Francisco Graterol Vargas
Este 8 de junio el bardo escuqueño debería estar celebrando sus 90 años de vida. El poeta Antonio Pérez Carmona desde hace rato largo, aquel 4 de diciembre de 2006, fecha de su partida seguramente estará jurungándoles la existencia a los Dioses del Olimpo, dedicándole poemas a Afrodita, con su fino verbo y humor fluido de aquel caserío de la Media Luna.
Jamás osaría pretender hacer de estas cuatro líneas un análisis literario del poeta, eso se lo dejo a quienes con autoridad manejan la materia, pero si traer algunos recuerdos de su amistad y admiración la cual contribuyó a mi formación como periodista y nutrirme luego de devorar casi todas sus obras y compartir con un par de cervezas en el Viejo Conticinio, en la redacción de Diario de Los Andes. El poeta Ramón Rivas Sáez, domiciliado ahora en Barquisimeto, luego de varias etapas en el diario. También mi gran amigo fue quien me presentó a Pérez Carmona.
“Que muera Franco, abajo el franquismo”
Gozaba mucho oyendo las historias del poeta. Admiraba su irreverencia, muchos años después ya lleno de hijos gracias a la hermosa familia que formó con Alix Rangel a quien conoció cuando Escuque celebró sus 400 años contaba cuando bajo la complicidad del Dios Baco, se puso a gritar a todo pulmón junto al vate Carlos Oroza en Madrid: “Que muera Franco, abajo el franquismo”. Se salvaron por un pelito, quizás aferrado a la devoción de Antonio por el Santo Niño Jesús de Escuque…
Aquella Semana Santa en la casa del poeta
La Semana Santa es un reencuentro con el Todopoderoso, un momento para la oración. Un grupo de amigos recibimos la invitación de Pérez Carmona para pasarlo en su casa de Escuque. En mi desgastada memoria, anoto la presencia de Ramón Palomares, Rivas Sáez, “El Chuto” Matheus, Antonio Rangel y su hermana Gladys, el Comisario Oscar Angulo, jefe de la PTJ de entonces, un policía que era gran amigo de los periodistas. Vivía con mis padres en el barrio San Isidro. El martes santo se reunió la mencionada patota en Escuque. Pasa el miércoles, Día del Nazareno, jueves y viernes santo, llega el sábado de gloria y la esposa de Rivas Sáez y mis padres empiezan a preguntar por nosotros en los hospitales y policía. Lo cierto del caso es que la “media costilla” fue a dar a tierra de nubes. Ramón, ni corto ni perezoso sale a darle la bienvenida. “Mi amor te presento al poeta Pérez Carmona”. “que poeta ni ocho cuartos ese no es más que otro borracho igual que tu” soltó la enfurecida dama mientras Pérez Carmona se metía debajo de la cama para protegerse de semejante fiera.
Así era aquel Bucare donde solía dormir Natacha
Una vez se que le escribí a la mayor de las hijas de Alix y Pérez Carmona por el Diario de Los Andes. Natacha se ponía a estudiar bajo un bucare, sentada en sus raíces se quedaba dormida. Pero a la sombra de ese árbol además de Natacha se dieron cita poetas, guerrilleros, y el mismo Alí Primera con sus Techos de Cartón, Abran la Puerta y Mamá Pancha.
Gira de Pedro Pablo Aguilar en Escuque
En una campaña electoral el Senador del Partido Social Cristiano Copei, Pedro Pablo Aguilar anuncia un mitin para las 4 de la tarde en la bella Plaza de Escuque. Eran aquellos días de la dura pugna por el poder en la IV República del partido verde con AD.
Me fui temprano para Escuque. Llego con Rivas Sáez como a las once de la mañana. Cervecitas van y cervecitas vienen. A las 2 de la tarde empiezo a despedirme del poeta Pérez Carmona. “Deja el apuro “, decía mientras me pasaba otra Polar mi cerveza favorita, Zulia, la otra marca de entonces, bastante amarga.
