DE CHAVEZ A BOLSONARO: LA GRAN LECCIÓN

 

Micro Análisis / Jesús Seguías

  1. El ex-presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso resume de manera muy clara quién es Bolsonaro: “El capitán retirado del ejército Jair Bolsonaro es un oscuro parlamentario, apoyado por un partido casi inexistente, el PSL (Partido Social Liberal)…Con un fuerte cariz autoritario… Bolsonaro es una hoja seca impulsada por el vendaval de todas estas transformaciones. Simboliza el ansia del orden ante el miedo a lo desconocido… Presenciaremos la “barbarie”. No se trata de la vuelta al fascismo: la historia, en este caso, no se repite. Se trata de otras formas de pensamiento y acción no democráticas.”
  2. El desconocido Bolsonaro, sin el respaldo de un partido poderoso y con muy pocos recursos económicos, interpretó lo que sienten los brasileños ante la inseguridad ciudadana, la crisis económica, y la podredumbre ética de los políticos gobernantes (Venezuela Dixit).
  3. También interpretó el rechazo de los brasileños a la sociedad parasitaria estimulada por gobiernos izquierdistas que reparten mucho a los pobres sin preguntarse “quién paga la cuenta”. Bolsonaro quiere una sociedad productiva no parasitaria. Y eso hizo click.
  4. Tengo varios años diciendo que “cuando los políticos de oficio fallan, los pueblos inventan”. No importa si la opción es de izquierda o de derecha, con tal escuchen al pueblo y pongan mano a una narrativa poderosa. Y Jair Bolsonaro es otro invento más.
  5. La sociedad mundial, especialmente en América Latina, tiene rato inventando opciones diferentes a los partidos congelados en la historia, anclados en paradigmas que ya no dicen nada a los ciudadanos, y que no responden a las exigencias del nuevo elector.
  6. El teniente coronel y golpista Hugo Chávez fue quien rompió el celofán en Venezuela y en el continente. De allí en adelante observamos que los bolivianos “inventaron” a un indígena cocalero, los paraguayos a un cura, los brasileños a un dirigente sindical, los uruguayos a un ex-guerrilero medio hippie (pero brillante), los chilenos a un empresario multimillonario, los panameños a otro empresario, los haitianos a un cantante, los guatemaltecos a un cómico, los mexicanos a un izquierdista suigéneris, los estadounidenses a un negro, y luego de éste a un empresario multimillonario que sabe muy poco de política.
  7. En fin, los pueblos decidieron enviar a la porra a todos los partidos políticos clásicos e históricamente poderosos, o al político tradicional (caso USA). Y todavía existen políticos en Venezuela que no copian estas señales muy claras e irreversibles de la historia. Siguen encapsulados en sus proyectos personales (de paso, torpemente administrados).
  8. Los casos de Brasil y Venezuela son diferentes en este momento. Bolsonaro está siendo electo en un país que aun conserva transparencia electoral y democrática. Venezuela ya no.
  9. Pero sí hay algo en común: un pueblo que exige respuestas a políticos que no tienen nada qué decir, que sólo se limitan a hacer denuncias y más denuncias, y a buscar que otros le hagan la tarea, pero que no hacen click con la mayoría de la población. La pereza política es impresionante. Son fuerzas (¿o debilidades?) políticas sin pasión, sin liderazgos, sin respuestas, sin nada. Pero eso no es lo más grave. Lo más grave es que siguen haciendo más de lo mismo esperando obtener diferentes resultados. Gobierno y opositores por igual. Odian el cambio. Eso es peligroso.
  10.  Los brasileños pasaron -de un solo jalón- del socialismo moderado al capitalismo autoritario y amante de las dictaduras “de derecha”. Dicho a tiempo.

@seguias1

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