Cuando la joven Narcisana Briceño de La Torre encaró al general Bolívar / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

 

 

Cara a cara, frente a frente, cerca y enfrente de Su Excelencia, dirigió su dardo a Bolívar. Se presentó el momento, abordó el problema como si fueran hombres los dos, siempre dispuesta a todo, sin descartar la fama de que siempre iba armada.

Ese día, estaba finamente ataviada con uno de sus elegantes vestidos para las grandes ocasiones de la alta sociedad maracaibera. Rosita Carmona, su cuñada, lo recibió en el zaguán, igualmente se acercó el Lic. Domingo a darle la bienvenida, se arrimaron sus cuñados los hermanos Carmona, también estaban presentes José Briceño, hijo de Domingo, de 14 años de edad, ascendido a alférez, con bautizo de guerra en Carabobo, donde fue el abanderado del Batallón Tiradores.

Al rato, hizo su entrada como toda una dama de la mantuanidad y de la gente que recién tomaba el poder en la provincia realista, Narcisana Briceño de La Torre. Su Excelencia el general Bolívar, al ver a esta hermosa y alta catira que agradó a sus ojos, se dirigió a saludarla galantemente:

Madame, que grato es volver a verla. Ella, acostumbrada al trato con los hombres y el dominio de la escena, le contestó:

Es muy amable Su Excelencia. Continuaron conversando, se fueron incorporando los otros parientes.

Fue muy amena y familiar la recepción que recibió el Libertador, desde su llegada. Él había prometido que los visitaría y allí se presentó. Ella le fue mostrando las instalaciones y ambientes de la casa de los Briceño Carmona.

 

 

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Se ha venido reconociendo el papel que cumplieron varias mujeres en la guerra de Independencia al acompañar a la tropa patriota, preparar sus comidas y curar a sus heridos, labores importantes, muchas echaron tiros y pelearon en batallas, sin embargo, hubo otras, no reconocidas por la historiografía, que cumpliendo tareas fundamentales en la conjura, de muy bajo perfil, se sabe que participaron enfrentando la inteligencia y contrainteligencia española en las calles de Maracaibo y Trujillo, entre los años 1810 hasta 1823, moviéndose con los conspiradores en la ciudad y articulando con las guerrillas independentistas en montañas y llanos del país, enfrentando al gobierno y ejercito españoles. Una de estas mujeres, lo fue Narcisana Briceño de La Torre.

Narcisana, fue una joven rebelde, trujillana, ejemplo señero de este gentilicio. Amable, atenta, mirada algo espartaca, alegre, de carácter firme cuando ameritaba serlo, buena conversadora, elegante, sin temor a las circunstancias. Su nombre completo Narcisa Ana Mariana Briceño de La Torre, nació a finales del siglo XVIII, en la hacienda “La Concepción”, Valle del Bomboy, Mendoza, Trujillo, Venezuela. Sus padres: Margarita de La Torre y el Dr. Antonio Nicolás Briceño, eran primos.
El historiador tachirense Vicente Dávila, describió <<Que era hermosa y rubia como una espiga de trigales>> (Dávila). Una de sus parientes, Ana Hernández Bello de Tejera, escribió que la infancia transcurrió en <<la casa solariega del Dr. Antonio Nicolás Briceño, en la hacienda La Concepción ubicada en las feraces tierras de Mendoza, crecía una niña de lozana hermosura: alta de estatura, piel de nácar, cabellos de oro, sobre frente de rosa, los ojos zarcos, la boca risueña y fresca, que respondía el nombre de la catira Narcisa>> (Contreras, 200); también la llamaban Narcisana (MBI).

Igualmente, dicha escritora, nos dejó nota publicada en 1934, referente a las cualidades personales de Narcisa o Narcisana, <<gozaba de bienes de fortuna, y sin embargo era trabajadora incansable, amante de la naturaleza, manejaba personalmente sus haciendas, se levantaba con el alba y después de oír la santa misa, montaba en su mula y daba vueltas a las pajizas chozas de sus colonos, eminentemente caritativa socorría al pobre con la dadiva y el consejo, gozaba de valía entre el alto clero y entre los mandatarios>> (Ídem). Era parte de la enseñanza mayor, que le inculcó su padre, formándole apego y amor por la labor en el campo, asi como la solidaridad con la gente, cuyo ejemplo le granjeó el reconocimiento y respeto de su comunidad.

La vida de esta Heroína del Bomboy, está llena de serías y agradables anécdotas, relacionadas en su mayoría, con hechos de la guerra de independencia, que abarca desde la primera prisión de su hermano Antonio Nicolás Briceño, en la Conspiración de los Mantuanos, la pena capital aplicada a éste y a su tío el coronel Vicente de La Torre, pasando su experiencia en Valera frente al jefe realista Brigadier Calzada, y su simpático cara a cara con el Libertador Simón Bolívar.

