La historia enseña mucho sobre las luchas de los pueblos contra la opresión y uno de los episodios más apasionantes es el de los antiguos griegos contra la invasión de los persas.
Las guerras greco-persas transcurrieron entre 500 y 479 A. de C., y finalmente los griegos derrotaron a los ejércitos persas que eran muy superiores desde el punto de vista numérico. El historiador griego Heródoto (aprox. 480-425 A. de C.), describe esas guerras en su obra: ‘Los Nueve Libros de la Historia’, y consideraba que las sorprendentes victorias de los griegos atenienses se explican porque luchaban por su libertad y su democracia. Así, Heródoto dice: “Los atenienses, mientras estaban gobernados por tiranos, no eran mejores en la guerra que cualquiera de los otros pueblos vecinos, pero una vez que se libraron de tiranos, los atenienses se convirtieron en los mejores de todos” (Libro 5, sección 78).
Los griegos estaban muy orgullosos de su victoria sobre las apabullantes fuerzas persas y el gran dramaturgo ateniense Esquilo (525-456 A. de C.), celebró esas luchas en su tragedia titulada: ‘Los Persas’, representada en el año 472 A. de C. El caso es que en una parte de la obra Atosa, que es la madre del rey persa Jerjes, quiere obtener información sobre esos griegos y pregunta al Coro: “¿Qué caudillo los manda e impera sobre el pueblo?” y el Coro le responde: “No se llaman esclavos ni vasallos de nadie” (Líneas 242-244). Este fragmento ha sido muy celebrado. Por ejemplo, en el año 1976 la obra se representó en Grecia en el teatro Epidauro, poco después de que la junta militar fuera derrocada, y el público se enardeció con este pasaje y pidió con estruendosos aplausos que se repitiera una y otra vez.
De manera similar, podemos recordar la gesta independentista en nuestro país cuando los esclarecidos próceres dirigieron exitosamente la lucha emancipadora.
Más recientemente podemos recordar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y las abnegadas luchas que libraron varios pueblos contra los nazis. En efecto, el pueblo ruso luchó con un impresionante fervor contra los nazis y lo mismo se puede decir de los ciudadanos franceses que lucharon en la clandestinidad. Igualmente el pueblo inglés se comportó con gran altura: Nadie hacía trampas para aprovecharse de la escasez de productos y en las filas cada ciudadano respetaba el turno de los demás. El pueblo inglés tenía un gran líder en Winston Churchill (1874-1965) que en su primer discurso como Primer Ministro en la Cámara de los Comunes dijo: “Yo no tengo nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor […] ¿Cuál es nuestra política? […] Librar una guerra contra una monstruosa tiranía jamás sobrepasada en el oscuro catálogo de los crímenes humanos […] ¿Cuál es nuestra meta? Yo puedo responder con una palabra: Victoria – victoria a pesar del costo que sea, victoria a pesar del terror, victoria no importa cuán largo y duro sea el camino” (discurso de fecha 13/05/1940).
Recordemos también el caso del líder Benito Mussolini (1883-1945) que ejerció su dictadura fascista entre 1922 y 1943, pero fue capturado por partisanos italianos y ejecutado el 28 de abril de 1945 y al día siguiente el cadáver fue colgado boca abajo de un garfio en la Plaza Loreto de Milán.
Más recientemente, el dictador pseudo-socialista Nicolae Ceauçescu (1918-1989), que ejerció el poder de un régimen totalitario, muy corrupto y represivo en Rumania entre 1974 y 1989, fue derrocado por una rebelión popular en diciembre de 1989 y fue juzgado y ejecutado.
La moraleja de todos estos casos es muy clara: Cuando un pueblo tiene una sólida conciencia de que está luchando por su libertad y contra la opresión, entonces es segura su victoria. FE DE ERRATA: Por motivos que no conozco, en mi artículo titulado EL PROGRESO ESTÁ AMENAZADO POR EL ECOCIDIO PLANETARIO (domingo 6/05/2018), se publicó dos veces equivocadamente “Hill Durant” cuando se debía haber publicado “Will Durant”.
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