El 12 de febrero del año 2009 se cumplieron los doscientos años del natalicio de dos grandes figuras históricas: Charles Darwin (1809-1882) y Abraham Lincoln (1809-1865).
En efecto, el notable librepensador norteamericano Robert G. Ingersoll (1833-1899) dijo en los años 1890: “El 12 de febrero de 1809, dos bebés nacieron – uno en los bosques de Kentucky, entre las penurias y pobreza de los pioneros; otro en Inglaterra rodeado de riqueza y cultura. Uno fue educado en la Universidad de la Naturaleza y el otro en Cambridge. Uno asoció su nombre (…) con la emancipación de millones, con la salvación de la República. Le conocemos como Abraham Lincoln. El otro rompió las cadenas de la superstición y llenó el mundo con luz intelectual, y es conocido como Charles Darwin” (1).
Aunque Darwin se crió en el seno de una familia inglesa acaudalada, nunca tuvo prejuicios raciales. Así, cuando todavía tenía 16 años y estudiaba medicina en Edinburgo, escribió una carta a su hermana Susan el 29 de enero de 1826 en la cual le dice: “Yo voy a aprender a disecar pájaros con un negro que me va a enseñar”. John Edmonstone había sido esclavo en Guyana y había llegado a Inglaterra en 1817 y en Edinburgo se ganaba la vida enseñando a disecar pájaros. Luego en su Autobiografía, Darwin recuerda: “Yo tenía la costumbre de sentarme a su lado porque era un hombre muy agradable e inteligente” (2). El joven Darwin conversaba durante horas con Edmonstone que le contaba sobre las maravillosas junglas tropicales en Sudamérica y Darwin le escuchaba fascinado y empezó a interesarse por conocer tales junglas (3). Posteriormente Darwin leyó las apasionantes narraciones del gran explorador prusiano Alejandro Humboldt (1769-1859) y terminó de entusiasmarse por viajar algún día a Sudamérica.
Darwin siempre odió visceralmente la esclavitud. Por ejemplo, mientras estaba viajando en el año 1833 por Sudamérica a bordo del barco El Beagle, unas pocas semanas antes de que la Ley de Abolición de la Esclavitud fuera considerada en Inglaterra, Darwin exclamó: “Qué orgullo para Inglaterra, si es la primera nación europea que de manera directa proclama la abolición de la esclavitud. A mí me dijeron antes de partir de Inglaterra que después de vivir en países con esclavos todas mis opiniones cambiarían. El único cambio del cual tengo conciencia es en el sentido de estimar mucho más el carácter del Negro” (4). Luego, durante la Guerra Civil entre el Norte y el Sur en Estados Unidos entre 1861 y 1865, Darwin mantenía mucha correspondencia con el botánico norteamericano Asa Gray (1810-1888) que era un ferviente defensor de la teoría darwiniana. En 1861, en una de las cartas, Darwin le expresa: “Unos pocos, entre ellos yo, deseamos (…) que aunque se pierdan millones de vidas, el Norte proclame una cruzada contra la esclavitud. A la larga, un millón de muertes horrendas serán ampliamente compensadas en la causa de la humanidad (…) Cómo desearía yo ver que esa gran maldición sobre la tierra que es la esclavitud sea abolida” (5).
Abraham Lincoln también consideraba que las muertes en esa guerra no eran en vano y en un discurso expresó: “Nosotros aquí tomamos con fuerza la resolución de que los muertos no habrán muerto en vano, que esta nación (…) tendrá un nuevo nacimiento de libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no perecerá en la tierra” (Discurso pronunciado en el Cementerio Nacional en Gettysburg el 19 de noviembre de 1863).
En fin, el 12 de febrero de 1809 nacieron dos grandes figuras liberadoras de la humanidad. Lincoln promovió la liberación de los esclavos en Estados Unidos y Darwin promovió la liberación mental de todos los humanos, ya que con su gran teoría científica demostró que todos los seres vivos están emparentados evolutivamente y que cualquier tipo de opresión entre humanos es una monstruosidad. NOTAS: (1) Pag. 19 en Mark Pallen (2009) ‘The Rough Guide to Evolution’. Rough Guides Ltd. London (2) Pag. 51 en ‘The Autobiography of Charles Darwin’. Edited by Nora Barlow (1958). W.W. Norton & Co. New York (3) Pags. 18-24 en Adrian Desmond & James Moore (2009) ‘Darwin´s Sacred Cause. How a Hatred of Slavery Shaped Darwin´s View on Human Evolution’. Houghton Mifflin. Boston (4) Pag. 28 en Mark Pallen, Op.Cit. (5) Pag. 215 en Janet Browne (2002) ‘Charles Darwin. The Power of Place’. Princeton Univ. Press. Princeton.
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