Como en un trozo novelístico el deporte valerano ha pasado del esplendor romántico a la crisis o ausencia de valores, derrotas, victorias, títulos, desagravios, en fin, ha pasado por todo
ESTE viaje, en esta crónica rauda, romántica y olorosa a melancolía para los que aún están atados al esplendor de aquellos años de gloria seguramente faltarán algunos hechos y nombres, pero tiempo habrá para reposadamente hacer el mejor testimonio en la palabra escrita a los atletas que llenaron de alegría, dicha y júbilo al pueblo trujillano.
ERA un deporte con una auténtica identidad regional, que hemos querido repasar fugazmente para que no se pierda en aquel pasado glorioso. Son parte de nuestras idiosincrasias como valeranos, hijos de estas Sietes Colinas que cumplen 198 años de su fundación.
EN los últimos 25 años la historia es otra, bastante exitosa por cierto, conocida por todos y fresca en la memoria, pero que con todo y lo exitosa que ha sido, no está envuelta con el mismo sentimiento y fervor que la de otrora, que sí se ha sabido mantener en el tiempo.
Punto de partida
Como en un trozo novelístico el deporte valerano ha pasado del esplendor romántico a la crisis o ausencia de valores, derrotas, victorias, títulos, desagravios, en fin, ha pasado por todo. Lejanos están, o yacen, aquellos días donde Valera era un trío de vítores, un estuario de pañuelos, una colmena de gritos en el tributo a sus campeones, a los deportistas, que aunque silvestres derramaban coraje y ponían en alto el pabellón espiritual de la ciudad.
Partiendo de la época de oro del béisbol que convocaba multitudes en campos rasos, en desafíos con el sol y las lluvias, donde la urbe se subdividía entre Proletario y Delicias, y pasando por las memorables glorias del boxeo en los puños de los hermanos Eloy “Chuesito» y Ricardo Salas, no antes sin ver en el desfile del recuerdo aquel auto envuelto en polvo cordillerano, vencedor de los obstáculos en la ruta Lima-Caracas con dos rostros de actores en su interior, como eran “Tarzán” Hernández y Rubén Fajardo.
Tarzán Hernández junto a los hermanos Salas se convirtieron en lo primeros y verdaderos ídolos del deporte valerano. Ellos hicieron historia, dictaron cátedra de cómo se es un gran deportista. Dejando un huella imborrable, que ha perdurado por años gracias a su tenacidad y capacidad.
Proyección nacional
También en otras disciplinas deportivas se alzaban atletas que nos daban una proyección nacional, como «El Faro» Máximo Viloria, e Isabel Hurtado con su campeonato nacional de disco.
En el ciclismo crecían igualmente estrellas que bordeaban El Valle de Motatán, tales como Claudio Martín, Vicencio Rivas y Serafino Celedón, además de «El Negro» Sánchez quien no se quedaba atrás en su ímpetu y coraje en los recios ataques ciclísticos.
A mediados de la década del sesenta surgen figuras extraordinarias a nivel nacional en el calapié, tomando la máxima altura piramidal «El Águila Solitaria», Vicente Laguna, que sin ninguna ayuda de equipo toma ribetes de héroe al conquistar el subcampeonato de la Vuelta a Venezuela y su épica carrera Mérida-Valera como orgullo para su amado Trujillo. Laguna igualmente logra la hazaña de ser el campeón de los 100 kilómetros contra reloj por equipo.
Y un muchacho barinés que se soldó con amor y pasión a la tierra trujillana, fue Ramón Ramírez, quien recibió el aplauso, el cariño, las flores y los besos de las mujeres y aficionados como premio de haber conquistado para nuestra región, la Vuelta a Venezuela.
Ramírez repitió el idéntico triunfo de Laguna al ser triple campeón de los 100 kilómetros contra reloj por equipo.
En ese calidoscopio, en ese recorrido de estrellas, se impregnaron al marco glorioso deportivo otros ciclistas como Nelson Cabrera, Arsenio Nava, Ramiro Infante y Jorge Orozco, quienes con Epifanio Arcila lograron ganar la Vuelta al Táchira de 1980.
El fútbol, el deporte de mayor pasión logra sumar su primer gran éxito al proclamarse campeón de la primera categoría con la famosa Copa Venezuela. Un grupo de exquisitos futbolistas en donde figuraba José Alberto Pérez, Edgar Calderón, Douglas Patica Nava, Wilmer Suárez, Edgar Estrada, Edgar Rubio, Alfredo Cortina, Federico Contreras, Edgar Salas, Edgar Herrera (quien fue la gran figura y el goleador del torneo), Luis Paredes, “El Maracucho” Rojas, Felipo Licitra, Wilfredo Espinoza, Taylor Maggino, entre otros que bajo la conducción de Harry Castillo, Héctor Ayala, Michel Allerte, Juan José Baldivieso se metieron en la historia y que gracias al trabajo dirigencial encabezado por RJ Daboín, Oracio Di Rosa, lograron el despegue definitivo del fútbol trujillano.
Detalles de interés
.-En softbol, flotan aún los días repletos de emociones en que los estelares pitchers Asterio Bravo y Joaquín Padilla, sumían en el delirio y la alegría con sus triunfos a los espectadores.
.-Tras aquellos tiempos ya añejos del béisbol valerano, donde los recuerdos se estampan en las figuras de Anastasio Segundo Barrios, «Cañón Rendón», Luis Daniel Terán, «Pirulí» René Gil, “Coca” Abreu y Víctor Paredes, llegaron otras generaciones en reemplazo, reafirmando figuras como Daniel Sulbarán, Florencio Monreal y Jesús «Chuchu» Pérez.
.-En bolas criollas sobresalen en la década del sesenta «Cochocho» Bracamonte y Enrique Salas, como los máximos tigres para bochar.
.-Si bien se puede afirmar que en general el deporte en Valera, en la década de los 80, entró en aquel período de crisis, en estancamiento, no hay que dejar de reconocer que el honor y la gloria lo salvan, en esos momentos, dos extraordinarias campeonas de tiro como son Elena de Vethancourt y Marisol Araujo, y junto a ellas el mundialista Manuel Linares, además de las muchachas del voleibol como campeonas nacionales de la mano de Ninoska Luque y el duro Pedro León Torres. Ellos y otros más en esa parálisis o receso lamentable del deporte fueron las amazonas y jinetes, las figuras rutilantes que dieron brillo a la ciudad hacia ámbitos nacionales e internacionales.
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De enero de 1950 un trujillano hace historia en el automovilismo internacional. Germán “Tarzán” Hernández era protagonista de la carrera Quito-Bogotá-Caracas. Se impone en la Bogotá-Cúcuta
EL DATO
La leyenda de “Tarzán” Hernández en el automovilismo era tan grande que fue llevada al cine. Vicente Laguna abrió el camino de gloria al ciclismo local. Una estela de grandes éxitos protagonizaron los hermanos Salas, con un Ricardo Salas, quien fue campeón mundial de boxeo.
1953
Año del debut de Ricardo Salas, cinco años más tarde, en 1958 lograba la hazaña de ser Campeón Mundial de boxeo en México donde alcanzó el Cinturón de Diamante.