Crónica | El virus nos golpea todos los días: La mejor vacuna es la prevención

Por: Francisco Graterol Vargas

Apenas abrimos los ojos conocemos la infausta noticia sobre la muerte del médico ginecólogo, Roberto Picón a consecuencia del Covid-19, persona muy apreciada en Boconó y gran deportista, representante de Los Criollitos de Venezuela.

Picón viene a engrosar esa larga lista de trujillanos víctimas del virus asesino. Unos lamentablemente se han ido al sueño eterno. Otros, gracias a la providencia de Dios  sobrevivieron luego de ser atendidos en los centros de salud y una gran mayoría recluidos en sus propias residencias.

Desde que la pandemia hizo su aparición la tristeza, el dolor y el llanto es la constante en nuestros corazones, siempre golpeado por la partida de un amigo o de una persona muy conocida. Gracias al Todopoderoso en carne propia hemos salido ilesos de una tragedia de esa magnitud, sin embargo, son muchas las familias trujillanas de luto por la muerte de uno de sus miembros.

Es que el Covid anda en todos lados. Las cifras oficiales de las que tanto alarde hace el gobierno se quedan muy cortas. Sin ir muy lejos varios de nuestros vecinos han sufrido de esa enfermedad. Constantemente oímos que fulano de tal tiene Covid. Está en su apartamento. Encerrado. A unos parece que les ha dado muy fuerte, a otros no.

Por cierto ayer le comentaba a uno de esos sobrevivientes que me dijo que había gastado un dineral en el tratamiento y en el asesoramiento médico, el ejemplo de un amigo en Chile. Le dio Covid. El gobierno lo recluyó en su casa, pero, no gastó un peso. Todo fue pagado por la parte oficial y de paso frecuentemente lo visitaba un personal de salud. Aquí el que carezca de recursos económicos para tratarse este mal se lo lleva rápidamente La Parca.

Mis oídos fueron testigos de los lamentos de una madre que se le murió uno de sus hijos. Un hombre trabajador, joven, lleno de vida. Próspero. El virus no discrimina. “Dios mío, por qué te llevaste a mi hijo, por qué tenía que ser él” decía mientras pasaba una y otra vez frente al cuarto donde duermo. Se me aguó el guarapo.

Hace días en la zona alta de Carvajal por los predios de San Genaro se murió en santa paz una matrona centenaria. Una anciana muy querida. Casi todo el pueblo fue al sepelio. Abrazos, más abrazos. Resultado letal. El virus hizo su aparición. Varias personas infectadas y según supimos una de ellas falleció por Covid en el Hospital “Pedro Emilio Carrillo”.  Todavía hay hombres y mujeres del sector, la mayoría de ellos haciéndose remedios caseros buscando su sanación con montes y yerbas por falta de los verdolagas o del Bolívar devaluado que se requieren para acudir a una consulta médica.

Los ejemplos sobran solamente en el  área donde resido. Enfermos y más enfermos. El Covid nos llevó a un hombre luchador por nuestra comunidad como era Francisco “Pancho” Salas.

Algo que agrava esta nota es la mala experiencia con la fulana vacunación. Mucha gente quedó por fuera cuando llegaron las vacunas al Hospital Centinela. En los últimos días vacunaban a los primeros 100 que hacían acto de presencia muy temprano. Se agotaron. Dicen que viene por ahí un nuevo lote. Sigo con el ejemplo de Chile. A la gente la vacunan en el lugar donde residen. Tirios y troyanos.

Lo de EE UU es otro mundo.  En los estadios de béisbol con el pago de la entrada va incluida la vacunación. Más del 70% de los aficionados ya están inmunizados. Y nosotros en este país esperando un llamado por el Sistema Patria que al final tampoco funciona. Lo digo con propiedad. A una hermana mía le llegó el mensaje que debía ir a las 2 de la tarde. La sorpresa es que perdió el viaje. UN VIAJE DIFÍCIL PORQUE SALIR DE La Arboleda donde el transporte público es inexistente es una tarea titánica y más para una anciana enferma y cercana a los 70 años. A ella le informaron que ya habían atendido en la mañana a cien personas y se regresó frustrada sin poder tener acceso a la vacuna.

Estoy releyendo estas líneas cuando siento que me llaman. Es un vecino muy alegre. “Ya me llegó el olfato”. Gracias a Dios. Es uno de esos cristianos que se han sanado en su vivienda. Haciendo de tripas corazón y porque Dios es muy grande.

Amigos lectores con el corazón en mis manos y con la experiencia de mis 71 abriles les doy un sano consejo. Mientras tengamos por ahí al virus asesino, a este mal que tantas muertes ha causado en el mundo y lamentablemente vivimos en un país donde ni hay garantía de ser beneficiado con una vacuna, la mejor VACUNA mientras nos llega el turno de gozar de este servicio es cuidarse.

Las medidas de prevención. Salga a lo indispensable. Si va a trabajar, a comprar comida, etc, porque hay que seguir viviendo,  el uso del tapaboca es obligatorio. Cubrirse hasta la nariz. Mucha gente ignorante y disculpen el término se cubren de la boca para abajo y hay otros más irresponsables, hacen caso omiso al tapaboca. Lo llevan hasta en la mano. O simplemente no lo usan.

El distanciamiento. Guarde la distancia.  No se pegue que no es bolero. Y  el lavado de manos frecuentemente. Ahí está el detalle diría el filosofo, don Mario Moreno, ”Cantinflas”. Restrinja las visitas en su hogar y tampoco esté faranduleando de casa en casa y algo muy importante. Rezar. Orar. Pedirle al Todopoderoso y a la Madre de Dios:

“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te hacemos en nuestras necesidades: antes bien líbranos de todo peligro. ¡Oh Virgen llena de gloria y bendición ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo! Amén”.

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