David Arrieta: un venezolano en el ejército israelí que no cambia su lugar hoy en la línea de guerra

Su primer amigo en el ejército fue asesinado por el grupo terrorista Hamás, hace un mes, el mismo día que el venezolano David Arrieta se despedía de su angustiada madre y le prometía volver al término de la guerra. Su trabajo -dice- es cuidarla desde el combate como soldado naval de las Fuerzas de Defensa de Israel, donde lo ubicó hoy su historia, luego de migrar hace cuatro años a la tierra de sus ancestros, Israel

David Arrieta Contreras, (derecha) tachirense perteneciente a la naval de la Fuerzas de Defensa de Israel

@juditvalderrama

“Era algo muy raro, no solo porque era sábado y ese día se respeta y no pasa nada en Israel, no hay transporte público, está todo paralizado, además era el Sukkot, un día de celebración religiosa importante. Y nos dice mi comandante que tenemos que volver a la base militar. Y entró en shock. Mi mamá se alteró mucho, mi novia también estaba en la casa y se alteró mucho, mi tía igual, y me alteran aún más a míDespués de unos minutos entiendo que fuera de todo, no importa lo que esté sintiendo en ese momento, no importa qué esté sintiendo mi mamá, es mi deber llegar a la primera línea y defender a la patria como se debe”.

Narra David Arrieta su amanecer del 7 de octubre cuando disfrutaba su día de descanso en casa, mientras el grupo terrorista Hamás incursiona en Israel y deja en su ataque mil 400 muertos y se llevan de rehenes 240 personas, lo que originó una respuesta de Israel y el inicio de la guerra, que cumple un mes entre la nación judía y el grupo Hamás.

Él fue criado en el seno de una familia tradicional tachirense, en Venezuela, donde a pesar de la enorme crisis política, económica y social la guerra no está entre las posibilidades desde hace dos siglos. Lo bélico en la cultura venezolana solo se conoce por películas, textos y noticias, pero, desde hace un mes en la vida de este venezolano perteneciente a la naval de las Fuerzas de Defensa de Israel existe, es su realidad.

“Yo estaba durmiendo y me desperté por los cohetes y las alarmas de misiles que había en la ciudad, en ese momento lo percibí como una situación más o menos normal, no es algo del día a día, pero cuando pasa, es algo que se tiene normalizado. Después, poco a poco empezamos a entender que era una cosa mucho más grave. Vimos que había ingreso de terroristas en el territorio israelí y ya me puse tenso».

En la segunda fila, al lado derecho, aparece David Arrieta junto a parte de la Unidad 916 de la Fuerza Naval de Israel

 

Lo peor del primer día

Actualmente, viven en Venezuela alrededor de 9,000 judíos, número muy inferior a los 25,000 que vivían en Venezuela en la década de 1990, quienes, con la crisis de Venezuela y el antisemitismo desde Hugo Chávez, comenzaron a migrar, a pesar de que tras la segunda guerra mundial el país sería uno de los tres destinos favoritos de Latinoamérica para los judíos, por la libertad de culto y las posibilidades de progreso en el país más rico del sur del continente.

David Arrieta de 22 anos de edad, es parte de la lista de judíos que apelaron a la Ley Retorno y se fueron a Israel. Lo hizo en 2019 al finalizar sus estudios de bachillerato en el colegio “Juan XXIII”, de su ciudad natal, San Cristóbal. Sus padres, Miguel y Mariela, junto a su hermana menor, Rebeca, salieron meses antes.

Dos años después Arrieta ingresa a uno de los más activos ejércitos del mundo, las Fuerzas de Defensa de Israel, y hoy se encuentra de frente con la desafiante cara de la guerra.

“Arreglé las cosas rápido, mi comandante estaba cerca y me vino a buscar. Fuimos a la mayor velocidad que podíamos y buscamos a otras personas del equipo. Llegamos a la base y preparé el barco y salimos al mar. Ese día todos los que trabajamos y nos movilizamos en el mar lo hicimos muy bien y cualquier intento de traspasar la frontera por vía marítima tuvo una repuesta inminente. Hemos abierto fuego contra una gran cantidad de objetivos que lo han intentado y algunos de ellos han logrado subirse a las playas de Israel, pero nuestra repuesta no les permitió hacer un daño real a la población”.