Narcisana, luego del ajusticiamiento de su hermano Antonio Nicolás, a quien llamaban “El Diablo”, tuvo mayor empatía con su hermano Don Domingo Briceño y Briceño, hombre de destacada actuación política nacional, y con él, se dedicó a construir el movimiento independentista de Maracaibo, el principal bastión monárquico en Venezuela.

 

 

¿Pudo Narcisana abrazar los ideales del temprano socialismo?

 

 

Con la confianza que le tenía Domingo, el polémico y versado intelectual y filósofo, sirviéndole como amanuense, mensajera, organizadora de sus asuntos y conversaciones de la conspiración de Maracaibo, con toda seguridad, iban permeando en ella, las ideas y propósitos de su hermano.
Con formación familiar cristiana, Domingo Briceño y Briceño, como estudioso y amante de la filosofía, hubo de incursionar en las ideas del pensamiento socialista de la época, que se abrieron en el campo teórico desde 1789, particularmente no pudo descartar las polémicas ideas del inglés Thomas Payne, quien expuso su pensamiento social en Los derechos del hombre (Rights of Man, 1791-1792); Francisco Javier Briceño, otro hermano de Narcisana, fue excomulgado por distribuir y discutir en Mérida esta obra. Sin embargo, es con su libro Justicia Agraria (Agrarian Justice, 1795-1796), que el controversial Payne, expuso que no cuestionaba el derecho de propiedad pero <<lo subordinaba a la satisfacción de las necesidades sociales y para ello propugnaba un Estado democrático que interviniera en la vida económica>>; fueron ideas de avanzada social y política.

El carácter y las convicciones radicales del “Negro” Domingo, en torno a la democracia, y la república, eran innegociables. Su formación política y filosófica, concordaba en ideas universales como las de Charles Hall, también Precursor del pensamiento socialista inglés, aunque de ideas más moderadas, propugnaba en un tema que el trujillano abrazó con entusiasmo, que <<La tierra tenía que ponerse en régimen de propiedad comunitaria y dejarla a los pequeños campesinos para su cultivo y debía limitarse la producción industrial a la satisfacción de las necesidades elementales>>; esto, como parte de su intento de establecer el concepto de la plusvalía y su tesis de la guerra asociada a la explotación socioeconómica. Eran temas apasionantes para Domingo Briceño, con los cuales coincidía, como demócrata radical que era, y para <<abandonar las «miserias» de la civilización>>. Por ese tipo de convicciones, atacó las ideas centralistas y reprochó la dictadura de Bolívar.

Se puede considerar a Domingo, como el socialista temprano de Venezuela, o uno de ellos. Dávila al biografiarlo, señaló que su piel morena, por cuya razón le llamaban “El Negro”, <<le sirvió más tarde, en la candente arena del periodismo, para agitar al viento de la lucha…sus ideas socialistas tal cual un descamisado>> (Dávila, 275); sin duda, muy radical en sus posturas políticas, al preparar y ensayar sus discursos, como parlamentario, periodista y dirigente político, ella, su hermana Narcisana podía escucharlo, quizás los conversaba ante su observación y presencia, pues andaba con él.

¿De cuales otras ideas, además de las cristianas podía Narcisana nutrirse ideológica y políticamente? ¿Pudo esta influencia, formarla y convertirla en socialista? Es tema para los investigadores.

 

 

1820, año fundamental para la Patria. Una libertadora de Maracaibo, sin protagonismo

 

 

Firmado el Armisticio en Trujillo, en noviembre, continuaba en la conspiración en Maracaibo Domingo Briceño, quien había salido de la Cárcel de la isla de San Carlos. La tristeza embargaba a la familia, al haber muerto su anciano suegro el Dr. Antonio Carmona, también conspirador. El general Urdaneta era jefe militar de esta provincia y de Trujillo, y <<con don Domingo vivía en aquel tiempo su hermana Narcisana, mujer de corte varonil, que había ayudado al hermano con fuego y decisión en su empresa de llevar a Maracaibo la revolución>> (Briceño Iragorry, Mario. Pequeño Anecdotario Trujillano. Pág. 29. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2003); mujer de la estirpe guerrera de los Briceño y de los La Torre.

Narcisana estaba dedicada a la lucha por la independencia, participaba en forma decidida, no tenía padre, ni hijos, ni marido, ni novio, estaba sin dependencia de figura masculina. Sus responsabilidades, más allá de ser escribiente, era desempeñar labores de confianza en el movimiento, se vestía como hombre para realizar tareas de reconocimiento de sitios y cosas, y para acompañar y proteger a su hermano cabecilla de la conjura; su capacidad para el correaje y mensajería; pero además, a quién si no a ella, se le facilitaba hacer los contactos en forma velada y sin sospecha con los hermanos Delgado, los curas Antúnes y del Pulgar, o con los hermanos Vales, o los empiringotados Diego de Melo y Pinto, con los Baralt, Almarza, Aguiar, la mayoría vigilados, desde la intentona de 1812. En todo movimiento, conspiración, o lucha social o política en el que participa la mujer en forma resuelta, ésta se convierte en el ánimo y voluntad de la organización, y por tanto, se logran los objetivos. Estaba de gobernador militar de aquella plaza el maracaibero Francisco Delgado, de modo que todo estaba dispuesto para su intento.