A las 4 de la tarde era la hora de la concentración en la Plaza Bolívar. “Me voy poeta “. “Tranquilo, apuntaba Pérez Carmona “mientras me sacaba diez cuerpos de ventaja porque siempre fui mal bebedor y los dos poetas y amigos eran unos cuarto bates a la hora de meterle a la cañandonga. Pérez Carmona le buscó rápido una salida a la situación. “Váyase para El Tiempo, todos los políticos dicen lo mismo” y casi me dio el texto de la nota pautada para la primera página. Tampoco había problemas de tubazo ya que para la fecha tampoco existía Diario de Los Andes.
Al otro día salió bien grande encabezando la primera página del Time valerano. Apoteósico triunfo de Pedro Pablo Aguilar en Escuque. Las gráficas tampoco eran un problema. Se utilizaban fotos de archivo con cliché de plomo. El lunes temprano llego a la redacción y encuentro a Don Luis Mazzarri, propietario y fundador del periódico, más caliente que plancha de chino. No dejó ni que lo saludara: “Que le pareció lo del mitin en Escuque “ le digo al Jefe.” Cual mitin, usted es un embustero, está despedido”. El avión jamás arribó al aeropuerto Antonio Nicolás Briceño. Se devolvió para Caracas porque un tremendo aguacero impidió que el Pájaro de Acero aterrizara en Carvajal. Cosas veredes amigo lectores.
Aquella corrida de toros…
Admito mi ignorancia en todo lo que tenga que ver con corridas de toros. Ni una papa de la llamada fiesta taurina. Luis Gonzaga Matheus, jefe de redacción del Diario El Tiempo, me pauta en cierta ocasión la cobertura de un programa taurino en una plaza portátil instalada en la parte alta de Las Acacias. A regañadientes asisto al evento.
Aquella plaza llena. Hasta las banderas. ¡Olee…! Hombre y fiera se enfrentaban como en los viejos circos romanos. Con mi libreta en mano miro al entrar a un grupo de amigos, unos fervientes seguidores de estos espectáculos y otros como Pérez Carmona, que deseaban solamente buscar un lugar donde echarse cuatro o más palos. Mi mala fortuna es que me ubiqué al lado del poeta de Media Luna, amo y señor de las letras, pero que en esto de los toros tampoco era un experto. Con la euforia empezaron a pasarme una bota llena de vino. Al rato estaba Jumo, la cabeza me daba vueltas. Concluye el evento y Pérez Carmona, me acompañó a la sala de redacción y él prácticamente construyó lo que salió al otro día.”Muchos toros, sin rabos y sin orejas, bastante gris la jornada”.
Al otro día como al medio día con un tropel de gente entre ellos empresarios que habían montado la velada taurina me esperaba Gonzaga Matheus en su oficina. Casi me cuelgan. De aquella me salvé pero jurando que jamás volvería a escribir una línea sobre la lidia de toros bravos y menos con el asesoramiento de Pérez Carmona.
“Que pongan preso a Pérez Carmona”
Hace días escribí sobre La Garrapata, célebre personaje en la década de los 80 en la emisora Radio Turismo. “La garrapata que si tiene veneno en la lengua” chillaba con su voz Henry Baptista, a quien espero le haya ido bien en la jornada para recoger fondos para una operación.
Los libretos llevaban el sarcasmo, la ironía que solo Pérez Carmona, podía darle. Vale la pena repetir el episodio. El poeta se le afincó bien duro a un juez de apellido Blasco. “Ese juez de apellido Casco, a quien le gustan los cobrillos para soltar a los detenidos”. El Juez no comió cuento, orden de captura contra Ramón Azuaje, director de Turismo, enchironado en la Comandancia de Policía. Una comisión del CNP con su secretario general al frente, Guillermo Montilla, Rafael Lujano, Luis González, Pérez Carmona y mi persona fuimos a abogar por el hijo de Doña Zoila. Rudy Linares, jefe de la policía sale a recibir a la delegación gremial extendiéndole la diestra a Montilla: “Adelante colega”. El de Motatán, avepista y ahora al mando del Colegio le ataja con la velocidad de un rayo” Un momento ni usted es periodista ni yo soy policía”.
