Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr
A raíz de las sanciones económicas de EEUU, la relación entre Venezuela y Rusia pasó de la esfera comercial a la dimensión energética, militar y geopolítica. Lejos de quedar aislados, los países sancionados por EEUU y UE se juntan y estrechan sus lazos de cooperación para contrarrestar el efecto negativo de las sanciones. Esto genera efectos geopolíticos que no fueron calculados por los sancionadores estadounidenses y europeos.
Los vínculos comerciales y militares entre Rusia y Venezuela se acentuaron a raíz del veto impuesto por EEUU a la venta de repuestos para la flota de aviones F-16, y del bloqueo a la venta de lanchas de vigilancia costera por parte de España por incluir dispositivos hechos en EEUU. Al perder estos proveedores, Venezuela buscó sustitutos y compró 24 aviones caza rusos modelo Su-30Mk2 Sukhoi para sustituir a los F-16; 100.000 fusiles Ak-103 Kalashnikov, sistemas antimisiles S-300, 50 helicópteros, tanques de guerra y anunció la instalación de una fábrica de fusiles rusos en Venezuela.
Lo que empezó como una relación comercial para la adquisición de equipo militar, a la larga se transformó en una relación geopolítica. El acercamiento del gobierno ruso a países en la zona de influencia de EEUU se interpreta como la respuesta geopolítica del Kremlin por el ingreso a la OTAN de países vecinos que tienen frontera con Rusia. En el marco del conflicto Rusia-Ucrania, el Kremlin le subió el volumen a su desafío a Occidente. El viceministro de Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, declaró que -si aumenta el cerco de la OTAN contra Rusia- no podía confirmar ni excluir la posibilidad de que Rusia estableciera una infraestructura militar en Cuba y Venezuela.
De hecho, Rusia y Venezuela han ejecutado maniobras militares navales a una distancia de 20-50 millas de las costas venezolanas. En la operación combinada Ven-Rus participaron buques rusos junto a fragatas venezolanas. En diciembre de 2021, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Aprobatoria del Acuerdo entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y el Gobierno de la Federación de Rusia sobre el uso del espacio ultraterrestre con fines pacíficos.
Las implicaciones geopolíticas de esta relación comercial-militar se amplían con la creciente presencia rusa en la actividad petrolera y gasífera en Venezuela, que tradicionalmente han tenido como destino los mercados estadounidenses y europeos. Venezuela y Rusia firmaron convenios para la certificación de reservas en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) con miras a la explotación de petróleo por parte de empresas rusas como Gazprom, Rosneft y Lukoil que han participado en proyectos de gas y en la exploración y explotación de crudos en la plataforma submarina del Delta del Orinoco y en la FPO. Rusia ha incursionado en la industria petrolera venezolana a través de empresas mixtas como: Petromiranda, Petromonagas, Petrovictoria, Petroperijá y Boquerón.
Guerras en Europa y Medio Oriente
renuevan interés de EEUU por Venezuela
En 2019, cuando se aplicaron las sanciones petroleras a Pdvsa, a las empresas estadounidenses -o de otros países con intereses en EEUU- se les prohibió tener vínculos comerciales con Pdvsa. Desde entonces, el petróleo venezolano se vende a través de intermediarios con descuentos de hasta 40 %. Adicionalmente, hay que pagar fletes más caros por la distancia de los mercados asiáticos y por el riesgo que representa transportar los crudos de Pdvsa.
El petróleo venezolano fue sustituido en el mercado estadounidense por el petróleo ruso. Pero, con la invasión de Rusia a Ucrania, el petróleo ruso también fue sancionado. Por los gastos que ocasiona la guerra contra Ucrania, Rusia no tiene la misma capacidad financiera para auxiliar a sus aliados. Para alejar a Nicolás Maduro de Vladimir Putin, la Casa Blanca endurece las sanciones contra Rusia y flexibiliza las sanciones a Venezuela. Esto permitirá a Pdvsa vender sin descuento en EEUU el petróleo que remata en los mercados asiáticos. Si Pdvsa logra vender la misma cantidad de petróleo a los precios actuales, obtendrá $ 4 mil millones adicionales. Así, la Casa Blanca se plantea alejar a Miraflores de los auxilios comerciales y financieros rusos.
Recordemos que la relación entre la Casa Blanca y Miraflores se interrumpió en enero de 2019 con el reconocimiento del interinato de Guaidó. Pero después de varios años de máxima presión, la estrategia de sanciones, gobierno dual y presión diplomática para forzar un cambio en el mando político en Venezuela no funcionó, el interinato se disolvió y Nicolás Maduro luce afianzado al poder.
Como el incumplimiento de los acuerdos de México se debió a la imposibilidad de los negociadores de la oposición de flexibilizar las sanciones y devolver los activos bloqueados, al ser asuntos que solo pueden ser decididos por el gobierno estadounidense, a fin de recuperar el suministro del petróleo venezolano y alejar a Maduro de Putin, la Casa Blanca decidió negociar con quien tiene el control del petróleo venezolano y gestionar directamente su relación con Miraflores y no ya a través de la Plataforma Unitaria. En una demostración de hiperrealismo político, dos gobiernos antagónicos empiezan a reconocerse, encuentran puntos de interés común y ahora construyen acuerdos de mutuo beneficio que tendrán importantes efectos geopolíticos y económicos.
Flexibilizar sanciones tiene más importancia
geopolítica para EEUU que para Venezuela
Con la prolongación de la guerra en Europa y el escalamiento del conflicto bélico en el Medio Oriente, se acentúa la presión al alza en los precios de los hidrocarburos, cuestión que ha obligado a EEUU a repensar y recalcular las sanciones contra el petróleo y gas venezolanos. De cara a las Presidenciales de 2024 en EEUU, la Administración Biden necesita evitar el costo electoral que puede generar el alza en los precios de los combustibles y la energía. Como el petróleo venezolano puede contribuir a este objetivo, la OFAC flexibiliza las sanciones y abre nuevamente el mercado estadounidense a los crudos de Pdvsa.
A la Administración Biden también le interesa capitalizar el mérito de haber alejado la amenaza rusa del hemisferio y haber recuperado para Occidente el petróleo venezolano que se remata en los mercados asiáticos. La licencia general 44 de la OFAC (LG 44) autoriza a las empresas mixtas en las que participa Chevron, así como con otros socios privados de Pdvsa a reactivar la producción y extracción de petróleo y sus derivados, así como la importación de insumos necesarios para incrementar la producción de petróleo para ser exportado a EEUU. Pero la LG 44 excluye a Rusia al decir claramente: “Esta licencia no autoriza la disposición de bienes y servicios, inversiones y cualquier transacción de compañías con sede en Rusia o empresas mixtas con entidades de la Federación Rusa”.
De esta forma, la Administración Biden no solo se plantea conjurar la amenaza de un shock de precios de los combustibles y la energía en EEUU, también se propone reorientar los crudos venezolanos hacia occidente, alejar a Miraflores de los negocios con el Kremlin y reducir la influencia rusa en Venezuela que, como ya hemos explicado, no es solo comercial sino también militar y geopolítica.
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