eso en Miraflores tienen que haber estudiado muy bien los pro y contra de cada probable acción de Trump. La operación psicológica basada en la demostración de fuerza no ha sido suficiente para desmoralizar y quebrar al régimen de Maduro. Los bombardeos a objetivos vinculados al narcotráfico tampoco garantizan la implosión de un régimen que luce cohesionado y, por el contrario, conllevan el riesgo de que finalmente Maduro se mantenga en el poder y se erija como el héroe de la resistencia antiimperialista que sobrevivió a los ataques del ejército más poderoso del mundo, dejando al amenazante Trump en ridículo.
La narrativa del Cartel de los Soles le ha generado a Trump efectos contraproducentes que han demorado su decisión de atacar. Los generales del alto mando militar venezolano se sienten amenazados por la Administración Trump que los acusa de ser cómplices del CDS y, para evitar la persecución y purga de la FANB en caso de que Maduro fuese capturado, lo reemplazarían con uno de sus miembros.
Forzar un cambio de régimen desembocará en la implantación de otro régimen autoritario que utilizará las instituciones del Estado para desatar una cacería de brujas contra todo lo que sea o parezca chavista. De hecho, la Constitución de Venezuela permite al presidente de la República tomar la iniciativa para convocar una Asamblea Nacional Constituyente que -una vez instalada- tiene la facultad de disolver los demás poderes públicos, lo cual sería aprovechado por el nuevo régimen para borrar del ecosistema político a los 24 gobernadores y 285 alcaldes y 256 diputados chavistas.
Si la persecución y cárcel es la mejor alternativa que se le ofrece, Maduro y el chavismo nunca entregarán el poder. En lugar de seguir apostando a la rendición incondicional de Maduro para que sea juzgado y condenado por la justicia de EEUU, y a la subsiguiente capitulación de los gobernadores y alcaldes chavistas, la clave para lograr una solución pacífica del conflicto venezolano pasa por compartir el poder en un gobierno de unidad y recuperación nacional. Los polos que se disputan el poder político están llamados a acordar las condiciones para un acuerdo nacional que contribuya a preservar la paz, reactivar la economía y crear mejores condiciones de vida que estimule el retorno de los migrantes venezolanos que tanto obsesiona a Donald Trump.
Si los servicios de inteligencia de EEUU han suministrado información de calidad sobre los riesgos de ordenar ataques militares para forzar un cambio de régimen en Venezuela, eso explica por qué Trump ahora se muestra dispuesto a conversar con Nicolás Maduro. La inteligencia estadounidense debe haber advertido a Trump que la coalición cívico-militar- policial que gobierna a Venezuela está dispuesta a pasar a la resistencia armada para defenderse. Y si se suman las guerrillas colombianas y otros grupos armados irregulares, el resultado sería un conflicto prolongado como el que ha desangrado a Colombia durante más de medio siglo. Si Trump ataca, incumpliría su promesa electoral y quedaría como un guerrerista que hundió a Venezuela en una ola de violencia y convirtió a la región en una zona de conflicto.
Pero Trump puede quedar como un pacificador si hace valer su poder para sentar en la mesa de negociaciones a Nicolás Maduro y a Edmundo González Urrutia, a quienes les presentaría un marco general para acordar un acuerdo de coexistencia pacífica que asegure la gobernabilidad de Venezuela, con garantías de protección y no persecución para los actores que se diputan el poder y, sobre todo, para los que tengan que entregar el mando político de la nación.
MCM está muy agradecida por el apoyo que le ha brindado la Casa Blanca, y hasta le dedicó a Trump el Premio Nóbel de la Paz, pero ella perdería este respaldo si se niega a participar en un acuerdo que le evite a Trump las consecuencias impredecibles de ordenar ataques militares en territorio venezolano.
Todos estos escenarios también los debe haber evaluado el Palacio de Miraflores para encontrar el margen de maniobra para evitar que desde la Casa Blanca y el Pentágono se ordenen los ataques. Con ese fin, en la conversación que está planteada, Maduro le puede proponer a Trump lo siguiente:
- Reactivar el acuerdo con la DEA para certificar que Venezuela es un territorio libre de cultivos ilícitos y laboratorios para fabricar drogas ilegales.
- Ampliación y aceleración del retorno de migrantes venezolanos en EEUU.
- Apertura de la industria petrolera venezolana a las compañías petroleras estadounidenses para garantizar a EEUU un suministro estable y seguro de crudos.
- Limitar el alcance de los acuerdos con Rusia, China, Irán y otros rivales geopolíticos de EEUU.
- Liberación de presos políticos, retorno de los exiliados, cese de las inhabilitaciones políticas y de las intervenciones de los partidos.
- Solucionar el cuestionamiento a la legitimidad presidencial con base en los establecido en la Constitución de convocar elecciones en los 30 días siguientes a la renuncia del presidente, antes de cumplirse el cuarto año del mandato presidencial.
- Elección de un nuevo Consejo Nacional Electoral y renovación de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia.
- Retiro de las recompensas de EEUU y garantías de protección y no persecución para los que tengan que entregar el poder.
- Protección de Citgo del remate y devolución de los fondos y activos de la República bloqueados en EEUU.
- Eliminación de las sanciones petroleras.
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