Mientras este incidente ocurría en el despacho policial en la calle la gente gritaba exigiendo la liberación de Azuaje. De repente el grito de una mujer apagó el furor popular. “Que suelten a Ramón y pongan preso a Pérez Carmona, que es La Garrapata”. Era la famosa Negra Pancha, con más veneno en la legua que la misma garrapata. Pérez Carmona, más veloz que el rayo fue a parar a esconderse en Escuque. Horas después Azuaje fue liberado por el Juez Blasco y el poeta pasado el susto regresó a cumplir con aquellos libretos que marcaron una época en la radiodifusión trujillana.
Los que trabajábamos en Radio Informando, paralizábamos la tarea para oír a Henry echándole plomo a tirios y troyanos con los libretos del poeta.
Paula
Quien escribe tendría unos 12 años cuando conozco a una dama muy hermosa. Paula llegó a tener nexos familiares con la familia Graterol residenciada en La Hoyada. Un día le pidió permiso a mi papá, José de La Rosa Graterol para llevarme a trabajar. Partimos casi de madrugada. Ella estacionó su carro al pie de una montaña en los límites entre Trujillo y Carora. Caminamos como una hora cerro arriba donde lo primero que vimos fue a un grupo de muchachos cargando piedra, tierra y arena. Construían lo que después se conoció como la Mansión Negra. Pablo, un viejo curandero, edificaba la casa. Ahí no se podía cruzar las piernas y de noche escuchábamos al brujo hablar en un dialecto raro con el Negro Felipe y otros espíritus. La Mansión Negra terminó siendo un refugio de guerrilleros siendo destruida por el gobierno de Betancourt. Cumplido este episodio regresamos a La Hoyada.
La amistad con Paula continuó hasta el punto que su hermano Rosalino se enamoró de mi hermana María y tuvieron a Miguel. La existencia de Rosalino fue corta. Lo mataron tratando de escapar de la cárcel de Trujillo, donde fue a parar por un desliz en su vida. Años más tarde Paula entregó su alma al creador al ser ultimada por su marido, acontecimiento que sacudió a la Valera de entonces.
Abordamos posteriormente la profesión de periodista y conocimos a Pérez Carmona. Leo a Paula, novela que recibió muchos elogios de la crítica literaria y aquella obra de ficción donde a Paula le quita la vida el hombre con quien vivía. El personaje se me pareció mucho a la de mi cuñada Paula. Con la confianza y delicadeza del tema una vez el poeta me confirmó que la Paula del barrio El Milagro le sirvió de inspiración para la Paula de la novela.
Se nos va el poeta Pérez Carmona
La parca aparece cuando menos uno la espera. Con el poeta Pérez Carmona fue implacable. Se lo llevó el 4 de diciembre de 2006 cerca de las 5 de la tarde a 73 años de vida. Era mucho lo que podía aportar todavía en el campo literario principalmente. Fue velado al otro día en la Sociedad San José, la cual sirvió en época de Pérez Jiménez como calabozo de la Seguridad Nacional donde el poeta fue torturado.
La despedida fue en la iglesia del Niño Jesús de Escuque. Sus familiares y amigos lo acompañamos envuelto en un mar de lágrimas. Recuerdo como si fuera ayer a Lenin Pérez, su hijo, mi amigo, mi compadre interpretando “Cantares” de Joan Manuel Serrat sin quebrársele la voz pese al dolor que tenía por la partida de quien había sido su padre y mentor en el camino de las letras y el periodismo. El cura lo acompañó con la guitarra.
“Hace algún tiempo en ese lugar
Donde hoy los bosques se visten de espinas
Se oyó la voz de un poeta gritar
Caminante no hay camino
Se hace camino al andar…”