A la memoria de Ana, mi Mamita
Sólo el alma es la morada en nuestro destino
Demócrito
Como venezolanos sabemos que estamos sometidos a una realidad de numerosas dificultades. No obstante, como valeranos, como trujillanos, abrigamos en nuestros corazones, en nuestras vidas, en nuestro entorno, muchas razones para sentirnos felices. Construimos cada día oportunidades para alcanzar la felicidad. Por eso, necesitamos internalizar las dulces palabras de Santa Teresa de Ávila (1515-1582), Doctora de la Iglesia desde el 27 de septiembre de 1970: “Nada te turbe, /Nada te espante, /Todo se pasa, /Dios no se muda, /La paciencia /Todo lo alcanza; /Quien a Dios tiene. /Nada le falta.” (de Ávila, 1674).
Como seres imperfectos, por afanes propios de la vida, a veces, buscamos la perfección y en esa búsqueda, también pecamos en dar prioridad a los propósitos, olvidándonos de Dios y de nosotros mismos. Sin observar lo que tiene auténtico valor, verbigracia, nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra paz. En este sentido, la felicidad comienza por el camino de la paz. “No hay camino para la paz, la paz es el camino” (Mahatma Gandhi). Estar bien con nosotros para poder estar en paz con nuestros semejantes.
Para cada quien hay diversas formas de encontrar la felicidad. En mi caso, creo justo y necesario, comenzar por practicar la máxima sentencia divina en el amor a Dios y el amor al prójimo, como a ti mismo. Sentencia que a veces podemos olvidar cuando actuamos sin pensar en el daño que podamos producir al otro. Allí comienza el respeto y el ejercicio de la libertad, de cada uno hacia nosotros mismos, hacia los demás.
La celebración de este Primer Congreso de Trujillanos Felices como aporte a la esperanza del estado Trujillo, tiene en la labor altruista de Alfredo Matheus, artífice de este evento, la expresión solidaria y comprensiva en cada obra que realiza, la voluntad de ayudar al prójimo, como ejemplo a seguir, como expresión viva de hacer el bien a quien lo necesita. Es este Congreso un acto de resiliencia, entendida como “dinámica que permite al individuo salir fortalecido de la adversidad, en cada situación y respetando las características personales.” (Rutter,1991). Hoy en estos espacios recibimos aportes, testimonios, experiencias valiosas que se traducen en argumentos para reconocernos como personas luminosas con potencialidades individuales para desarrollarnos. La resiliencia como “interacción de factores resilientes provenientes de tres niveles diferentes: soporte social (yo tengo), habilidades (yo puedo) y fortaleza interna (yo soy y yo estoy)” (Grotberg,1999). Gracias, muchas gracias, Alfredo por esta labor.
Contamos con muchos recursos para atraer a nuestras vidas la felicidad y en mi experiencia como docente, en el área del lenguaje y la literatura, quiero proponerles tres caminos el de la poesía, la música y el canto. Los tres constituyen máximas expresiones del lirismo. La poesía como expresión estética del lenguaje es palabra inspiradora; en tanto re significación del lenguaje, expresa emociones y su ritmo se percibe en versos o en prosa. La música desde los signos musicales registrados en un pentagrama, es un complejo sistema de sonidos, melodías y ritmos. El canto como forma de comunicación primitiva evoluciona y se constituye en un arte de expresión vocal. Las tres despiertan las emociones del alma.
En primer término, el camino de la poesía. Estremecernos a través de la lectura en voz alta de un buen poema es, definitivamente, una forma de reconciliarnos con la vida. Selecciono unos versos del poema “Pajarito que venís tan cansado” del poeta escuqueño Ramón Palomares (1935-2016), Premio Nacional de Literatura en 1975, como grandiosa reflexión a la musa del poeta, a la posibilidad de renacer cada día, en una bendición matinal. La referencia a Polimnia, Diosa griega de los cantos sagrados, la pantomima y la retórica. El yo poético nos muestra la pasión por la inspiración poética:
“Pajarito que venís tan cansado
y que te arrecostás en la piedra a beber
Decime. ¿No sos Polimnia?
Toda la tarde estuvo mirándome desde No sé dónde
Toda la tarde
Y ahora que te veo caigo en cuenta
Venís a consolarme
Vos que siempre estuviste para consolar
Te figurás ahora un pájaro
Ah pájaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercás
— «Yo soy Polimnia»
Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismo.” (Palomares, 1975).
Pensamos también en el tiempo como fugacidad y presencia a través del recuerdo con el poeta venezolano, natural de Carora, Luis Alberto Crespo (1941), dos veces premio Nacional de Literatura (2008-2010, 2010-2012), cuando nos susurra incierto estos versos de su libro No o nadie (2014):
“¿Cómo es que uno no está porque se queda? / ¿Cómo es que no vive aquí porque regresa?
¿Si regresa es porque ya se ha ido? / ¿Y si permanece es porque lo esperan? “(Crespo, 2014).
Precisemos, entonces, exaltar a la mujer como expresión mágica de lo humano, fuente inagotable de amor. Octavio Paz (1914-1998) Premio Nobel de Literatura en 1990, la describe así: “Eres una ciudad que el mar asedia/Voy por tus ojos como por el agua, / Voy por tu frente como por la luna, /como por la nube por tu pensamiento.” (Paz, 1985, p.238). Es decir, tal y como la concibe Gilbert Durand: “La mujer es como el Ángel, el símbolo de los símbolos.” (Durand, 1971, p.42). O como dijo Simón Díaz (1928-2014), cuando escribió la canción Tonada de luna llena, le regaló el mar de las Antillas a su esposa, porque esperaba el nacimiento de uno de sus hijos y él descansaba en la almohada de la esperanza que era la barriga de su mujer. Poesía y música enlazadas.
