Como a casi todos, me encantan los domingos. Digo eso por cuanto un amigo chino de los años de la Revolución Cultural, dijo que: “el domingo para él, es un día cualquiera. Le gustaba tener libre un día de la semana, cuando veía a todos ir de prisa al trabajo; mientras ese día, disfrutaba de todo, especialmente, al ver cómo corrían y trabajaban los otros”.
Comprenderán contradictorios lectores, mi amigo, nada de comunista tenía. Según la doctrina del judío de Tréveris todo humano que trabajara en la sociedad socialista y, más aún en la comunista, -China era comunista- estaría tan feliz, que la lombrices estarían tristes, al lado de los fascinados trabajadores. (No sé sí son tan felices las lombrices, dice el dicho: “Feliz, como una lombriz”, lo uso igual). Los días de votar, que antes eran favoritos para mí, se han vuelto trágicos. Ya lo expliqué la semana pasada, de manera que no lo repito. Sólo narro el estrés que da ver a la gente entregar espacios que nos pertenecen en esta locura que se ha apoderado de ¿los demócratas? Otro comentario: Unos se encontraban enloquecidos esperando la supuesta invasión norte americana, ¿Qué ocurrió? Llegaron aviones rusos, bombarderos, al servicio del hombre de la KGB: Vladimir Putin.
En acuerdo con el presidente y el ministro de la defensa venezolanos -saludó desde una de las cabinas de los aviones-. Supuestamente son los bombarderos, para advertir a los amigos del norte, a lo que se tendrían que enfrentar. Otro suceso a comentar: llego a votar y encuentro la división de la oposición en Baruta. ¿Será que no entienden que división y abstención = chavo. madurismo? Pregunto ¿hasta dónde el masoquismo de la gente? ¿Ignorancia, apatía? Cuesta resolver el dilema. Como si fuera poco, la nueva masacre en el sur, con la muerte de los pemones. ¿Otra vez? Y, finalmente, andamos con este “bacalao” a cuestas: la abstención, tal el hombre de la Emulsión de Scott. ¿No saben a qué me refiero? Averígüenlo. El hecho es que la historia de la abstención, fracasada y nunca bien utilizada, se repite cada cierto tiempo. Afirman que los ciudadanos somos creyentes de semejante disparate y, del estado de ánimo, entre pesimismo y flojera, destapado en casi todos los niveles. Ni hablar de los funcionarios oficialistas del CNE durmiendo a pierna suelta a las 8 y 30 de la mañana de ese domingo. ¡Qué desastre! Cabe decir como aquel comentarista de fútbol: ¿Qué hiciste papaíto?