Algunos exiliados en Estados Unidos, como el analista Juan Juan Almeida, ven con optimismo el hecho de que por primera vez en casi 60 años no sea un Castro el “encargado de ocupar ese sillón presidencial”
Miguel Díaz-Canel asumirá la presidencia de Cuba a partir de este miércoles, será la primera persona en tomar la máxima dirección que no se apellide Castro desde que triunfó la revolución en 1959 y tendrá que enfrentar a una economía estancada, una infraestructura en decadencia, la hostilidad de Estados Unidos y las críticas a un modelo de control estatal en el marco de un congelamiento de la iniciativa privada.
Su principal tarea, indicaron los analistas, será impulsar la economía, pero antes tendrá que modificar la dualidad monetaria. Raúl Castro inclusive alertó ante el Congreso, en diciembre de 2017, que esa tarea estaba atrasada.
Respuesta paliativa
Tras el derrumbe de la Unión Soviética en la década de 1990, el Gobierno cubano quiso evitar la dolarización de la economía creando una segunda moneda que fuese equiparable a las divisas, el CUC, pero gestionada por el Banco Central.
La medida se inició como una respuesta paliativa a la débil situación pero se mantiene hasta hoy teniendo en la isla dos monedas: el peso cubano CUP y el peso convertible CUC. El cambio es de 24 CUP por un CUC, que es la moneda equiparable a las divisas internacionales.
El CUP es la moneda en la que los cubanos reciben sus salarios y pagan los productos subsidiados por el Gobierno como el agua o la electricidad, mientras que el CUC se utiliza en la mayoría de las tiendas y es para el turismo.
“La medida tiene un efecto en toda la economía y en la sociedad, no es solo cambiar una moneda por otra, tiene que ver con la formación de precios, con la capacidad de compra del salario”, aseguró Marino Murillo, el responsable de las reformas en la isla.
Un correcto tipo de cambio daría luz entre tanta sombra contable, poniendo al descubierto las empresas que son claramente deficitarias pero cuya ineficiencia queda oculta con el tipo de cambio actual.
La primera consecuencia de esa contabilidad real haría que el 40% de las empresas estatales fuesen irrentables, según expertos cubanos, lo que genera una gran preocupación en el Gobierno cubano por el impacto social que causarían los cierres de compañías.
“Ante las realidades sociales y políticas que los cambios económicos desatan, el Gobierno opta por aminorar la marcha de las reformas”, aseguró el académico cubano Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas-Rio Grande Valley.
Dudas de la oposición
Algunos exiliados en Estados Unidos, como el analista Juan Juan Almeida, ven con optimismo el hecho de que por primera vez en casi 60 años no sea un Castro el “el encargado de ocupar ese sillón presidencial”.
Almeida, hijo del fallecido dirigente revolucionario Juan Almeida Bosque, que creció junto a los Castro en Cuba, cree que la salida de Raúl, 12 años después de que su hermano Fidel delegara la presidencia en él, es una oportunidad para avanzar.
“Posiblemente, las primeras decisiones tengan que ser aprobadas por Castro”, explicó Almeida al detallar que Raúl seguirá siendo el primer secretario del PC de Cuba, constitucionalmente establecido como ”órgano superior de la sociedad y del Estado”.
Sin embargo, para Almeida las libertades civiles llegarán a Cuba con el tiempo en el “momento en que se rompa la cadena de mando tradicional hacia la obediencia al Partido Comunista”, explicó.
Washington no espera cambios
La Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA) no considera que el favorito para suceder a Raúl Castro al frente de la Presidencia de Cuba, Miguel Díaz-Canel, vaya a suponer un cambio dramático e inmediato en la forma de gobernar el país.
«No debemos esperar cambios dramáticos en la escena inmediata», explicó Marguerite Jiménez, directora de WOLA para Cuba, durante una conferencia telefónica, reseñó Efe.
En esta línea, Jiménez precisó que aunque no es previsible que el nuevo mandatario dé un giro brusco en la dirección del país, sí que tendrá que acometer reformas importantes en materia económica y social durante los próximos años.
«Estos aspectos tendrá que afrontarlos en un contexto de creciente hostilidad con Estados Unidos», comentó la experta, quien incidió que la mejora de la economía será «un elemento clave» en el próximo Ejecutivo cubano.
Las declaraciones se produjeron antes de que este miércoles el Palacio de Convenciones de La Habana acoja desde las 9.00 horas la apertura de su IX Legislatura y la constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en una sesión de dos días en los que se designará al Consejo de Estado y a un nuevo presidente que por primera vez en seis décadas no llevará el apellido Castro.
Tras 12 años, Raúl Castro, de 86 años, se despedirá del sillón presidencial para cumplir su compromiso de limitar los cargos políticos a dos mandatos consecutivos y dar el relevo a una nueva generación de dirigentes con el actual primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, de 57 años, como favorito para ser el sucesor.
Sobre los retos que tendrá que afrontar el mandatario entrante, el vicepresidente de Programas de WOLA, Geoff Thale, enfatizó que las relaciones con EEUU pueden ser determinantes a la hora de facilitar o dificultar las reformas.
«Desafortunadamente, el actual clima es de hostilidad», lamentó Thale, quien consideró que esta condición complicará las mejoras socioeconómicas de la isla.
Para el experto, de confirmarse la presidencia de Díaz-Canel, este deberá hacer frente especialmente a las expectativas de los más jóvenes en distintos ámbitos, sobre todo en el acceso a la información y a internet.
Por otro lado, la analista política Ana Quintana, del centro de pensamiento conservador Heritage Foundation, advirtió en un comunicado de que aunque Díaz-Canel no tenga «Castro» entre sus apellidos, «parecen compartir el mismo ADN» y auguró que este «continuismo» no le «presagia un buen futuro» a Cuba.
Con Información; EU