Poemas tan venezolanos, tan nuestros, creados por seres inigualables como Aquiles Nazoa (1920-1976). Les menciono unas líneas de dos poemas que tienen la posibilidad de transmitir la ternura y el candor de la infancia. Del primer poema Las lombricitas:
Dos lombricitas
de edad temprana
cierta mañana
del mes de abril
solicitaron
en la pradera
al grillo, que era
jefe civil.
Al punto el grillo
con dos plumazos
ató los lazos
de aquel amor.
Las lombricitas
se apechugaron
y se mudaron
para una flor.
Tras una vida
dulce y risueña,
con la cigüeña
las premió Dios.
Y cuando abrieron
las margaritas,
las lombricitas
ya no eran dos.
La primorosa
recién nacida
pasó la vida
sin novedad.
Y al cuarto día
de primavera
ya casi era
mayor de edad.
Quiso ir entonces
a una visita,
y su mamita
le dijo: – ¡No!
Más de porfiada
salió a la esquina
y una gallina
se la comió.” (Nazoa, 2008)
Podemos tomar de estos versos la enseñanza de la obediencia, virtud que tanto enseñamos y por la que tantos dolores de cabeza podemos evitar.
Cómo no ser felices con La historia de un caballo que era muy bonito de Aquiles Nazoa, más que un cuento es un poema en prosa, comienza diciendo: “Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines/todos estábamos muy contentos con esa costumbre del caballo/ y ese caballo de colores llegaba por ahí vistiéndose de alfombras por todas partes que pasaba.”
En el camino de la literatura infantil, les propongo leer De como Panchito Mandefuá cenó con el Niño Jesús (1976) de José Rafael Pocaterra (1889-1955), sea quizás la versión más feliz y original de un niño caraqueño pregonero que quiso cumplir sus sueños. Y lo logró cenando con el Niño Jesús.
En cuanto a la música y el canto, los invito a estremecernos de contento al escuchar la música venezolana, reconocernos en ella, por ejemplo, con las interpretaciones de Aquiles Machado (1973) acompañado de Aquiles Báez (1964-2022), todo el repertorio del tío Simón y con especial alegría, sinónimo de felicidad, tararear las gaitas de entrañable sabor zuliano. Pronunciar la onomatopeya “Ay, chirinchirrá/ bien empolvá/ Ay chirrinchirrá/ y muy arregladita” de la gaita La negra del Tamunangue (1978) de Simón Udón García Luzardo (1941-2008), interpretada por Betulio Medina (1949) de Maracaibo 15 o por el dúo A 2 voces Maya. Quien lleva la música de la poesía y de las melodías en su corazón se alegra, hace feliz a sus semejantes, ofrece una sonrisa en su rostro, tiene un pasaporte seguro al regocijo del alma. De allí que el gran Albert Einstein dijera: “Una fruta, una silla, /un plato de frutas y un violín, / ¿Qué más necesita el hombre para ser feliz?”
Con la música de las palabras bien dichas, de las melodías, de las buenas intenciones, de las enseñanzas del obrar con sensatez, de practicar la prudencia como expresión de equidad y sabiduría, pueden todas estas acciones mantenernos felices en el hacer y en el obrar.
Quiero cerrar estas reflexiones recordando la letra de la canción El Papagayo de Iván Pérez Rossi (1943) de Serenata Guayanesa. Cada vez que la escucho traigo la felicidad a mi corazón porque veo, de nuevo, la sonrisa y la alegría de mis hijos cuando fueron pequeños, la mirada candorosa de mis nietos, que es igual a decir la felicidad de todos los niños venezolanos. Dice la letra: “Quiero hacer un papagayo, volador multicolor/ para remontar las nubes y llegar donde está Dios / para remontar las nubes y llegar donde está Dios / para remontar las nubes y llegar donde está Dios/Tres franjas tiene mi papagayo una amarilla cual sol de Mayo / una amarilla cual sol de Mayo /La franja azul, el mar y el cielo con 8 garzas 8 luceros/ con 8 garzas 8 luceros /Y el rojo fuego del cardenal sangre de héroe y libertad/ sangre de héroe y libertad /Quiero hacer un papagayo para aprender a volar /y que juegue con el viento la bandera nacional/ y que juegue con el viento la bandera nacional.” Les abrazo feliz. Muchas gracias.
Referencias:
De Ávila, Santa Teresa. “Nada te turbe”, En: https://poesiamaspoesia.com/114-poesia-mas-poesia-santa-teresa-de-jesus/
García, Simón Udón (1978). “La negra del Tamunangue”,
En: https://www.youtube.com/watch?v=0OJ9GK0nLLo
Grotberg, E. (1999) y Rutter (1991). En: María Cristina García Vesga y Elsy Dominguez de la Ossa. “Desarrollo teórico de la resiliencia y su aplicación en situaciones adversas: Una revisión analítica.”, En: Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Colombia: Manizales, junio-2013.
En:http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttex&pid=S1692-715X2013000100003
Nazoa, Aquiles (2008). Las lombricitas, Ciudad de México, Playco.
Palomares, Ramón (1974). Adiós Escuque, Mérida, Ediciones de la Universidad de Los Andes- Dirección de Cultura.
Paz, Octavio (1985). “Piedra de Sol”, en La Estación Violenta, En: Libertad bajo palabra, p.238.
Pérez Rossi, Iván (2001). Cantemos con los niños, Caracas, Fundación Cantemos con los niños.
Pocaterra, José Rafael (2000). Cuentos grotescos, Caracas, Monte Ávila Editores.
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