En el camino de la casa a la base militar, cae un misil a 20 metros de David, justo cuando superaba la penosa despedida de sus padres: “todas las cosas en el carro se cayeron, fue duro. Y por donde cayó, entendimos que pasó justo por encima de nosotros. Hubo miedo, pero seguimos. Es lo que hay que hacer”.

Ya en el mar no pueden usar teléfono, “había miedo de no saber qué está pasando, recibir muy pocas noticias y no sabía que sucedía con mi hermana”. Se refiere a Rebeca, su única hermana y miembro también de las FDI (Fuerzas de Defensa Israelí), tampoco, dijo, podía tener información de su familia.

“Lo más duro vivido en los tres primeros días de guerra ha sido el momento en que tuve que despedirme de mis papás. Sobre todo, en ese momento en que estaba todo tan inseguro, que uno veía videos y las noticias, y los terroristas se paseaban por las calles de Israel. Había miedo, pero al final, es para eso que nosotros estamos, para defenderlos a todos”.

Su voz por única vez se quebranta para seguir su relato del primer día, y es para decir: “a mi mamá le prometí que la iba a cuidar…y le dije que iba a volver y voy a volver”. Cuenta también que ese día recibieron reportes de que Hamás disparó un tercio de todos los cohetes que poseían, “algo sin precedentes, pero no les tengo miedo, a los enemigos se les ve directamente a los ojos”, concluye.

“Entendemos todos que el objetivo es eliminar a Hamás, y eso espero, sea el final de este cuento. Que tome el tiempo que tome, que tenga que sudar lo que tenga que sudar, que al final se logre llegar a esa conclusión y se pueda dormir tranquilo en Israel”.

 

Su sueño de volver a Venezuela

“Yo crecí en Venezuela. Venezuela es un país que desde la guerra de Independencia no está en un conflicto internacional, si es que se puede considerar la guerra de Independencia como un conflicto internacional. Es algo alejado completamente de esta realidad, y ahora estoy acá, y hay que enfrentar la situación como se debe”.

Así mismo, narra con emoción que de Venezuela ha recibido muchos mensajes tras explotar el conflicto. “Oran por nosotros. Y de verdad, de todo corazón estoy muy agradecido con todos y cada uno. Los amigos del colegio, a todos les respondí con mucho amor, porque la verdad es que no es normal, de panas, estuve horas respondiéndoles a ellos y me llenó el corazón y me calmó también muchísimo. Venezuela siempre está presente en mí”.

– ¿Quisiera volver a su Venezuela?

– “Venezuela, te digo, que en cualquier momento quisiera poder estar en Venezuela con la familia y amigos que tengo por lo menos cuatro años sin ver. Es un anhelo muy grande y cuando estoy cerca del final del servicio, era uno de mis planes. Ahora, no sé si se vaya a poder”.

– ¿Cambiaría ahora mismo estar en Venezuela en lugar de estar en la guerra?

– “No. No lo cambiaría por nada. Porque la misión que yo estoy llevando a cabo, no digo que nadie como yo la pudiera llevar, pero sinceramente cada persona que está en el frente defendiendo casas, defendiendo civiles, defendiendo la patria, cada persona debe estar en ese específico lugar y esa es la forma de entender un conflicto, sobre todo después de una cachetada tan fuerte que se recibió en el primer día de la guerra”.

– ¿Se ha comunicado con su hermana Rebeca que está también en combate?

– “Ella no está en combate, está en una unidad que son considerados combatientes, pero ella está en una unidad donde se dedican más en estos tiempos a labores de movilización de civiles, de rescate, todos esos asuntos y ella ahorita está en entierros de gente de su unidad que fueron golpeados severamente. A partir de mañana, ya empieza con las movilizaciones.

David junto a su hermana Rebeca, en su tiempo de escolares en su natal Táchira. Ambos combaten hoy en la guerra.

– ¿Qué se siente ser venezolano, sin cultura bélica, y ahora estar en una guerra?

– “La verdad, eso me fue difícil en el momento que empezó la guerra. Porque eso de no bélicos me lo hizo sentir mucho mi mamá. Es algo a lo que no estamos acostumbrados. Yo le preguntaba al resto de los amigos, ¿cómo reaccionó su mamá cuando empezó la guerra? y me dijeron, que obviamente, en un primer momento se asustaron, pero entienden que es el trabajo de cada uno y debemos ir a cuidarlos a ellos. A mí, también me costó entender que iba a entrar a primera línea en ese momento, pero entendí que es mi trabajo. Entendí, que yo realmente eso lo sé, yo dominó lo que tengo que hacer en el mar, es mi trabajo y lo conozco y eso me ayuda a mantener mi cabeza en alto. Sé lo que tengo qué hacer en el momento en que me estén apuntando. Sé, estoy entrenado para eso, aunque a veces la mente le dice a uno, <usted no está preparado>, pero realmente sí lo estamos”.

