Cuba atada a Venezuela:  hace más de veinte  años ¿quién podría creer esto?, que ‘al seguir sus pasos’ causarían nuestra fatalidad

 

Por: Luis A. Villarreal P.

Debido a lo acontecido en Cuba el 11J, al grito de «¡Patria y Vida!, «¡abajo la dictadura!», como si fuera a realizarse una ‘reacción en cadena’ sostenida, volvió a retumbar la petición que a muchos produce escozor:  ‘intervención ya’.  Fue la frase más atrevida y connotada  que aturdió al gobierno de Joe Biden.

Los expatriados cubanos en tierras del Tío Sam, con su ‘gemido de dolores’ optaron por culpar a Biden y al Partido Demócrata, amenazando con paralizar Miami, se trasladaron a Washington para pedir la liberación de la isla de la que se  apropiaron los autoritarios castristas hace más de seis décadas.

Líderes latinoamericanos igual se pronunciaron por la susodicha intervención;  entendiéndose que hace muchos años la dictadura cubana ha venido interviniendo —desestabilizando— la vida política de otros países —razón básica de su expulsión de la OEA en 1962 fue por actuar como broca del marxismo soviético-chino—, para intentar  instaurar a través de células guerrilleras —caso Venezuela desde 1960— regímenes de confección castrista.

Cuba es viejo abrevadero de los izquierdosos latinoamericanos, que ciegos contra el liberalismo —liderado por EEUU—, han deseado el desmoronamiento de esa potencia, entregándose a los imperios ruso y chino, jugando entre sus fauces;  sin recordar que Cuba misma debe su independencia de España a EEUU —porque solos no pudieron—, aunque luego se suscitaran las ‘precauciones y apetencias’ del espíritu expansionista del Tío Sam a través de la doctrina Monroe  —’América para los americanos’—, barandilla geopolítica contra la pretensión colonial europea .  Era una de las   fuerzas políticas  ‘telúricas’ subyacentes por la hegemonía mundial.

En la Cuba de Martí —y en su nombre—  se ha entronizado el castrismo fundamentalista, convirtiendo a esa emblemática isla de nuestra historia latina continental en la meca del más rancio y entreguista movimiento pseudo revolucionario de América  como disgregante panamericano.

Muchos hemos tenido mimada a la Cuba que se alzó contra los terratenientes y dictadores, su revolución ha sido un estereotipo para combatir el mismo flagelo —Nicaragua ejemplo—, pero el tiempo que nos conduce a la verdad de las ‘buenas intenciones’ nos ha mostrado la equivocación y extravío de quienes se han querido equiparar con Martí y con Bolívar, sin tener parecido siquiera.

Betancourt, habiendo ayudado a la guerrilla de Sierra Maestra contra Batista, no fue seducido —por razones propias y de ‘mucho peso’— con la idea de albergar la revolución cubana, paquete que ofrecían ansiosos Fidel Castro y el  Che;  la negativa de Rómulo se tradujo en defender a Venezuela de la guerra de guerrillas castristas.  No obstante, los gobiernos venezolanos trataron con tolerancia y guantes de seda la presencia de los sui generis revolucionarios cubanos, incluso en el ámbito de la Guerra Fría;  tanto, que coincidiendo con la lucha nicaragüense contra Somoza —obviando luego la pugna  entre sandinistas y Violeta Chamorro—, Carlos Andrés Pérez invitó a Fidel en medio de su euforia y un perdón  amnésico,  a su segunda investidura presidencial.

Pero Fidel nunca abandonó su dorado  sueño de manosear el timón político venezolano, este se le realizó con la llegada al poder de Hugo Chávez, quien hizo de Cuba y Venezuela un «lo mismo».

El pasado 11 de julio destacó los llamamientos patéticos de Díaz-Canel —y de Raúl— a sus fuerzas de choque para enfrentar a los cubanos sedientos de libertad.  Tal vez con cerillos en mano intentaban incendiar la pradera, prendiendo la mecha salvadora de su extendida y obsoleta revolución en una guerra civil.

Observó el mundo que los trovadores —ya  hace años nostálgicos legendarios de la revolución, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez sus cantantes oficiales— tuvieron que intervenir para pedir a las fuerzas represoras  que moderaran sus desmanes —ensañamiento— contra los legítimos manifestantes, muchos de ellos presos.

Cuba debe ser rescatada y con ella, Venezuela. O viceversa.

Salir de la versión móvil