El licenciado Briceño y José María Delgado, hermano del gobernador, salieron ocultamente y se entendieron con Urdaneta, <<todo quedó dispuesto y el 28 de enero del 21 se dio el grito de independencia>>, habían quebrantado el Armisticio. Delgado el gobernador realista se pasó a las fuerzas patriotas, <<Briceño como instigador de todo, cumplía con su deber, pues era un simple particular y había sufrido larga prisión por pretender la independencia de Maracaibo>> (Dávila, 278); Narcisana conspiradora, no se podía perder estar ahí, en el preciso hecho del grito de independencia de Maracaibo.

Briceño, acompañando a Delgado, asumió el cargo de Intendente y Gobernador político interinamente, pero aquel renunció ante Urdaneta. Bolívar se alegró de esta renuncia, guardando viejos rencores, <<la inquina de Bolívar contra el hermano de Antonio Nicolás, a quien no había aun perdonado ni el litigio que le ganó en los tribunales de Caracas, ni la emulación en la empresa de libertar a Venezuela>> (Dávila, 279), algunos historiadores pretenden, calificarlo como un escueto complotado, cuando desde 1810, ha sido el cabecilla de la conjura, para ocultar, y no disipar si Nicolás, le compitió el liderazgo en esa misma coyuntura histórica.

 

 

La primera visita del Libertador a Maracaibo, 1821

 

 

El pueblo maracaibero había celebrado días antes la victoria obtenida en Carabobo por las fuerzas republicanas, volcándose a las calles y Plaza de la ciudad para testimoniar la admiración por el Libertador y su ejército. Los sobresalientes festejos ordenados por la Municipalidad el 10 de julio de 1821, contemplaba desde un funeral por los héroes caídos en dicha batalla, hasta demostraciones de alegría, fuegos artificiales, conciertos en el Balcón del Señor Alcalde, y en el frente, una banda de tambores y clarines entonando canciones patriotas. No faltaron los globos aerostáticos, los bien enflorados arcos, banderas, tiros, iluminación, pelea de gallos, toros de cuerda y bailes.

El 30 de agosto de ese mismo año, arribó a Maracaibo el Libertador Presidente, lo esperaba el gobernador Francisco Delgado. El recibimiento fue solemne y majestuoso <<entre 7 y 8 de la noche tomó tierra por el muelle de este puerto pues venía desde el puerto de Moporo, en el bote de la goleta corsario “Paquete”>>; estaba en Trujillo.

Una de las crónicas, que describe ese hecho, señala que desde la mañana del día 29 de agosto, se movilizaron <<grupos hacia la casa de gobierno en que se había alojado su excelencia>>; que, <<El alborozo, los repetidos vivas y aclamaciones de gratitud y respeto al Libertador, presentaban ciertamente el espectáculo más tierno y agradable, el que tuvo duración por algunas horas, y se colmó al presentarse en el balcón y hablarle S.E. a quien ya acompañaban y habían felicitado las corporaciones y mucha gente de distinción>>; Bolívar, estuvo varios días en dicha ciudad, donde atendió diversos eventos y reuniones.

Apuntó el cronista que, <<el adorno de los balcones, ventanas puertas y aún las paredes de los edificios por las calles de la carrera, entoldadas en algunas partes y llenas de arcos de diverso gusto, presentaban la vista más agradable, que aumentaba la concurrencia del bello sexo, victorando también al Libertador y cubriéndolo de flores hasta acercarse a la Catedral,… Llegado Su Excelencia y apeado del Carro, se hincó puertas afueras…besó allí la Cruz que le presentó el señor Canónigo Lectoral, entonándose un solemne Tedeum, y repicándose las campanas>> (El Correo Nacional, N°13, Maracaibo, sábado 1° septiembre de 1821. En: Revista de la Sociedad Bolivariana. N° 79. Caracas.1964); en la noche continuaron los festejos.

 

La visita del general Simón Bolívar a la casa del Libertador de Maracaibo: Licenciado Domingo Briceño y Briceño

 

La narración que aporta el maestro Briceño Iragorry, sobre lo ocurrido es la siguiente: <<Cuando el Libertador estuvo en Maracaibo el año 1821, visitó en su casa de habitación al Licenciado Domingo Briceño y Briceño, quien, por su extraordinario esfuerzo en pro de que la ciudad del Lago se sumase a la independencia, llegó a ser llamado el Libertador de Maracaybo>> (Briceño Iragorry, Mario. Pequeño Anecdotario Trujillano. Pág.29. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2003). Desde 1810, Briceño promovió la conspiración por la independencia de Maracaibo.