Ya el combate ha sido otra cosa, afirma David, quien en este mes de conflicto armado se ha hecho mentalmente mucho más fuerte, afirma: “hay cosas que sí las hubiese visto antes, me habría impactado mucho más de lo que me impactan ahora”.

Como la muerte, ese dolor de la pérdida en la guerra ya lo conoce el joven venezolano/israelí: “se han muerto amigos y todo eso. Me pegó uno fuerte, fue uno de los primeros amigos que hice, Brando Flores, era peruano. El primer día los terroristas entraron a su base y prácticamente eliminaron a todo el mundo que estaba allá. Y la dificultad de llevar eso, pasa por saber cuál es el trabajo de uno.”

“Cuando se meten mucho los sentimientos uno pierde el norte de quién es y lo que tiene qué hacer. He visto a muchos que le pasa, otros, al contrario lo manejan. Hay gente que ha tenido que hacer el trabajo, como un amigo del barco que dio baja a siete terroristas desde el barco, y los pensamientos sobre eso pueden que nos coman la cabeza. Y la cabeza hay que mantenerla enfocada. Es lo difícil en todo esto”.

A un mes de iniciado el combate contra el grupo Hamás, David y Rebeca hacen breve visita a sus padres

 

Rutina de un soldado de las FDI

Las tareas básicas de David Arrieta como militar naval de las Fuerzas de Defensa de Israel son distintas a las de un soldado en tierra. Primero que todo, dice, hay que mantener el barco, hacerle mantenimiento constante, revisar la zarpa y que los diferentes sistemas siempre estén limpios y funcionando bien.

“En guerra, todavía hay ciertas misiones que hay que hacer como parte de la rutina, como chequear los barcos mercantes que piden ingresar a Israel, pero en la actualidad eso es más un segundo plano”.

Las horas que invierten en dormir – señala Arrieta- dependerán si están en el puerto o en el mar. En ocasiones, durante la guerra solo ha podido dormir tres horas en un día, eso varía de acuerdo a la dinámica.

“Antes de la guerra era dos semanas en la base, dos semanas en el barco, en el ejército y un descanso en casa, ahora es diferente, y obviamente, aquí hablando con el equipo dicen que extrañan a las novias, a la familia. Pero también existen excepciones, un compañero hoy salió porque su padre fue intervenido quirúrgicamente y le dieron permiso especial. Pero, si han cambiado muchas cosas”.

Muchos no durmieron durante días completos en este escenario bélico: “Eso ha sido duro, pero ya hemos tomado control en el espacio marítimo que hace frontera con Gaza. Ahora, lo más complicado es mantenerse con esa tensión que uno tiene cuando hay muchos eventos, muchas cosas que están pasando de las que no puedo hablar por acá y que son bastantes peligrosas en el mar. Pero, para entender que eso está pasando uno tiene que tener un alto nivel de atención. Sobre todo, cuando lo único que tienes en el puente del barco es el amigo de al lado, otro combatiente. Sí, y sobre todo en la Fuerza Naval y mi unidad, que es justo la que está en la frontera de la franja de Gaza”.

Manifiesta que a pesar de momentos tensos y cruentos de los que no debe hablar, se siente muy agradecido con todo Israel, porque es la primera vez que la población común habla de la Unidad 916 de la Fuerza Naval, a la que David pertenece, “nuestro trabajo normalmente la gente no lo aprecia tanto, pero ahora, como ha sido realmente impecable, la gente si ha empezado a hablar de nosotros”.

Al cumplirse un mes del inicio de la guerra, David y su hermana Rebeca tuvieron permiso y visitaron por dos horas a sus padres, volvieron al combate a cuidar los espacios de su ahora, nueva patria Israel. Muy lejos está de su dinámica los días de infancia y adolescencia en la montañosa ciudad de San Cristóbal, donde nada se parecía a sus días de uniforme verde y a la guerra, pero es parte definitivamente de los cambios de vida que tuvo que adoptar el nacido en Venezuela cuando debió abandonar la otrora tierra próspera y tranquila que les vio nacer. (Judith Valderrama)

 

 


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