Le doy gracias a Dios de los fundadores de Diario de Los Andes, desde su alumbramiento aquel 24 de agosto de 1978, soy uno de los pocos que aún permanecen en esta casa editorial ubicada en la Zona Industrial “Carmen Sánchez Jelambi» en Valera, estado Trujillo.
De los que comenzamos esta historia en el ´78 están por ahí, Eladio Muchacho, el padre de la criatura, quien se desliza como un peso mosca. Lo de Eladio es admirable. Es un bateador de 400 y dele en una aldea global asomada por el visionario Marshall McLuhan, hoy estremecida por la web y redes sociales. Eladio, Dios le dé larga vida, ha adquirido la sabiduría que da el paso de los años y cada noche, cada día lucha contra los molinos de viento para que DLA no se convierta en polvo. Otros medios han desaparecido. Eladio, fundador, sobreviviente, se niega a seguir soñando. Está ahí con su equipo porfiando, bregando. Mientras haya Eladio hay los Andes para rato.
También entre los fundadores recordamos a Blanca Nieves Villalobos, una zuliana muy útil para todo en DLA, dándole como siempre a la lengua, irreverente; Geovanni Pérez, el gran jefe de la diagramación, su cabeza llena de canas dista mucho a la de aquel “pelo hollywoodense» con el que sobresalía cuando la rotativa de los Andes, en un acto donde estuvo presente el mismísimo Carlos Andrés Pérez, presidente de la República, se puso a rodar. Pérez, espera la reanudación del semanario. Es una autoridad en la materia. Combina su responsabilidad con la de instructor, formador de nuevas generaciones en la ilustración y diagramación y Eduardo Viloria, hoy corresponsal en la Panamericana, muchachito, era el corresponsal del aeropuerto. Es otro que ha dado sus brazadas en la W y las redes para no perecer como periodista. Eduardo es orgullo de DLA. Junto a ellos me siento honrado de figurar como uno de los fundadores en la nómina que con mucho sacrificio sé que elaboran cada quincena en la administración de una empresa sin esa entrada de años anteriores.
CAMINANTE NO HAY CAMINO
…Se hace camino al andar. El poema de Antonio Machado lo personifica todo. 20 años no es nada, como decía aquel viejo tango de Carlos Gardel, “Volver”. Así es. La pegó en el clavo don Miguel Poveda cuando nos deleitó con “El Tiempo pasa volando”. El tiempo se evapora. El autor de estas líneas pasó ya de los ´70 y hace ratico andábamos jugando béisbol con los Criollos de Guillermo Briceño en la década de los ´60 e iniciábamos después toda una carrera en el mejor oficio del mundo, como catalogara «El Gabo» García Máquez, la profesión de periodista.
Mis andares en el mundo de la comunicación social me han llevado por la senda de la radio, en transmisiones deportivas al lado de luminarias como Memo Bracamonte, R.J Daboín, Cheo Cárdenas, Leonardo Berti, Antonio Hernández José, Samuel Rodríguez, Evencio Daboín, Omar Buznego, Frank Graterol, Franco Méndez, entre otros y sobre todo en «Estudio Deportivo” espacio radial que va a la par de DLA, un año menos y que hoy produce y transmite mi hijo Frank con el Gaby Montenegro. Además presencia en grandes eventos nacionales e internacionales que pudieran ser objeto de una crónica especial y en estos instantes ese no es el objetivo. Y no puedo olvidar mis inicios en el diario El Tiempo, con mi columna de Jovar y los primeros garabatos en las páginas deportivas del periódico de don Luis Mazzarri. Un grato recuerdo y una historia aparte.
LAS HUELLAS EN DLA
Hoy desempolvo mi añejada memoria para hurgar entre sus laberintos las huellas dejadas en DLA. Muy profundas. Han marcado mi existencia. Un trotar ininterrumpido por una pasantía por la Gobernación de Trujillo al lado de Luis Ernesto González y mi segunda estancia en las páginas deportivas del diario El Tiempo.
No es el norte tampoco escribir hoy ese largo trayecto en Diario de Los Andes. Es como para un libro. Pero, sí quiero dejar constancia en estas líneas de la importancia, el significado de DLA para mí. Vi nacer a mis hijos, uno de ellos, Frank, es parte de la familia DLA. Me integré en todos estos años con una comunidad como la del estado Trujillo, con la cual me he compenetrado y sobre todo, gracias a la responsabilidad que he tenido como ser humano y periodista. He sentido el amor de mucha gente, el agradecimiento, ahora mismo, con mis achaques de “carro viejo”, he contado con la mano solidaria de amigos. Y por ahí de vez en cuando me topo con mujeres y hombres ya de mi edad, que me dicen que me conocieron cuando era reportero o acudían al diario y los atendía en mi condición de editor. Ese es el mejor tesoro, el mejor premio para un periodista. Atender a nuestro prójimo. Haz el bien y no mires a quien. Servir. El que no sirve o no sabe servir no tiene vena para ser periodista.
2020: AÑO DE GRAN RETO
Este cumpleaños es especial. DLA está vivito y coleando. Vuelvo a Eladio. Hay todo un mundo por delante, de oportunidades. Eladio lo sabe. Muchos lo ven como «ave raris» cuando se enteran que Diario de Los Andes no ha desaparecido. Su huella fresca y abundante pisa el campo digital.
La pandemia, ese virus que apareció de repente para sembrar terror en el mundo se ha atravesado en la tradición y el costumbrismo del papel. Sin embargo, en DLA hay un equipo Grandeliga, que no se ha dejado “ponchar” por el Covid 19, al contrario, han sacado el bate como Ronald Acuña, Miguel Cabrera o José Altuve, el champions team de Layisse Cuenca, Alexander González, Cecilia Menghini, Mayra Linares, María Gabriela Danieri, Yoerli Viloria, Yuliana Palmar, Diana Paredes, Gaby Montenegro, Frank Graterol, Miguel Albarrán, Henner Vieras, Betty Araujo, Elvins González, Alexander “Chaparro” Viloria, Onésimo Caracas, Karley Durán, Héctor Briceño, Eduardo Viloria, Freddy Viloria, Hugo Delfín, Vicky (disculpen si olvide a alguien), además de la red de escritores, colaboradores, intelectuales y “Juan Pueblito”, para vibrar con la noticia en estos meses que han transcurrido desde marzo hasta el presente que dejamos de circular como Semanario. Y continuamos presentes en Táchira y Mérida con un equipo de «las mayores». En Mérida Wendy Molero, Adelfo Solarte, Nilsa Gulfo, Yanara Vivas. En Táchira Judith Valderrama, Mariana Duque, Angie Polanco y Eduardo Villamizar.
Es una circulación sin número de páginas, sin cuartillas, sin caracteres, ni cupos de fotos para la información. El internet tiene esa maravilla. No hay límite. Claro, tampoco hay que abusar. O podemos caer en el tedio o en el aburrimiento en que pueda caer una persona que no tiene mucho tiempo para la lectura o no le interesan las largas historias por muy interesantes que nos parezcan, o creamos que son. El mundo es nuestro límite. A cualquier parte de esta aldea global digitalizada llega la plataforma de DLA. ¡Quién lo iba a creer!
Entre las huellas dejadas por el padre tiempo y un aniversario digitalizado con un reto por delante de subsistencia y de continuar sirviéndole a la comunidad, si Dios quiere y la Virgen lo permite, arribaremosa una nueva celebración aniversario.
¡Dale Duro Eladio!
¡Adelante equipo!