A Narcisana, se le criticó por su recio carácter <<mujer de corte varonil>>. Más que por disfrazarse para las misiones que le encomendaban, se sentía cómoda vestida con pantalón, blusa, botas y sombrero de pajilla; sobre todo que le tocó desplazarse continuamente, ser organizadora de reuniones conspirativas, captar gente, ser mensajera del movimiento; usaba solo vestidos en ocasiones especiales, andaba con el pelo recogido o corto, con semblante serio y circunspecto, su aspecto parecía decir, que si faltaban pantalones, allí estaría ella. Montaba caballo con agilidad. En Maracaibo, cuando le tocaba cumplir labores de séquito o de mensajería de su hermano Domingo, llevaba su pistola; se sentía segura en que era una hermosa catira con ojos bellos, le despreocupaba que la llamaran por estereotipos de género. Ella se aceptaba como era, y sostenía ese carácter fuerte y actitud recia, aunque rompía el molde de la dama de abolengo de la época.

Era una mujer guerrera, inclinada a la lucha, sin embargo, no fue esquiva al amor. Se casó en 1824, con el maracaibero Dr. José Domingo Bruno Hernández Bello y Vera, procrearon varios hijos.

 

El cara a cara con el general Simón Bolívar

 

El relato del historiador Mario Briceño Iragorry, acerca de este hecho, señala que, <<En la sala principal, donde era objeto el Libertador de los obsequios de los señores de la casa, lucía un retrato del hermano sacrificado por Tiscar en Barinas el año 1813. Sobre el óleo mantuvo largo tiempo la mirada atenta el glorioso Bolívar. Después, en voz un tanto lenta, dijo:
—Fue una lástima que los españoles hubieran fusilado a Antonio Nicolás. Con su valor y su arrojo nos hubiera ayudado mucho. Pero a veces, sin embargo, pienso que Tiscar me evitó acaso el haberme visto con Antonio en la misma dolorosa situación en que me puso Piar.
— ¿Y no ha pensado Su Excelencia —le respondió rápidamente doña Narcisana— que él también hubiera podido fusilar al General Bolívar?.. (Briceño Iragorry, Mario. Pequeño Anecdotario Trujillano. Pág.29. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2003). Ella lo conoció años antes, cuando Margarita de La Torre, su madre, le dio un banquete en su hacienda “El Turagual”.

Los datos historiográficos encontrados, proporcionan e informan que el 18 de septiembre <<a las 4 de la tarde se embarcó S.E. el Libertador a bordo de una goleta de comercio…La artillería lo hizo notorio luego con salva… hacia el mediodía de esta laguna con dirección al pueblo de San Carlos del Zulia, por donde pasa a la capital de Cúcuta>> (El Correo Nacional, N° 16, Maracaibo, sábado 22 de septiembre de 1821).

 

Verdadera mujer fuerte del evangelio, de las Libertadoras de Maracaibo

 

 

La joven y hermosa mujer, amante de la Patria, la República, y de los Principios y postulados de la Democracia, mucho más que de los hombres, en ese momento, con su fina y hostil fiereza, labraba de esa forma un titulo de orgullo familiar. Es posible que haya acentuado en ella, la animosidad en los tiempos en que Bolívar se hizo dictador, y los Briceño repudiaron ese cambio, aunque <<la rubia Narcisana, jamás quiso izar la bandera de la Patria el día de San Simón. Era muy hermana de Antonio Nicolás para rendir homenajes a su emulo afortunado>> (Dávila, 280); era autentica y firme en sus convicciones.

En 1872, muere en Valera. Escribió el Dr. Ricardo Labastida, sobre esta ilustre mujer: <<Narcisana Briceño de La Torre de Hernández Bello fue el prototipo de la verdadera mujer fuerte del evangelio>> (En: Benigno Contreras. Exclusivamente Valera. 201).

Es placentero sacar de la anomia u olvido historiográfico y recordar a esta Heroína del Bomboy, quien proporcionó vida y obra a su Patria, es posible que no se le reconozca su participación en los sucesos de la liberación de Maracaibo, como tampoco se los reconocieron a su artífice y jefe de la conspiración: Domingo Briceño Briceño (ambos trujillanos), cuando aprobaron por estos tiempos la novena estrella de la bandera nacional, no obstante, desde su lar nativo, difundimos esta nota exaltando parte de sus luchas, valentía, duelos, tristezas, alegrías, humildad, honestidad y sus convicciones, lo que le da mérito de personaje principal de nuestra historia local.

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